Siguiendo recomendaciones internacionales, en cuanto a desarrollar la cultura desde una óptica que potencie identidad y genere una actividad rentable, el país lleva adelante variadas iniciativas.
Conscientes de sus posibilidades como motor económico, el gobierno de Colombia ha convertido a la Cultura en nueva bandera del desarrollo y la innovación del país, que tiene como principal reto seducir a sus propios ciudadanos. La cultura es ahora la "niña bonita" y el nuevo combustible para alimentar el Producto Interior Bruto (PIB), al que aporta 3,3% del total nacional.
Expresado en cifras, la bolsa es demasiado golosa: solo en Bogotá, los ingresos por estas actividades ascienden a unos US$2.698 millones anuales.
Así las cosas, el gobierno colombiano ha decidido subir la apuesta y aumentar su inversión con diversos proyectos, el más reciente, el Programa de Concertación Cultural, financiado con unos US$22 millones y cuya convocatoria acaba de abrirse.
Ninguna sorpresa, puesto que se continúa así la estrategia iniciada hace cuatro años, periodo en el que el presupuesto del ministerio se ha incrementado un 92% hasta alcanzar unos US$647 millones, según datos oficiales.
La cuestión reside en si los colombianos responderán. Por el momento, los conciertos son la actividad preferida para la población, que asiste en un 27,9%, según datos del estatal el Departamento Administrativo Nacional de Estadística (Dane).
¿Y el plan cultural más deseado para disfrutar?. Fiestas y carnavales, que seducen a 31,9% y 20,1% de la población respectivamente, en tanto que la asistencia a monumentos históricos, sitios arqueológicos, monumentos nacionales y centros históricos fue del 16,1%, y museos con 14,7%.
Así pues, se perfilan como más rentables los macroconciertos, que tienen como principal destino Bogotá y como mayor traba su elevado precio, consecuencia de la escasez de promotores, aunque aun así para los próximos meses se espera con ansiedad la llegada de Franz Ferdinand, Queens of the Stone Age o Arctic Monkeys.
En aras de incrementar los eventos, el gobierno ha reducido del 33% al 8% los impuestos, puesto que los cien conciertos anuales de media en el país quedan lejos de los 250 que disfrutan los chilenos o los 500 que se celebran en México, por citar a algunos vecinos.
En la capital colombiana se han vivido cinco eventos de talla mundial en lo que va de año: Metallica, Estéreo Picnic, el Festival Iberoamericano de Teatro de Bogotá, el concierto de One Direction y la Feria Internacional del Libro de Bogotá.
De todos ellos, el rey es el Festival Iberoamericano de Teatro, que con una duración de 17 días y un impacto económico de casi US$54 millones, supera al Carnaval de Barranquilla y la Feria de Cali como primera generadora de ingresos en el país, y a la que acompañan efectos indirectos.
"No hay que olvidarse del impacto para el comercio, que es grandísimo, aunque nos frenan los problemas de derechos de autor", explica el presidente de la Federación de Comerciantes de Colombia (Fenalco), Guillermo Botero, quien lamentó que las tarifas no sean claras y que como consecuencia se retiren muchos eventos.
La estrategia colombiana se fundamenta en recomendaciones internacionales, como el informe de la llamada Economía Naranja, elaborado por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), que define esta economía como el conjunto de actividades que buscan la rentabilidad de bienes y servicios culturales.
Su importancia es tal que, según el organismo, si la Economía Naranja fuera un país, sería la cuarta economía del mundo.
Crónicas EFE