Evitar el asistencialismo y realizar adecuaciones físicas al puesto de trabajo son algunas medidas que implementan empresas para realizar una inclusión laboral exitosa.
La ley de Inclusión Laboral en Chile que establece la participación mínima de 1% de personas en situación de discapacidad en empresas, implica una serie de desafíos para la organización, los equipos de trabajos y las jefaturas.
Esta norma entró en vigencia este año para empresas con más de 200 trabajadores y se hará extensiva en el 2019 para las que tienen más de 100 empleados.
Según Leire Cosgaya, gerente de transformación cultural de Grupo Cygnus, el desafío no se encuentra en incorporar el 1% de personas en situación de discapacidad, sino en facilitar el cambio cultural para lograr procesos de inserción efectivos y de calidad.
“Las empresas deben apoyar de manera activa a la persona incluida y el grupo humano que incluye, para que la inserción laboral tenga un resultado exitoso, donde el trabajador con discapacidad se incorpore con entusiasmo en el mundo laboral y con las condiciones para realizar su trabajo”, destaca.
De acuerdo a la experta, para facilitar esta inclusión en la organización se necesita:
Concientizar al equipo de trabajo: a veces existen resistencias en equipos de trabajo relacionadas con mitos y prejuicios en torno a la discapacidad, como creer que son más lentos, que se enferman más que el resto y, por consiguiente, son más ineficientes.
La inclusión debe ir acompañada por procesos de reflexión que promuevan el cambio de creencias en torno a la discapacidad, como charlas de reeducación y sensibilización al grupo humano que va a compartir con el nuevo trabajador, donde se explique que éste tiene las aptitudes para realizar su labor con autonomía sin que retrase al resto del equipo por su condición. Estas actividades tienen como finalidad desarrollar la empatía entre los colaboradores.
“La velocidad de trabajo, no depende de la discapacidad. Entre trabajadores sin discapacidad, algunos son más rápidos que otros, porque todos somos diferentes”, acota Leire Cosgaya.
Evitar el asistencialismo: algunos trabajadores tienden a ayudar a la persona con discapacidad en la labor que debe realizar. Según la experta, esto es un error, pues la ayuda se debe dar cuando la persona con discapacidad lo solicite.
La comunicación paternalista se debe reemplazar por una profesional. “Muchas veces se trata a los trabajadores con síndrome de Down como si fueran niños, y son jóvenes de 35 años. Deben recibir un trato de adulto y profesional”, explica.
Adecuación del puesto de trabajo: la discapacidad no es una limitante, pero el entorno muchas veces sí lo es. Por esto, se debe entregar a la persona en situación de discapacidad el equipamiento adecuado para que desempeñe su trabajo en óptimas condiciones y de manera segura.
Entre las ayudas técnicas, en el caso de la empresa de outsourcing Grupo Cygnus hay trabajadores de call center con visión limitada que cuentan con lupa con luz y software auditivo en sus computadores. También hay reponedor de productos en supermercado con discapacidad motriz al que se entregó zapatos sin cordones y con plantilla especial de mayor firmeza para apoyar un trabajo que se realiza de pie.
Capacitación específica: dependiendo de la discapacidad, se requiere adaptar el proceso de entrenamiento al puesto de trabajo. En el caso de discapacidad intelectual, por ejemplo, se puede apoyar la capacitación con dibujos o imágenes que le faciliten la memorización de productos y sirvan como herramienta de consulta en caso de duda.
“Lo importante es crear oportunidades reales de trabajo, que permitan a las personas aprovechar sus talentos y desarrollar su trabajo con felicidad”, concluye la ejecutiva.