El caso de la gimnasta Simone Biles abrió el debate sobre este flagelo en el mundo laboral. ¿Cuál es el límite y qué deben hacer las empresas para proteger a sus trabajadores?
“Desde que entro al tapiz, estoy yo sola con mi cabeza, tratando con demonios en mi cabeza (…) Debo hacer lo que es bueno para mí y
concentrarme en mi salud mental y no comprometer mi salud y mi bienestar”. Con esta frase, la gimnasta estadounidense Simone Biles, una de las grandes estrellas de los Juegos Olímpicos de Tokio, justificó su retiro de la competencia y abrió el debate sobre cuándo decir basta a las presiones que ponen en jaque nuestra salud mental en nuestro trabajo.
Así como Biles, cerca de 700 millones de personas sufren de algún trastorno mental en el mundo, siendo la depresión y la ansiedad algunos de los más comunes. Y dentro de 30 años, este número podría triplicarse. Y si lo trasladamos a Chile, según un estudio realizado por Robert Half, empresa de reclutamiento y selección de personal, el 45% de los profesionales del país presentó algún problema relacionado con su salud mental durante el último año.
Del total de encuestados, 15% aseguró haber tenido algún problema relacionado con su salud mental y solicitó apoyo. Sin embargo, el 30% reconoció que no recurrió a ningún tipo de ayuda. Finalmente, 38% respondió que no tuvo problemas y 17% dijo que no sabe.
Para el director general de Robert Half para Sudamérica, Fernando Mantovani, “son cifras preocupantes que obligan a las empresas a reflexionar sobre qué se debe hacer para cuidar a sus trabajadores”.
A juicio del ejecutivo, “lo primero es detectar esas situaciones y luego tener medidas concretas para hacerse cargo del tema. Algunas empresas han apostado por sumar a un psicólogo para que acompañe de manera personal y discreta cada caso y han tenido muy
buenos resultados.
Por otro lado, Mantovani apuntó a que las empresas tienen que destacar el valor genuino y la importancia de cada persona que trabaja para que la organización logre sus objetivos. Eso implica comprender sus dificultades, especialmente ahora que muchos profesionales
están trabajando de manera remota, y discriminar las tareas más importantes de las que no lo son, para evitar sobrecargar al equipo”.
Finalmente, realizar actividades para liberar estrés y estimular la convivencia durante la jornada de trabajo son buenas prácticas que hay que considerar. El confinamiento y el distanciamiento social pueden ser rivales muy duros si queremos armar un equipo cohesionado. Buscar herramientas para romper ese círculo vicioso es imperativo para las empresas que quieren cuidar la salud mental de sus profesionales, evitando que sufran problemas que afecten su bienestar y su desempeño laboral.
“Las empresas deben comprender y adoptar medidas donde el bienestar de los trabajadores sea lo más importante”, indicó el ejecutivo. “La salud mental tiene directa relación con el bienestar y las empresas deben hacerse cargo de esa realidad”, concluyó.