Por Maribel Ramírez Coronel, Periodista en temas de economía y salud para El Economista.
Si en México hay unos 50.000 establecimientos que venden productos herbolarios, suplementos alimenticios y de medicina naturista y éstos ingresan muy conservadoramente un promedio de 100.000 pesos (US$ 4.900) anuales, hablamos de un sector con una derrama generada por no menos de 5.000 millones de pesos (US$ 246 millones).
Es una primera estimación hecha por la Federación Nacional de la Industria de Herbolaria y Medicina Alternativa, Tradicional y Naturista (FNIHMATN) que preside Emmanuel Zúñiga. Pero no incluye toda la cadena productiva, como recolectores, productores, distribuidores y consultorios de la llamada medicina alternativa. Si se hace, la cifra se eleva en varios ceros y revela una rama de la industria de la salud que no ha sido lo suficientemente vista ni entendida.
Es un sector que tiene su relevancia y un gran potencial no sólo por su peso económico, sino porque permea de manera profunda entre la población mexicana: de acuerdo con el Inegi, ocho de cada 10 mexicanos recurren a la medicina tradicional.
Se entiende el porqué la autoridad sanitaria acoge a la medicina tradicional y herbolaria y le orienta para ir por el correcto camino regulatorio. Es una industria que reúne a productores de remedios, suplementos, ungüentos, extractos, infusiones, tés, etcétera. De lo que se trata, nos dice Julio Sánchez y Tépoz, titular de la Cofepris, es de asegurar que estos productos sean seguros, de calidad y eficaces para quienes los consumen que son 80% de la población.
Ayer, el comisionado de la Cofepris firmó con la FNIHMATN un convenio de colaboración rumbo a una regulación acorde con la realidad de este sector que recupera de muchas maneras los conocimientos ancestrales de la medicina tradicional mexicana. Dicho convenio es histórico no sólo porque por primera vez hay un compromiso público por parte de las autoridades nacionales de salud para respaldar y orientar al sector, sino porque además permite romper con el estigma sobre los remedios herbolarios que en otro momento se vieron como productos milagro.
Hoy es claro que no lo son.
La normatividad para este sector existe desde hace cuatro años, pero la gran mayoría no la cumplía porque en principio los productores ni enterados estaban de que debían avisar de su operación a la Cofepris.
Hoy saben además que deben cumplir con normas de calidad de producción y delimitar si producen suplementos o remedios, conforme la regulación vigente. Pero justamente la idea de la Federación es trabajar con la autoridad para encontrar una clasificación que más se adecue a su realidad y a sus productos.
Hay un camino andado y es evidente que no es deseo de la autoridad desaparecer la herbolaria, sino que hay interés de orientarles para cumplir y hacia el futuro para lograr una regulación más acorde y funcional.
La firma del convenio mencionado arrancó con la realización del primer Foro Nacional de Regulación Sanitaria de la Cadena Productiva de la Medicina Tradicional y Herbolaria. Entre otras cosas se tocó lo relativo a la lista de 80 hierbas que siguen prohibidas (antes el número llegaba a casi 400) y la autoridad mostró total disposición a trabajar para encontrar caminos que permitan su uso en forma vigilada, bien medida y sin riesgos.
No hay duda de que es un sector con mucho potencial que conforme va se podrá ir incorporando al sistema formal de salud, pues el propio regulador sanitario lo ve con buenos ojos dado el mejoramiento en sus procesos, ya que está incorporando tecnología, se está profesionalizando, hoy contrata a químicos, médicos y otros profesionales de la salud y seguramente crecerá de manera importante mirando no sólo hacia dentro sino hacia el exterior. Además, no olvidemos que está próxima la salida del reglamento para cannabis medicinal y que hay una clara relación, pues ésta también es una hierba.