Mientras un numeroso grupo de estudiantes no ha podido graduarse por falta cursos de inglés, la universidad dice que lo dejaron para último momento.
Unos 1.500 estudiantes de diferentes facultades de la Universidad de La Salle andan angustiados por estos días. La razón: quieren graduarse, pero no han cumplido el requisito del idioma extranjero que les permita asistir a la ceremonia de grado, o al menos a retirar el diploma por ventanilla.
Son alumnos de optometría, contaduría pública e ingeniería de la jornada nocturna que a través de las redes sociales y en contacto directo con este diario mostraron su inconformidad por la manera en que La Salle viene dándole manejo a este condicionante para efectos de obtener el diploma que acredite a los estudiantes como profesionales.
El Espectador consultó la partes y se evidencia un tire y afloje en el que tanto la universidad como los estudiantes dicen tener la razón, pero también, en últimas no se vislumbra una pronta solución.
Según algunos de los estudiantes, el problema radica en que, no obstante que la universidad exige un nivel B1 de inglés- que de acuerdo con el Marco Común Europeo corresponde a un nivel intermedio- la universidad no brinda horarios adecuados, la oferta de cupos es limitada y los alumnos de jornada nocturna no tienen tiempo para realizarlos en otras instituciones, simplemente porque en el día trabajan.
“Sabemos que como estudiantes al momento de ingresar a la universidad debemos aceptar sus condiciones. Una de ellas es tener un nivel B1 de inglés. La universidad ofrece siete niveles que para ellos representan ese nivel. Lo que sucede es que mucho estudiante sobre todo de la jornada nocturna debe hacer el sacrificio de pagar la carrera universitaria. Muchas veces si tenemos para el semestre no tenemos para el nivel inglés; ni el dinero ni el tiempo”, señala uno de los 60 alumnos que recientemente enviaron una carta al Centro de Extensión y Educación Continuada de la universidad para reclamar cupos suficientes y horarios adecuados.
La directora de dicho centro, Pilar Calvo Robayo, les respondió -el pasado 27 de enero- que la universidad dispuso de una modalidad de cursos intensivos, previstos para iniciar a mediados del mes de febrero y les comunicó que debían estar pendientes de la página web para el asunto de los horarios y los cupos.
Pero esa comunicación no satisfizo a los interesados. Uno de los representantes de los estudiantes asegura que “somos más de 1.500 personas que hace uno, dos ya hasta más años terminamos materias y no nos hemos podido graduar porque esos cursos intensivos no los dictan todos los meses y los cupos son limitados. A ello hay que sumarle que si a los dos años uno no se ha podido graduar, toca hacer un semestre de nivelación, que resulta beneficiando económicamente a la universidad”.
Estudiantes de la facultad de optometría aseguran que lograron obtener un curso intensivo en diciembre pasado porque protestaron en la puerta de la universidad y presionaron la realización del mismo.
El Espectador consultó al Centro de Extensión y Educación Continuada sobre la situación y su directora pidió que las preguntas fueran enviadas vía correo electrónico. Se enviaron 14 preguntas puntuales sobre las denuncias y cifras de graduandos repesados que tiene la universidad y las mismas no fueron respondidas una a una.
La señora Calvo Robayo envió un texto en el que desmiente que haya habido protesta alguna por parte de un grupo de estudiantes y argumentó el buen clima estudiantil del centro educativo.
Reconoció que el malestar entre los estudiantes existe, aunque argumenta que se han venido dando las soluciones que le permite la capacidad del departamento a su cargo.
“Infortunadamente existe el problema de dejar todo hasta el final y lo que realmente es una oportunidad, se convierte una lucha contra el reloj que genera tensiones, malestares e inconformidades”, señala en su comunicación la directora de Educación Continuada.
Argumenta que el programa de inglés que ofrece la universidad abarca 13 niveles, de los cuales con siete de ellos se alcanza el nivel B1 exigido para graduarse.
“Teniendo en cuenta que un estudiante tiene 10 semestres en su carrera, y solo necesita tres de ellos para completar su nivel básico e intermedio, es claro que la capacidad instalada del centro permite que todos pasen por allí, incluso si los estudiantes quisieran hacer el nivel avanzado”, respondió a este medio.
La señora Calvo Robayo menciona que el año pasado la universidad inició un proceso de reestructuración de la oferta de inglés “en aras de ampliar el portafolio de servicios de extensión universitaria. Esta transición no le vino bien a un grupo de estudiantes que han llegado al final de su carrera y no han cumplido con el requisito de idiomas, y obviamente quieren resolver cuanto antes su situación”.
En eso coincide un de los alumnos con los que habló El Espectador y que al igual que los demás pidió no ser mencionado en este artículo y que señala que los cambios realizados en la manera de operar del Centro de Extensión los dejó aún más desubicados.
La universidad, a través de la directora del centro de extensión insiste en que “las posibilidades y alternativas y facilidades para ellos son diversas; no solo internas. Pero el problema no es por la oferta de cursos, ni falta de posibilidades. Ha sido el resultado de unas circunstancias muy coyunturales y de desinformación entre ellos”.
Pero los alumnos insisten en que los cursos que se han abierto no contemplan niveles uno, dos y tres, que son los que muchos de ellos necesitan. “Para este año no han abierto cursos de los primeros niveles. Nos dijeron que en marzo. Yo debería estar al menos en quinto nivel haciendo los intensivos de 20 días y apenas voy en primero”, dice una alumna que asegura haber terminado materias hace un año.
“La problemática es muy grave ya que nosotros tenemos la voluntad y la necesidad de estudiar y poder terminar lo más rápido posible, pero si la Universidad no abre grupos de estudio sencillamente nos quedamos estancados un buen tiempo”, puntualizó a través del correo electrónico otro estudiante consultado.
No parece haber conclusiones ni salidas claras para este grupo de estudiantes, que la universidad dice que es pequeño, pero que los estudiantes argumentan que pueden ser cientos. La pregunta que surge es: ¿a quién le cogió la noche con los cursos de nivelación de inglés en La Salle? ¿A la Universidad por falta de capacidad instalada o a los alumnos por dejar todo para última hora?