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Colombia importa técnica de disección endoscópica de la submucosa para atacar tumores gástricos
Lunes, Enero 25, 2016 - 09:33

Arepas asadas y el sushi se vinculan con los altos niveles de cáncer gástrico en Colombia y Japón. Sin embargo, en este último la prevención quirúrgica es muy superior. 

El EspectadorGonzalo Robledo*. ¿En qué se parecen una arepa asada al carbón y un plato de sushi? La respuesta a esta pregunta la tienen desde hace tiempo médicos como el doctor César Ortega, gastroenterólogo que acaba de terminar un curso de endoscopia avanzada en el Centro Nacional de Cáncer de Japón (NCC). Los dos alimentos emblemáticos, que a primera vista podrían tener lo mismo en común que un arriero paisa y un samurái, figuran en la lista de principales culpables de la alta incidencia del cáncer gástrico en sus respectivos países.

La arepa tostada, explica el doctor Ortega, es un gran portador de partículas de benzopireno, un generador de cáncer presente en todos los alimentos asados a la leña o al carbón, o cualquier otro método que produzca hollín. En Colombia la mortalidad por este cáncer es alta en Boyacá, Cundinamarca, Tolima y Santander, y es especialmente notoria en Nariño, donde uno de los platos típicos es el cuy asado al carbón.

El sushi, por su parte, es un hábitat ideal para el Helicobacter pylori, una bacteria cancerígena que sólo se mata cociendo los alimentos, un despropósito para una exquisitez gastronómica que basa su reputación en la amplia variedad de pescados crudos colocados sobre arroz blanco pasado por vinagre dulce.

 Los factores hereditarios y el alto consumo de sal también contribuyen al infausto hermanamiento colombo-nipón en las estadísticas de cáncer gástrico, que en Japón ocupa el segundo lugar en el cáncer de hombres (después del de pulmón), pero está considerado de fácil curación. En Colombia, el cáncer gástrico suele liderar las cifras de incidencia y mortalidad debido a que por lo regular se detecta en los estadios más tardíos, cuando ya no tiene cura.

El éxito japonés en la lucha contra el cáncer de estómago está ligado a su avanzada tecnología médica, pero depende sobre todo de una rigurosa campaña preventiva que desemboca en el diagnóstico precoz, afirma el doctor Ortega.

En el país, y en gran parte de occidente, el paciente típico es aquel al que se le descubre el cáncer en estadio avanzado, cuando el tumor ha viajado del estómago, por ejemplo, a otros órganos como el pulmón, el hígado, el páncreas e incluso al útero, en el caso de las mujeres.

El doctor Ortega pasó 20 días de estudio en el Centro Nacional de Cáncer de Japón, una conocida institución para el tratamiento de lesiones tempranas y realización de la disección endoscópica de la submucosa (ESD), una técnica ideada en Japón hace una década y en la cual sólo hay seis expertos no japoneses en el mundo, cinco de ellos en Estados Unidos.

Las prácticas de disección endoscópica de la submucosa, que sirve para resecar y quitar tumores incipientes del tubo digestivo, esófago, estómago o colon, fueron supervisadas por médicos como Yutaka Saito, jefe de la división de endoscopia y una eminencia en el sector.

Previa autorización de los pacientes japoneses y con una licencia avalada por el hospital, el médico colombiano realizó 18 operaciones con un procedimiento que, admite convencido, se puede comparar a un viaje con una PlayStation 4 por el interior de un ser humano.

La diferencia, matiza, es que su endoscopio tiene un mando con 12 botones que se deben manipular con los dedos de la mano izquierda. Con la derecha, maneja un tubo que desciende o asciende por el interior del paciente a través de agujeros naturales como la boca o el recto. Por otra parte, dominar con un mando a distancia instrumentos quirúrgicos en miniatura exige una curva de aprendizaje de varios años que incluye prácticas en órganos de animales.

Aunque la endoscopia no está aún muy difundida en Colombia, o tal vez precisamente por eso, los 180 especialistas colombianos registrados en la Asociación de Gastroenterología realizan gran número de operaciones en comparación con sus colegas de otros países y algunos de ellos, como el doctor Ortega, son verdaderos todo terreno capaces de operar en diferentes órganos.

Comparada con la cirugía tradicional al abierto, la endoscopia es rápida, eficaz y, lo que es más importante para un sistema médico cada vez más controlado por factores económicos, costo-efectiva.

Su fama de poco invasiva y los cortos tiempos de recuperación hacen pensar en la cirugía del futuro, aunque se sabe que no puede reemplazar completamente las operaciones en abierto que proporciona mayor margen para detectar ganglios malignos, metástasis o desplazamiento del cáncer y tratamiento para tumores más avanzados.

Se beneficia cada vez más de la nanotecnología, de los avances de la imagen digital y a través de pantallas de alta definición detecta anomalías del organismo, marca, corta, succiona, inyecta o diseca. Junto a las obligatorias fotos turísticas del monte Fuji, donde estuvo solo un día, el doctor Ortega se llevó en su celular decenas de primeros planos de tubos digestivos japoneses con tumores en estado incipiente, algo rutinario en este país, donde el diagnóstico precoz es lo habitual dado el intenso sistema estatal de prevención.

Al cumplir los 40 años cada residente en Japón recibe un examen gratuito que de forma exhaustiva verifica el estado del aparato digestivo y receta el tratamiento. Todo está cubierto por un sistema público de salud que se nutre de una cuota obligatoria mensual y subsidios de los gobiernos central y regional. El examen se sigue haciendo cada año y si hay algún indicio sospechoso se repiten las revisiones con gastos adicionales siempre cubiertos por el seguro médico nacional.

Identificar el cáncer temprano aumenta la posibilidad de manejo curativo y está demostrado que el costo baja, afirma el doctor Ortega y explica que el gasto en un paciente terminal, difícil de salvar y con largos tratamientos, puede ser una carga económica evitable para el sistema de salud.

La colección de fotos de tubos digestivos japoneses del doctor Ortega serían un peculiar recuerdo de su paso por Tokio si no fuera porque su función es ilustrar lo que podría ser el futuro del cáncer en occidente si se adopta el sistema preventivo a la japonesa. Sólo entonces encontrar casos precoces y detener la enfermedad a tiempo dejará de ser una mera casualidad.

* Periodista y documentalista colombiano radicado en Japón.