Estudios han confirmado que el tamaño del plato, e incluso su color, impacta en la cantidad de alimentos que ingieres.
En la experiencia cotidiana, la comida nunca se presenta o se sirve en forma aislada: siempre viene en un envase (en un recipiente, en un plato o en un envase desechable) acompañada con otros implementos necesarios y accesorios que mejoran la experiencia de comer.
Con los platos viene la idea de que los alimentos se debe presentar de la manera más atractiva posible, y que la presentación, desde la elección del propio plato a la compleja disposición espacial de los colores y los ingredientes en él, tiene valor para el comensal que al final lo degustará.
Hay evidencia cada vez más sólida de que el tamaño y el color de los platos utilizados para servir tus comidas influye en la cantidad de lo que comes. El Dr. Brian Wansink de la Universidad de Cornell realizó una serie de experimentos que demostraron que la famosa “Ilusión Delboeuf” parece ser el indicio más contundente que hasta ahora se haya descrito y comprobado acerca del efecto de los utensilios y la conducta alimentaria.
En 1865, Delboeuf documentó una diferencia desconcertante en la percepción del tamaño de dos círculos idénticos cuando uno de los círculos estaba rodeado por un círculo mucho más grande y el otro estaba rodeado por uno ligeramente más grande.
Seguramente usted ya ha visto esta imagen y conoce el efecto pero lo interesante del experimento de Wasnick fue que aún realizando el ejercicio con especialistas de la salud (médicos, nutricionistas, estudiantes) que en teoría están conscientes y educados en la adecuada selección del tamaño de las porciones, todos (sin excepción) se sirvieron porciones más abundantes (de helado) cuando les ofrecieron platos más grandes.
Los resultados de sus exploraciones mostraron que mientras más grandes son los platos las personas tienden a servirse más comida, mientras que cuando se reduce el tamaño del plato, la gente aplica porciones más chicas, un efecto de contraste y asimilación estudiado hace más de un siglo.
En una segunda fase del experimento, se le pidió a los participantes del estudio que reprodujeran en sus platos, el modelo presentado (bowl con cereal) teniendo en cuenta que un grupo recibió platos blancos más grandes y otro platos blancos más pequeños; además se manipuló el contraste de color y se colocó un mantel blanco (bajo contraste de color) y un mantel negro (color de alto contraste). Al final del ejercicio, se registraron los pesos de todos los tamaños de las porciones que dieron como resultado que a menor contraste entre el plato y el mantel (plato blanco sobre mantel blanco), los comensales pudieron ajustar mejor sus porciones en el plato, mientras que cuando el contraste fue mayor (plato blanco sobre mantel negro) las desviaciones de los participantes fueron superiores, potenciando la ilusión Delboeuf.
Otro resultado relevante de este estudio, demostró que luego de que los participantes fueron informados de la ilusión Delboeuf, gran parte de los comensales fueron más conscientes a la hora de servir las porciones de alimentos y aún con platos más grandes pudieron reproducir el modelo de tamaño de porción que les presentaron durante la prueba, por lo que dejó muy claro que la información es clave y como siempre digo: “educa para la salud”.