La tecnología y la educación están siendo utilizados en todos los niveles de la educación, generando debate. En esta ocasión, Eugenio Severin refiere a continuación principalmente sobre cómo podemos distinguir programas online de calidad y de qué manera aprovecharlos.
Con una rapidez asombrosa, los programas online se van multiplicando y ganando notoriedad. Ya no se trata sólo de cursos cortos, sino que ahora vemos varios programas de mayor duración, con maestrías incluidas en el catálogo, lo que responde a una necesidad por democrarizar el contenido y dar mayor flexibilidad a los estudiantes.
Esta democratización del conocimiento continúa hasta hoy, expandiéndose a otras plataformas y casas de estudio que se emplazan en la región y que ofrecen contenidos en castellano. Lo cierto, es que junto con esta masificación también han aparecido programas, como los MBA y otras maestrías, que se pueden cursar de forma blended, mezlcando clases presenciales y a través de internet.
Este escenario ha dado pie a que se analicen las variadas ofertas, junto con su valoración y cuestionamiento, de forma de elegir una enseñanza que se adapte a las necesidades, pero sin perder valor.
Es por esto que quisimos hablar con Eugenio Severin, director Ejecutivo y cofundador de "Tu clase, tu país", emprendimiento social que busca contribuir a la calidad de la educación en Chile y América Latina, mediante el apoyo a profesores, para que encuentren un espacio de desarrollo profesional.
-Cada día la educación online acapara más la atención, de la mano de plataformas como Coursera y Miriadax, entre otros, junto con universidades y escuelas que cuentan con este formato. En esta evolución, ¿en cuánto tiempo y cómo la educación en línea ganará prestigio y mayor demanda?
La educación en línea está ganando participación y prestigio rápidamente en todo el mundo. En los últimos años ha tenido un enorme auge, sin embargo, es interesante darse cuenta que en América Latina ha costado que tome su espacio. Si uno revisa lo que está pasando en Estados Unidos o Europa, desde hace mucho rato que la educación en línea tiene un rol importante, sobre todo en la educación superior, o la misma expansión de los MOOC, que son estos cursos masivos en línea, que fueron muy importantes para la enseñanza y el conocimiento.
En América Latina nos ha costado más, probablemente, porque también somos más desconfiados con estos nuevos mecanismos. Sin embargo, en los últimos años igual se han estado haciendo un espacio importante.
En la medida en que las plataformas se hacen más ricas, integrales, mejora la conectividad y se masifica el acceso a dispositivos, entendemos mejor cómo funciona la experiencia de aprendizaje en línea y por lo tanto, podemos mejorar la calidad de la oferta. Efectivamente, en el mundo desarrollado la educación en línea ya forma parte natural del panorama de opciones para la formación a lo largo de la vida, y así será próximamente en Chile también.
-Pese a que este tipo de modalidad es más accesible, no todas las personas son disciplinados o tienen la habilidad de aprender de forma autónoma, ¿es un error que algunas escuelas o instituciones crean que todos pueden aprender de esta forma e impartan cursos netamente online? ¿Cómo lograr el equilibrio?
Efectivamente, el aprendizaje en línea, al menos hasta ahora, suele ser una experiencia más personal e individual, y en esa perspectiva, requiere más autodisciplina, responsabilidad y autonomía por parte del aprendiz, para perseverar aún estando en un ambiente menos controlado. Por lo tanto, el potencial logro tiene que ver con la evaluación que uno mismo debe hacer de sus características personales, y también en cómo la oferta formativa combina experiencias diversas: en línea, presenciales, e híbridas (blended).
Una de las maneras de lograr ese equilibrio que mencionas es, por ejemplo, el acompañamiento de un tutor bien preparado, que en las ofertas que hacemos en Tu Clase funciona como un par o colega docente que te guía y retroalimenta tus ejercicios durante la realización del curso, con el objetivo de ayudar al aprendiz a completar el curso, y lograr los aprendizajes esperados.
-Algunas escuelas se niegan a tener programas totalmente online, porque dicen que se pierde el networking, y por eso crean cursos de larga duración a los que denominan blended, los que combinan clases online con encuentros presenciales. ¿Es esta una forma de ganar-ganar o existen otros métodos para no perder el contacto cara a cara?
En este período de transición, parece una sana solución la oferta de programas semipresenciales o blended, ya que permiten efectivamente tratar de sacar provecho a las ventajas de cada modalidad: la flexibilidad y ubicuidad de la educación en línea, con el contacto personal y la disciplina de lo presencial.
Existen también otras alternativas, como lo son las comunidades virtuales de aprendizaje, las cuales le permiten al aprendiz interactuar con otros, compartir conocimiento, crear redes de contacto y acompañarse durante el proceso formativo. Nosotros acabamos de crear la Comunidad Tu clase, abierta y gratuita para todos los profesores de Chile (https://comunidad.tuclase.cl)
-A la hora de elegir un curso bajo esta modalidad, ¿qué se debería evaluar?
En lo esencial, lo mismo que se evalúa en un curso presencial: la calidad de la propuesta formativa, las credenciales de los profesores o instructores, la seriedad de la institución y la calidad de los materiales. En lo particular, también es importante evaluar la calidad de la plataforma tecnológica, ya que lamentablemente hay algunas plataformas muy básicas y mal configuradas, calidad que se mide en el SLA comprometido, es decir, el porcentaje del tiempo que la plataforma estará disponible y bajo el cual es exigible una garantía o la devolución del dinero. Cualquier institución que no comprometa un SLA superior al 98% debería ser sospechosa.
-¿Hay alguna forma de medir la calidad de estos programas o sólo nos queda guiarnos por las acreditaciones y prestigio de las casas de estudio que los dictan?
Sí, en cuanto a la reputación, los requisitos y las formas de medir son exactamente las mismas para cualquier modalidad: la calidad y prestigio de la institución o los académicos que imparten el programa y/o la recomendación de otros que han tomado el mismo programa.
La verdad es que hoy, con los progresos de las plataformas tecnológicas, que son mucho más ricas, interesantes y más profundas respecto del seguimiento que se le pude hacer a los estudiantes, además, de todo lo que se ha aprendido desarrollando contenido en línea en los últimos años, es perfectamente posible encontrar experiencias de aprendizaje en línea sea tanto o más rica que una experiencia presencial.
- ¿Qué programas se pueden aprender sin problemas bajo este formato y cuáles otros es mejor hacerlos presenciales?
En principio, cualquier contenido podría, con un buen diseño pedagógico, ser parte de un programa en línea. Pero, por supuesto, aquellos contenidos que están más conectados con el intercambio personal, con el desarrollo de habilidades socioemocionales, pueden ser más fácilmente desarrollados en espacios presenciales.
En general, los programas de formación en línea son súper interesantes cuando se trata de profundizaciones de contenidos previos, como programas de postítulos, especialización o formación continua. En este sentido, los contenidos técnicos son mucho más fáciles de traspasar vía online. De hecho, hay experiencias muy interesantes a nivel escolar, de uso de plataformas de aprendizaje en línea, para complementar el trabajo en aula. Hay toda una línea de innovación educativa que se llama Flipping the classroom (o aula invertida), que se pregunta cómo utilizar las herramientas tecnológicas para que los alumnos aprendan en ellas los contenidos básicos del currículo escolar, y así utilizar el momento de la clase en el colegio, como un espacio más social y de trabajo práctico con los compañeros, más colaborativo.
- ¿Cuáles son los beneficios de hacer un programa online a nivel personal y profesional?
Las grandes ventajas son, a mi modo de ver, de dos tipos. La primera tiene que ver con la conveniencia y la flexibilidad. Los programas en línea dan más manejo del tiempo y el espacio de aprendizaje al aprendiz, por lo que si una persona vive lejos de los centros formativos o tiene otras ocupaciones, gana libertad en su proceso de formación. La segunda ventaja me parece que es que, si se trata de instituciones serias, la oferta formativa en línea puede ser muy rica y actualizada, utilizando distintos lenguajes (textuales, audiovisuales) y distintas aproximaciones, más activas, como simulaciones, juegos, entre otros, haciendo más interesante la propia experiencia de aprendizaje que ir a una sala a escuchar a alguien hablar.
- ¿Cómo debería evolucionar la enseñanza en universidades?
No soy experto en enseñanza universitaria. Sé que en este nivel es donde ha habido mayor experiencia en el uso de experiencias en línea, sobre todo en el ámbito de los postgrados y la formación continua, pero si uno mira la experiencia internacional, puede ver que hay un fuerte crecimiento de las estrategias en línea, tanto para ampliar el alcance de sus propuestas, como para flexibilizar el acceso de la población adulta.
Lo sí creo es que hoy el mundo contemporáneo nos exige formarnos mucho más y más frecuentemente, y en ese sentido la educación en línea se va ir transformando en algo mucho más necesario. Hoy la vida cotidiana no nos deja los tiempos para hacer siempre cursos o programas presenciales, entonces lo más probable es que muchas de esas formaciones profesionales tengan formatos en línea que flexibilizan el tiempo y las oportunidades, sobre todo para aquellos que viven geográficamente más lejos.
- A nivel escolar, ¿se sabe utilizar la tecnología para enseñar y generar conocimiento?
Después de muchos años, en que las maravillas y los alcances de las tecnologías nos han sorprendido una y otra vez, las escuelas y los ministerios de educación han ido asumiendo que éstas no significan ni representan un milagro educativo en sí mismo, sino que son un instrumento y complemento increíblemente poderoso, y hasta indispensable.
De hecho, hoy es inimaginable una escuela del siglo XXI que no haga uso sistemático e intensivo de ellas, pese a que la clave está en el diseño y la construcción de experiencias de aprendizaje significativas lo más personalizadas posibles para cada estudiante.
Finalmente, el aprendizaje en línea es un complemento del aprendizaje presencial que ayuda a determinados perfiles de personas y para determinados temas. No hay que satanizarlo o ningunearlo, ni idealizarlo o convertirlo en una panacea que solucionará todos los problemas. Es una ayuda y poderosa.
-En este mismo escenario, ¿cuál es el método más eficaz?
No hay un método único, no hay bala de plata. Lo que hay es que ante cada contexto auténtico, en cada sala de clases, con su realidad única, hay un profesor junto a su equipo de trabajo, quienes tienen que tener la posibilidad y la capacidad de tomar buenas decisiones pedagógicas. A veces será con el método A, a veces con el B. Por eso es que la clave sigue siendo apoyar a los profesores y profesoras con recursos, criterios, tiempo y confianza en su desempeño profesional.
-¿Qué se debe considerar a la hora de diseñar un programa para profesores y alumnos en materia de aprendizaje basado en tecnología?
Lo primero es sacarse de la cabeza que los profesores deben ser usuarios expertos en tecnología. Eso es muy difícil, y sus estudiantes siempre sabrán más de tecnología que ellos. Los docentes deben entender el potencial, y diseñar experiencias de aprendizaje que les permitan a los estudiantes desplegar sus talentos.
- ¿Qué necesita Chile para crecer en esta materia?
En primer lugar, confiar en sus profesores, entregarles más herramientas, mejor formación y más reconocimiento. En segundo lugar, se necesita un cambio muy radical del currículo escolar, el cual hoy está repleto de contenidos segmentados en disciplinas, lo que no deja espacio a la flexibilidad y la adaptación de contenidos y metodologías a las condiciones de contextos locales, y menos aún para el trabajo personalizado con los estudiantes, de manera de reconocer sus talentos personales y asegurar que todos y cada uno de ellos alcanza los objetivos de aprendizaje propuestos. Definitivamente no vamos a poder tener el salto de calidad que necesitamos con un currículo y una experiencia escolar que tiene la estructura de la escuela del siglo XVIII.