Marcos Fontela, CEO de Tecnonexo, analiza la situación y entrega algunas recomendaciones.
Todos a sus casas, distanciados socialmente. Es lo que pide el momento, y lo que los departamentos de formación deben hacer cumplir. Muchas empresas y organizaciones saben que no pueden detener el ritmo de la formación de sus empleados.
El día que se termine el confinamiento, el mundo seguirá andando y es mejor estar preparados. Incluso, durante la cuarentena aparecerán nuevas necesidades, nuevas herramientas y modalidades de trabajo en las que deberemos formarnos.
Por ello, muchas organizaciones han comenzado a innovar en materia de formación digital, acelerando la curva de adopción de soluciones virtuales a las necesidades de formación de sus fuerzas de trabajo, adoptando campus virtuales, webinars, clases a distancia y otras soluciones de formación online.
A continuación, brindamos algunas recomendaciones que esperamos sirvan para orientar a quienes están tomando, en tiempo récord y bajo presión, las decisiones sobre cómo encarar esta virtualización repentina de la capacitación.
1. No le pida a los instructores que maneje todas las tecnologías. Zapatero a tus zapatos. No por saber enseñar en un aula o conocer mucho de un tema, los instructores serán eficaces formadores online. Lo importante es que compartan sus saberes. Para producir experiencias formativas enriquecedoras se necesita la ayuda de especialistas en el tema. Que los expertos compartan su conocimiento, la producción de la experiencia virtual de aprendizaje debería ser desarrollada con la mirada de alguien más.
2. Los expertos pueden continuar compartiendo sus conocimientos desde sus casas. ¿Necesita ponerse en contacto con su experto para producir una formación? Hoy es simple. Grábelo en una sesión de Google Hangouts, bájese una app que grabe conversaciones a su celular, que mande audios de Whatsapp para tranformarlos en podcasts. Hay muchisimas posibilidades con tecnologías muy simples.
3. Las soluciones simples e imperfectas pueden resolver urgencias. Lo óptimo es enemigo de lo bueno. No hace falta gastar una pequeña fortuna ni demorar dos meses para tener una formación online. En estos tiempos de decisiones inmediatas y urgencias inesperadas, se puede producir una formación virtual en espacio de días. ¿Será óptima? Probablemente, no. Será la posible, dadas las circunstancias.
4. Los webinars no hacen magia. La tentación de “poner una camarita” delante del profesor que antes daba una clase presencial es grande. En algunos casos, funcionará, pero tiene sus limitaciones. Los profesores necesitan formarse para llevar adelante una clase en la que no ven las caras de los alumnos, no tienen retroalimentación simple, no tienen materiales adecuados a los nuevos entornos, ni tienen experiencia previa. El reto no es solo tecnológico, sino también didáctico. Si se va a insistir con webinars, lo mínimo es formar a los docentes para que sepan cómo manejarse. Pero incluso antes de eso es bueno preguntarse si no hay algún otro medio que se adecue mejor a las necesidades de aprendizaje de los alumnos.
5. Hay una solución para cada necesidad. La mejor alternativa de formación para una pyme de la construcción no es la misma que la de una gran empresa petrolera ni la de una consultora en capacitación. Imitar es un atajo, pero no necesariamente la mejor solución. Hoy hay un enorme abanico de posibilidades, lo importante es poder elegir el que mejor sirva a las necesidades de cada organización.
6. No tiene por qué costar mucho dinero. Es posible tener una oferta formativa online con una inversión baja, en poco tiempo y que dé respuesta a las necesidades más inmediatas. Es solo cuestión de creatividad y de trabajo con los expertos.