Los tratamientos oncológicos pueden ocasionar efectos secundarios que se manifiestan hasta años después de recibir el alta.
Cada año se diagnostican aproximadamente 300.000 nuevos casos de cáncer en niños de todo el mundo, según la Organización Mundial de la Salud (OMS). En España, cerca del 80 % de los menores se cura. Sin embargo, recibir el alta no significa que su salud no se vaya a resentir en los siguientes años.
“Los pacientes que han superado un cáncer en edad pediátrica pueden experimentar problemas metabólicos, neurológicos, endocrinos y segundos tumores años después”, señala Antonio Pérez, director de la primera Unidad de Terapias Avanzadas en Cáncer Infantil de España.
“Estos efectos secundarios aparecen no solo a consecuencia de la enfermedad, sino también a causa de los tratamientos empleados para curarla, especialmente la quimioterapia y la radioterapia, que atacan indistintamente las células cancerígenas y las sanas a medio o largo plazo”, añade.
En España, un equipo de investigación de la Fundación Pública Andaluza Progreso y Salud y otro del Hospital Nacional de Parapléjicos trabajan para encontrar estrategias que mejoren la seguridad y efectividad de las terapias contra el cáncer cerebral infantil y los tumores ependimarios, que afectan al cerebro de los niños.
Prevención de las complicaciones neurológicas
Los tratamientos del cáncer cerebral infantil producen graves problemas neurológicos que impiden que los niños lleven una vida normal después de curarse. El objetivo del proyecto de la Fundación Pública Andaluza Progreso y Salud - CABIMER es prevenir estos efectos secundarios de la radiación oncológica en modelos preclínicos.
“Los niños representan el grupo más vulnerable a las secuelas de la radioterapia ya que su cerebro se encuentra en pleno proceso de desarrollo. Pueden experimentar dificultades de aprendizaje y memoria, déficits de atención, deterioro intelectual y velocidad de procesamiento”, declara a Sinc Vivian Capilla-González, investigadora principal del proyecto +VIDA.
“Ante esto, queremos desarrollar una estrategia basada en el uso de un medicamento celular, elaborado a partir de células madre mesenquimales tomadas de la grasa de donantes. El propósito principal es prevenir las complicaciones neurológicas que aparecen tras la radioterapia en niños con cáncer cerebral, mejorando así su calidad de vida”, precisa.
En la primera fase de la investigación comprobarán la seguridad y efectividad del trasplante del medicamento celular por vía nasal en ratones con glioma –un tipo de tumor que se origina en el cerebro o la médula espinal–. Para los expertos, la traslación de este proyecto a estudios clínicos contribuirá a aumentar el éxito de la radioterapia en pacientes con tumores cerebrales y minimizará los daños asociados a este tratamiento.
“Hasta ahora no se ha desarrollado ningún tratamiento efectivo para reducir los problemas neurológicos asociados a la radioterapia”, señala la investigadora.
“El uso de un medicamento celular es una estrategia novedosa para abordar este problema desde la raíz. Como el trasplante de células madre mesenquimales reduce la inflamación que ocurre en el cerebro tras la radiación, con este nuevo enfoque atacamos una de las principales causas que desencadena las complicaciones neurológicas tras la radioterapia”, concluye.
Nuevas armas contra los tumores ependimarios
En el Hospital Nacional de Parapléjicos, centro dependiente del Servicio de Salud de Castilla-La Mancha, un equipo de investigadores liderado por el neurocientífico Daniel García Ovejero estudia los tumores ependimarios o ependimomas. Este tipo de cáncer, que representa el 2-3 % de todos los tumores del sistema nervioso, afecta al cerebro de los niños (es el tercer tumor pediátrico más común) y a la médula espinal de los adultos.
Actualmente, se emplea la cirugía, en algunos casos acompañada por radioterapia, para curar la enfermedad. No obstante, los pacientes con peor diagnóstico ––generalmente niños menores de 3 años–, pueden sufrir recaídas hasta 15 años después del primer tratamiento. En estos casos, la reaparición del tumor y la acumulación de operaciones complican su recuperación.
"No se conoce la causa de los ependimomas y no hay a día de hoy herramientas claras que combatan estos tumores", afirma García Ovejero. El objetivo de su proyecto es comprobar si hay presencia activa de los retrovirus endógenos humanos –elementos virales que forman parte del ADN humano– en los tumores y si son malignos. De ser así, probarán si los fármacos antirretrovirales pueden combatirlos.
“En primer lugar, queremos comprobar si hay presencia activa de retrovirus endógenos humanos de la familia HML-2 (HERVK HML-2) en los ependimomas o, al menos, una mayor expresión de HERVK en el tejido tumoral”, señala el especialista.
“Si los HERVKs se expresan más en los ependimomas que en el tejido normal, la segunda parte del proyecto consistirá en intentar saber si contribuyen a la malignidad y si pudieran ser, por tanto, nuevas dianas terapéuticas. Para ello intentaremos bloquear su función usando fármacos antirretrovirales sobre cultivos de líneas celulares de ependimoma humano”, añade.
Según García Ovejero, si la investigación tiene éxito, probablemente se puedan desarrollar mejores estrategias para bloquear los HERVKs con técnicas más modernas basadas en interferencia génica o inmunoterapia.