Científicos escanearon a personas bajo los efectos de la droga y determinaron por qué produce los “viajes”.
Blogthinkbig.com | Fue el paseo en bicicleta más famoso de la historia. En 1943, el químico Albert Hofmann decidió probar los efectos de un compuesto que acababa de sintetizar en el laboratorio. Mientras trabajaba en los alcaloides del cornezuelo del centeno, halló el LSD-25. Inicialmente se encontró mal mientras experimentaba con esta sustancia. Y aunque la compañía donde trabajaba descartó seguir utilizándolo, el científico decidió administrárselo para comprobar qué sucedía en su organismo.
El 19 de abril de 1943, Hofmann tomó un poco de LSD, al que describió como insípido. Pronto empezaron los efectos: mareos, ansiedad, alucinaciones visuales, síntomas de parálisis o ganas de reír. Era el comienzo del “viaje”, la expresión que fue utilizada en los sesenta para aquellos que consumían esta droga.
Y es que el también conocido como ácido lisérgico o, simplemente, LSD, fue una sustancia que causó furor. Los Beatles, y hasta la CIA y el ejército de Estados Unidos, como recogió un documental de RTVE, consumieron esta sustancia con efectos psicotrópicos. Era una droga que, además de causar alucinaciones, también se convirtió en un “juguete peligroso”. Muchos no volvieron de aquellos “viajes”, parecidos a los efectos que sintió en su organismo el propio Hofmann.
La ciencia, sin embargo, no había determinado hasta la fecha qué hacía exactamente el LSD en nuestro cerebro. La Fundación por un Mundo sin Drogas describe a esta sustancia como “una de las más potentes para cambiar el estado de ánimo”. ¿Pero qué hace en nuestra mente? ¿Por qué se producen los “viajes” o alucinaciones?
Un estudio publicado ahora en la revista Current Biology ha determinado cómo el LSD es capaz de alterar la conectividad neuronal del cerebro. De alguna manera, la droga hace que la mente funcione de manera menos compartimentalizada, asemejándose, según recoge la BBC, al cerebro de un niño “libre y sin restricciones”.
El LSD consigue así que los consumidores perciban una realidad diferente, al presentar una mayor conectividad e intercambio de información entre diferentes partes del cerebro. Es decir, las redes neuronales que normalmente funcionan de manera compartimentalizada, empiezan a trabajar de manera más integrada. Algo que, aunque puede parecer positivo, no lo es, dado que perdemos la noción del entorno e incluso se tiene la sensación de abandonar el propio cuerpo.
Como explican los investigadores en El Mundo, el trabajo presentado nos enseña un poco más acerca de la consciencia. Y, en el futuro, quizás nos ayude a desarrollar nuevas terapias contra la depresión o la ansiedad. Por fin conocemos los motivos del misterioso viaje en bicicleta del científico Hofmann y de los efectos que la droga provocó en miles de personas a partir de los sesenta.