Experto enfatiza que las personas llevan una "programación emocional" que explica por qué en este plano toman unas decisiones y no otras.
Reacciones biológicas, alteraciones nerviosas y cambios de ritmo cardíaco son las primeras muestras de que a alguien le gusta otra persona.
Sin embargo, la elección de una pareja es una dinámica más compleja, en la que se genera una intensa mezcla de compatibilidad, enamoramiento, repetición de esquemas aprendidos en la familia, búsqueda de una necesidad o similitud en la personalidad.
La psicología subraya que resulta muy probable que se decida tener una relación amorosa con una persona en especial porque se parece a alguien, es lo opuesto a determinado individuo, parece que es buena persona o porque ya hubo una ilusión de poderle cambiar lo que no gusta.
Incluso, puede influir si el entorno insiste en decir que tal persona "te conviene", o bien, al revés, si se quiere llevar la contra porque quienes están al rededor se oponen a la elección.
Para el terapeuta de parejas mexicano Narciso Palacios Castro las personas llevan una "programación emocional", algo así como un conjunto de decisiones y creencias que se tienen de sí mismo y los demás.
"Esta programación condiciona y hace tomar unas decisiones sobre otras", dice el especialista. "Aunque es el subconsciente el que explica que nos atraigan unas personas más que otras, eso no obsta para que uno maneje la mayor cantidad de datos para tomar una decisión", apunta el profesional.
Biológicamente el proceso de enamoramiento se determina a base de una serie de neurotransmisores que son de vital importancia para el traslado de los impulsos nerviosos.
Palacios Castro precisa que "deseo, pasión y encuentro sexual son reacciones hormonales que se originan concretamente en el hipotálamo, en la base del cerebro. El área bioquímica del encéfalo controla sólo una parte del encuentro amoroso entre dos individuos, pero un elemento indispensable para que esto suceda son los modelos ideales de lo que nos gusta o no de alguien”, comenta el terapeuta.
Es decir, al elegir una pareja se conjugan -al menos- elementos antropológicos, biológicos, físicos y psicológicos. Todo lo cual subraya que nunca es una decisión fácil ni ligera.