Un estudio, que sintetiza las investigaciones existentes sobre los efectos de los viajes frecuentes, encontró tres tipos de consecuencias que sufren aquellos hombres y mujeres que por cuestiones de trabajo tienen que viajar.
Los viajes de negocios no son tan divertidos y glamorosos como parecen, a pesar del prestigio que los rodea.
Investigadores de la Universidad de Surrey, en Gran Bretaña, y la Universidad de Linneo, en Suecia, publicaron un nuevo estudio que destaca lo que ellos llaman "El lado oscuro de la hipermovilidad", en donde advierten que "mientras que los aspectos glamorosos de los viajes están presentes en nuestras vidas (y nuestra mente), existe un gran silencio con respecto a su lado más oscuro".
El estudio, que sintetiza las investigaciones existentes sobre los efectos de los viajes frecuentes, encontró tres tipos de consecuencias que sufren aquellos hombres y mujeres que por cuestiones de trabajo tienen que viajar: fisiológicas, psicológicas y emocionales sociales.
Fisiológicas
Las secuelas fisiológicas son las más obvias, como el jet lag, otras menos conocidas son el envejecimiento acelerado o el aumento en el riesgo de ataque cardíaco y accidente cerebrovascular; también el peligro de sufrir trombosis venosa profunda, dolores de espalda y, por supuesto, hacer menos ejercicio y comer de forma menos saludable que aquellos que no suelen viajar tanto.
Así sufre la mente
El efecto psicológico y emocional de los viajes de negocios aunque más abstracto, es igual de real. Los viajeros frecuentes experimentan algo que se podría llamar "desorientación viajera", producto del rápido cambio de lugares y zonas horarias.
También sufren estrés, dado que "el tiempo viajado pocas veces se verá compensado por una menor carga de trabajo, además existirá ansiedad asociada con la progresiva carga de trabajo”.
Debido a la ausencia de familiares y amigos, “la hipermovilidad supone con frecuencia una experiencia solitaria”, de acuerdo con los autores.
Así sufre la vida social
Por último, pero no menos importante, se sabe que los matrimonios sufren debido a los contantes viajes, al igual que el comportamiento de los hijos, si es que hay; así las relaciones tienden a ser desiguales, ya que la pareja que se queda en casa se ve obligada a asumir tareas más domésticas.
Las amistades también se ven afectadas, pues “se sacrifican actividades colectivas por dar prioridad a los familiares más cercanos al regresar de los viajes”.
Por supuesto, estos impactos se mitigan por el hecho de que recaen en un segmento de la población que está tranquilo económicamente, pues la llamada "élite móvil" tiende a percibir mayores ingresos y acceso a una mejor atención de salud que la población en general.
Sin embargo, todas esas facilidades no eliminan como por arte de magia el sentir que con frecuencia viven los viajeros de negocios; así que la próxima vez que veas en el Instagram de tu colega fotografías de comidas exóticas y hoteles de lujo, preocúpate en vez de sentir envidia.