No estar midiendo constantemente el aporte que se hace, evitar la lucha de poder y mantener constatemente el diálogo son parte de los consejos que da experta del sitio de citas Match.com.
El dinero como símbolo de poder puede llegar a ser “un tremendo tema” en cualquier relación, especialmente en una de pareja. La clave para que no se generen ruidos es buscar consensos.
Con los años todas las sociedades cambian. Las nuevas generaciones, por ejemplo, no suelen tener problemas a la hora de dividir la cuenta en la primera cita. Sin embargo -según cuenta Valeria Schapira, experta en relaciones del sitio de citas Match.com- las mujeres con más de 30 años de edad suelen considerar inadmisible que en la primera salida un hombre no ofrezca, al menos, invitarlas.
Si las “cuentas” del diálogo están claras, el dinero no ha de convertirse una fuente de conflicto. De acuerdo a una reciente encuesta elaboarada por el citado sitio, la situación financiera de un potencial compañero casi no aparece como un filtro.
Sólo un 7 % de los usuarios manifestó que para ellos es un tema importante al momento de buscar pareja, siendo aún más irrelevante para los hombres que para las mujeres.
Para que la economía no constituya un punto de fricción, es importante fijar el contrato tácito en cuestiones financieras. Cada pareja es un mundo y en ese mundo han de establecerse las pautas de convivencia.
Schapira subraya cinco puntos importantes a la hora de buscar el equilibrio:
- El diálogo es vital. Hablar del dinero, como de tantos otros temas importantes, es garantía de evitar diferencias. No tiene por qué ser un problema pensar diferente acerca de cómo disponer el capital individual o mutuo en la medida en que esté charlado y se busque llegar a un acuerdo.
- Hay que evitar la lucha de poder. Que uno de los dos miembros de la pareja aporte económicamente más que el otro no quiere decir que eso lo haga más “importante” en la relación. Quizás se trate de algo transitorio o de una manera de encontrar el equilibrio familiar para poder destinar más tiempo a los hijos, por ejemplo. Si una de las dos partes comienza a resentirse es bueno explorar qué conflicto subyace detrás de lo que es, aparentemente, una diferencia de tipo material.
- Algo no anda bien si se está permanentemente midiendo lo que aporta cada quien. Quizás haya momentos en que uno de los dos gane más que el otro, por ejemplo o esté sin trabajo. Hay que tener en cuenta que la realidad es cambiante. La rigidez en temas financieros – como en cualquier otra materia – no es buena consejera.
- Es bueno preservar la individualidad. Si bien cada pareja suele establecer un fondo común y tener su organización económica, cada quien suele llegar a la relación con sus ahorros previos. Meter todo el capital en la misma bolsa puede ser contraproducente.
- Practicar la tolerancia. Cada persona tiene su peculiar relación con el dinero y lleva su conducta al ámbito de la relación. Quizás lo que para uno parezca un gasto desmedido, al otro le suene a inversión. Es importante respetar la individualidad en la medida que se trate del propio patrimonio y no haga peligrar la economía familiar.
Finalmente, la experta la única dinámica posible es "diálogo, diálogo, diálogo". Insiste en que esa "es la única manera de llegar a consensos que permitan construir una relación, también en materia de finanzas".