El gigante de los refrescos ha influido en las políticas de salud chinas durante dos décadas, según analiza un estudio de una investigadora estadounidense.
En China, la obesidad es un problema sanitario de primer orden. El país asiático cuenta con el mayor número de niños obesos del mundo –cerca de 15,3 millones– y compite con Estados Unidos por el puesto de nación con el mayor número de habitantes con sobrepeso, según los últimos datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Ahora, un estudio realizado por Susan Greenhalgh, profesora del Departamento de Antropología de la Universidad de Harvard, muestra cómo Coca-Cola podría haber influido en las políticas sanitarias del país contra la obesidad, a través de una compleja red de vínculos institucionales, financieros y personales. El estudio se publica en el último número de la revista The BMJ.
“Nuestra investigación indica que Coca-Cola ha trabajado de manera silenciosa para influir en la política de salud china durante dos décadas en su propio beneficio”, declara a Sinc Greenhalgh, que señala que esta región asiática es ahora el tercer mercado más grande de Coca-Cola en volumen.
En concreto, el trabajo destaca que la compañía de refrescos ha intervenido en el enfoque de la estrategia de salud contra la obesidad que fomenta el ejercicio físico entre la población, pero no hace hincapié en la importancia de una dieta sana con menos azúcares.
“Coca-Cola ha promovido durante mucho tiempo la idea de que el ejercicio es más importante que la dieta para resolver la epidemia de obesidad. El énfasis de la multinacional en el ejercicio, se ve reflejado en los indicadores y objetivos de los planes y políticas nacionales de salud”, precisa la investigadora.
“Este énfasis también se observa en algunos de los mensajes específicos que se usan en las políticas de China: equilibrio energético, comer y moverse en equilibrio, hacer que el ejercicio forme parte de la atención médica; y en la ausencia de medidas recomendadas por la OMS, tales como los impuestos sobre las bebidas azucaradas y la regulación del mercado de refrescos dirigido a los niños”, añade.
Entramado de vínculos institucionales
Estas conclusiones son el resultado de una investigación que se inició en 2013, cuando Greenhalgh se propuso estudiar la epidemia de obesidad de China. Este proyecto le condujo hasta el Instituto Internacional de Ciencias de la Vida (ILSI) –creado por un ejecutivo de Coca-Cola hace 40 años en EE UU–, y cuya sucursal china, ILSI-China, está ubicada en el Centro Chino para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC), una unidad del Ministerio de Salud de ese país.
Greenhalgh descubrió que entre 1999 y 2015 las actividades relacionadas con la obesidad que organizaba ILSI pasaron de centrarse en la nutrición a la actividad física, en línea con la posición de Coca-Cola de que un estilo de vida activo era clave para combatir la obesidad.
Asimismo, observó que las reuniones sobre obesidad patrocinadas o copatrocinadas por ILSI-China estaban repletas de presentaciones de expertos que mantenían vínculos financieros con Coca-Cola o ILSI. Estas presentaciones, enfocadas en la ciencia de la actividad física en lugar de la nutrición, también beneficiaban los intereses de la multinacional.
"Al apoyar con sus recursos solo lado de la ciencia (la del deporte), y sin ningún otro partido con recursos suficientes para defender soluciones más equilibradas que incluyan la regulación de la industria alimentaria, la compañía hizo que China fuera un mercado seguro para Coca-Cola", argumenta Greenhalgh, que precisa que el ILSI-China está financiado por varias docenas de compañías, incluyendo la marca de refrescos.
China también obtiene beneficios
Para la investigadora, al alinear las políticas de lucha contra la obesidad con los intereses de la multinacional, el gigante asíatico también sale ganando. “China se beneficia de los programas de Responsabilidad Social Corporativa de Coca-Cola, incluyendo las inversiones en proyectos de salud pública que promueven el ejercicio”, señala.
“Además, la empresa estatal de importación y exportación, COFCO, es uno de los dos mayores embotelladores del refresco en China, aunque no tengo detalles sobre los acuerdos financieros”, añade la investigadora.
Aunque el efecto que tiene la compañía sobre sobre la política gubernamental no puede medirse con precisión, la investigadora apunta que “el hallazgo es importante para China porque el tema de Coca-Cola –conflictos de interés en la financiación de la investigación en salud– ha recibido muy poca atención en el país”.
A este respecto, la autora señala que a diferencia de Estados Unidos y Europa, en China la prensa no es libre de denunciar estos hechos. "Sin nadie a quien quejarse de este sesgo corporativo de la ciencia y la política, es probable que el tamaño y las consecuencias de la epidemia de obesidad en China continúen empeorando", precisa.
“El gobierno chino necesita añadir este tema –el sesgo corporativo en la ciencia– al conjunto de problemas éticos que está abordando en el ámbito de la salud”, concluye Greenhalgh.