¿Qué gana y qué pierde Latinoamérica con la guerra comercial del COVID-19 entre EE.UU. y China? Dos académicas intentan dar luces sobre el tema, en conversación con AsiaLink.
Uno de los efectos no previstos e indeseados de la pandemia es la promesa sombría de una nueva guerra fría y comercial entre las dos principales potencias globales. Justo en momentos en que China parecía estar recuperándose e intentaba reactivar su economía, el presidente Trump decidió que los perjuicios del virus en su economía deberán ser cobrados con tarifas y aranceles que, desde el acuerdo de la denominada Fase 1, parecían ya superados.
¿Qué podría pasar con nuestro continente en esta confrontación?
Es algo que la Directora del Programa Asia y América Latina del Inter-American Dialogue, la estadounidense Margaret Myers, y la Directora del Instituto de Estudios Internacionales de la Universidad de Chile, la mexicana Dorotea López Giral abordaron en el webinar “La geopolítica del Covid-19: China, Estados Unidos y América Latina”, que organizó esta semana la Fundación Chilena del Pacífico.
En su ponencia, Myers destacó como factores determinantes la recuperación económica del gigante asiático; las medidas y reformas a estímulos económicos por parte de China, y la política de Estados Unidos hacia la potencia emergente.
A su juicio, “la recuperación de nuestra región dependerá del alcance de la recuperación china, nación que parece estar volviendo a la normalidad, aunque con importantes pérdidas de puestos de trabajo y con una no menor deuda local que ha impactado fuertemente su sistema financiero”, expresó.
En este contexto, América Latina ha sentido la desaceleración de la demanda china, principalmente en el sector petrolero; se encuentra expectante frente al estado de los acuerdos económicos que China había anunciado pre-pandemia, y le preocupan los innumerables obstáculos que se pondrán a la inversión externa china, entre otros.
Respecto de la actividad futura del gigante asiático en América Latina, Margaret Myers reconoció que esta se verá afectada por las medidas que China adopte para impulsar su economía y que, se prevé, “serán muy distintas a las materializadas en 2008. Sobre el particular, destacó que la inversión China se concentrará en alta tecnología e infraestructura, al tiempo que realizará grandes esfuerzos por reactivar sus exportaciones, las cuales han sufrido un evidente retroceso en los últimos meses”.
Apostar por el pragmatismo. Respecto de China, Dorotea López reconoció la necesidad de redefinir el concepto “One Belt One Road”, pues las finanzas estatales chinas han venido decayendo en nuestra región y que las nuevas inversiones y proyectos chinos en América Latina apuntan a sectores estratégicos y tecnológicos. “Sobre esto podríamos inferir que las inversiones y proyectos de la iniciativa china en América Latina se focalizarán aún más en los socios estratégicos chinos que en la región en general”, afirmó la académica de la Universidad de Chile.
López enfatizó la necesidad de comprender la relación Estados Unidos-China en función de sus complejas realidades domésticas. “Por ende, parece prematuro o equivocado el paradigma de un dilema bipolar, el que significaría que el resto de la comunidad internacional deba tomar parte, gradualmente, por alguna de estas dos naciones en disputa, para resolver las dificultades internas. Es natural que las naciones tengan dificultades y diferencias, pero esto no significa convertir la economía y el comercio internacional en un juego de suma cero. Además, no parece ser una pelea por la implementación de un modelo ideológico sino más bien pragmático”, afirmó.
En conversación con AsiaLink, Dorotea López profundizó algunos puntos clave del dilema latinoamericano.
- ¿Qué fortalezas tiene el continente en su relación ya sea con China o con los Estados Unidos, tomando en cuenta que estamos todos deprimidos por el COVID-19?
Pues, yo no estoy muy optimista en materia de las fortalezas; creo que tendríamos que hacer de esto una oportunidad y lo tendríamos que hacer dándonos cuenta de que tenemos que vincularnos, que tenemos que unirnos en las cadenas de valor, que necesitamos repensar el rol del Estado y nuestra participación en el multilateralismo o en plurilateralismo. El continente viene de muchos años de bajo crecimiento, se habla de la media década o casi la década perdida; tenemos crisis sociales, fuertes desigualdades, pobreza. Obviamente con distintas intensidades y distintos panoramas, no es lo mismo hablar de México o de Brasil que hablar de Chile, pero yo creo que como región es el momento de hacer y de buscar más allá de una América Latina a lo mejor varias Américas Latinas, es decir, volver a jugar con el tema de la geometría variable. Me parece que estamos en un momento súper complejo, pero que podemos hacerlo una oportunidad más allá de las fortalezas que podamos tener.
- ¿Cómo ves posicionados en esta “guerra” a los dos países más importantes de la región, México y Brasil? Por una parte, AMLO ha dicho que la debilidad comercial en China debido a las tensiones comerciales con Estados Unidos sería beneficiosa para la economía mexicana y, por otra, nos enteramos a través de un video que el gobierno de Bolsonaro considera a China como “ese tipo que sabes que tienes que soportar”?
La relación México-China ha sido una relación tormentosa, por el nivel de dependencia (…) México claramente en China no tiene un socio comercial, no tiene un cliente. A diferencia de lo que puede ser para América del Sur. Eso quedó demostrado cuando México fue quizás uno de los países que más cuestionó el ingreso de China a la OMC. Ahora, la declaración de López Obrador tiene que ver un poco también con esta idea de que en el corto plazo uno puede, a lo mejor, aprovechar ciertos problemas, pero que realmente no creo que resulten en el mediano plazo. Tratar de entrar a sustituir lo que China no le venda a Estados Unidos implica reestructuraciones productivas en las que tendríamos que invertir de manera muy seria y no estamos en esa posición. Lo claro es que México sigue dependiendo en un 86% de los Estados Unidos.
Sobre Bolsonaro, efectivamente, a veces parece ser más trumpista que Trump, y parece estar mucho más alineado a los Estados Unidos de lo que los mismos Estados Unidos en algún momento le pide. Pero, sin duda, cuando tu principal producto es la soja y tampoco has logrado modificar tu canasta exportadora, y el nivel de consumo que tiene China, bueno, los factores económicos se rigen en esa relación. En México decimos que “no hay loco que coma alumbre”, es decir, cuando los elementos pragmáticos te tienen que regir en algunas cosas, terminas tomando ese camino y, sin duda, la soja y mucha de la energía no renovable y la posibilidad de inversión de China en la iniciativa de la Franja y la Ruta también generan para Brasil una oportunidad…(Estados Unidos) está ahora absolutamente absorto en su realidad doméstica y sin un proyecto para ningún país ni para la región. O sea, si uno quiere esperar apoyo, claramente en estos momentos Estados Unidos no está en esa posición, y Bolsonaro es el presidente de un país que tiene que sacar adelante. Los dos países que planteas son de una complejidad política y económica (que va) mucho más allá de lo que se puede entender cuando uno vive en países como Chile, cuya complejidad es mucho menor en lo económico y en lo político.
- ¿Y en el caso de México, qué pasará con el T-Mec, que entra en vigor el 1 de julio de este año?
Bueno ahí hay una cosa que es súper peligrosa, en términos de qué tanto se va a usar (el recurso de) China como economía de Mercado: ya el T-Mec está firmado con esta cláusula que dice que tú no puedes tener acuerdos con aquellos países que no sean economías de Mercado, y los grandes países no han reconocido a China como tal, a pesar de que este era uno de los compromisos que el país tenía después de 2001, al ingresar a la OMC...que en 15 años tenía que ser reconocida como economía de Mercado. Ahí están los grandes problemas de las empresas, del Estado: ¿cómo se va a enfrentar este tema y hasta dónde Estados Unidos va a llevar esta cláusula al resto de sus acuerdos comerciales? ¡y hasta cuándo los países podemos seguir sosteniendo esta postura no alineada? En nuestra región hay tres países que tienen acuerdos comerciales con China y EE.UU. al mismo tiempo - Chile, Perú y Costa Rica- y no tienen esa cláusula, solo le pertenece al T-Mec.
- ¿Y qué rol o posibilidad le atribuyes a instituciones como la Fundación Chilena del Pacífico, a la Cepal a del Instituto de Estudios Internacionales que tú presides, de ser oídas por los gobiernos de cada nación latinoamericana para avanzar en esta especie de nuevo trato post-pandemia?
Creo que se están dando instancias, como los webinars, que nos permiten a todos (los centros de estudios y políticas) en la región aprender a pensar juntos, porque muchas veces pensamos al mismo tiempo el mismo tema todos por separado y es necesario, para ser oídos, si nos preocupa lo mismo, que podamos proponer lo mismo (a los gobiernos). Creo que estos centros de pensamiento tienen siempre la forma de posicionarse entre los Estados y de llevar el debate a otras esferas. El pensamiento académico experto, además, tiene un rol muy importante, porque reúne no solamente a académicos, sino que dialoga con el sector privado y dialoga con el sector público y con la academia; yo creo que ese diálogo entre las instituciones se vuelve esencial en una pandemia y, además, de alguna manera le pone urgencia a la necesidad de tomar posicionamientos y (evaluar) escenarios.