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Cinco razones por las cuales no debe elegir un amigo como socio
Viernes, Septiembre 7, 2012 - 13:51

Gabriel Rovayo es director general en la ecuatoriana IDE Business School, y presidente de Roadmak Solutions.

Cuando mis alumnos me comentan que han decidido emprender, antes de escuchar su modelo de negocios y antes de que me enseñen sus proyecciones financieras, les pregunto: ¿quiénes son tus socios? Para mí, esta es la pregunta más relevante porque el modelo de negocios se modifica, los números se recalculan, el capital se consigue; pero los socios funcionan o no. Y cuando la sociedad no prospera, el futuro del negocio puede verse en serio riesgo.

En este contexto, el error más común de los emprendedores es escoger al socio solamente por una de sus dimensiones, ya sea por el capital que tiene disponible, por su especialidad en un tema o por simples lazos de amistad o de sangre. Pero, ¡ojo!, a los potenciales socios hay que analizarlos globalmente. Un socio es mucho más que un colega de trabajo, es quien nos ayudará a lograr una gestión más eficiente, es con quien repartiremos responsabilidades y compartiremos el riesgo. Tolerancia, respeto y confianza son las tres claves para que una sociedad funcione.

De ahí que escoger un buen socio sea una decisión tan relevante en el proceso de emprendimiento, comparto aquí algunos criterios que vale la pena tomar en cuenta antes de invitar a alguien a participar o antes de aceptar entrar en sociedad:

1. Fijarse en si la otra persona comparte nuestra visión, pasión y valores.

2. Analizar sus niveles de madurez emocional y profesional.

3. Siempre es preferible la gente con quien se tiene empatía.

4. Indagar sobre su reputación.

5. Investigar sobre su experiencia directiva.

6. Buscar alguien que nos complemente.

Escoger socios entre los amigos es una decisión muy delicada, pues las implicaciones pueden afectar el negocio o la amistad. Si no se separan adecuadamente estas dos dimensiones, si no se ponen límites, si no se aclaran las condiciones y las reglas, el resultado puede ser lamentable: quedarse sin pan ni pedazo; sin negocio y sin amigo.

Por eso, vale la pena tener en cuenta las siguientes consideraciones:

1. La sola condición de amistad no garantiza que el negocio vaya a prosperar. Es importante tener confianza en los socios, pero el negocio requiere conocimiento del mercado, cumplimiento de responsabilidades en tiempos definidos y, si su amigo es de confianza, pero no conoce del negocio, usted perderá amigo y negocio.

2. La amistad puede interferir en los protocolos de jerarquía. Es importante recordar que, además de socios, las personas ocupan roles dentro de la empresa: gerentes, presidentes, vicepresidentes, etc. Entonces, en sesiones de Directorio son iguales, pero en la operación cotidiana hay una relación de subordinación. Es común que los amigos transfieran un trato muy coloquial a los contextos empresariales y, consciente o inconscientemente, desautoricen o desafíen la autoridad de su socio.

3. La amistad distorsiona los motivadores adecuados. Es común ver que los amigos creen tener ciertos privilegios dentro de un negocio, pues el amigo ‘les debe’ grandes favores del pasado. Esto distorsiona las relaciones laborales, pues se condicionan a situaciones extra empresariales que, para el resto de accionistas, resultan inexplicables e irrelevantes y los incomoda e indispone.

4. La amistad puede influir en el resultado esperado. Ocurre también que los amigos piensan, tácitamente, que su condición les otorga igualdad de condiciones dentro de una sociedad y subestiman el aporte de otros en términos de capital, network o know-how. En consecuencia, creen que merecen recibir, necesariamente, la misma utilidad que los otros o, trabajan menos para compensar.

5. La amistad hace que los límites se atenúen. Es muy común que los amigos que se vuelven socios, intimen menos para que esto no incida en las decisiones empresariales. También puede ocurrir que los espacios de intimidad empiezan a llenarse con conversaciones empresariales. Entonces, se lleva la amistad a la empresa o la empresa a la casa. Y ninguno de los dos escenarios funciona.

Autores

Gabriel Rovayo