Por Alejandra Fuenzalida, directora Ejecutiva United Way Chile.
La pobreza en nuestro país es una realidad que nos preocupa transversalmente. Los innumerables esfuerzos que se vienen realizando desde las políticas públicas en conjunto con otros actores de la economía y la sociedad en general, siempre parecen ser modestos ante una situación de la cual no quisiéramos establecer reporte alguno. Sin embargo, cuando llegan buenas noticias, como el reciente informe emitido por el Banco Mundial, y en el cual se afirma que nuestro país es el líder en reducción de la pobreza, también debiéramos alegramos de forma conjunta.
De acuerdo al Atlas de Objetivos de Desarrollo Sustentable (ODS), emitido por la entidad, Chile se encuentra en el sexto lugar en la lista de países analizados, con resultados concretos de un 40% de la población más desfavorecida que ha experimentado mejoras económicas más rápidamente si lo comparamos con la media mundial. Así, logramos ingresar al grupo de las diez naciones que más han luchado por corregir la desigualdad desde 2009.
Si bien la pobreza continúa siendo un problema que debemos enfrentar con herramientas concretas, la realidad es que hoy Chile se sitúa en una posición de avanzada, en un ranking que incluye a 220 economías a nivel mundial. Con estos resultados se evidencia un trabajo concreto durante las décadas recientes, aunque aún con oportunidades de mejora, especialmente en el acceso a oportunidades para los más desposeídos, en la educación de las futuras generaciones y en la incorporación de la mujer al mundo del trabajo, por nombrar algunos.
Con una población cercana a los 18 millones de personas, según los datos del último Censo publicado por el Instituto Nacional de Estadísticas (INE), este reconocimiento no es más que una invitación a revisar lo que hemos estado realizando correctamente como país para mejorarlo y hacerlo extensivo a más sectores de la población. Aún tenemos tareas pendientes que debemos asumir de forma articulada y consciente, para abrir espacios y evidenciar nuevas posibilidades de alcanzar una mejor calidad de vida para quienes lo requieren.
Tenemos un gran potencial para transformarnos en una nación desarrollada en donde la pobreza no exista. Contamos con mujeres, hombres y futuras generaciones que pueden y quieren marcar una diferencia radical en una problemática de tal magnitud como ésta. Sepamos reconocer, con humildad, los logros que hemos alcanzado como nación, sin perder de vista que debemos continuar trabajando por eliminar las grandes brechas sociales que aún existen. Celebremos, por supuesto, pero siendo conscientes que aún queda mucho por hacer.