Un buen coach cuestiona la problemática de la empresa y persigue resultados, no problemas.
Eleconomista.com.mx. Los costos de servicio, la capacitación, la experiencia y el tiempo que duran las sesiones, son elementos clave para identificar a los impostores.
Recuperar el liderazgo, acrecentar la productividad de los colaboradores, fortalecer la cultura organizacional o mejorar la atención al cliente, son algunos de los motivos que llevan a la compañía o al profesional a contratar un servicio de coaching.
Este tipo de asistencia ha tomado relevancia en gran número de empresas. Un estudio realizado por Metrix Global revela que el crecimiento anual del coaching, a nivel mundial, es de 6.8 por ciento.
La intervención de un coach se traduce en una ventaja competitiva; al interior de la organización se genera una mayor empatía entre empleados y empleadores. Además, “la empresa se basa en la comunicación y el lenguaje; se acelera el proceso de integración entre empresarios, directores y equipos de trabajo”, argumenta Antonio Ornelas.
Este método tiene como objetivo renovar algunas prácticas en la compañía, por ejemplo, la forma en que se estimula a los trabajadores para obtener resultados satisfactorios. No pretende dar consejos o tips para mejorar el clima laboral, sino que se busca las problemáticas y trabaja para resolverlas.
Un buen coach brinda las herramientas para que la empresa se desarrolle por sí misma, sin depender de un asesor. Simplemente llega a identificar conflictos internos, eliminarlos y proponer prácticas para suprimirlos por completo.
Sin embargo, esta popularidad ha sido la causante de la aparición de pseudo coaches, grupo de individuos que “no se interesan por el bienestar, prostituyen el mercado y trabajan con las fortalezas de la compañía pero no resuelven sus debilidades”, explica Silvia Peña-Alfaro, coach internacional.
Para Humberto Corona, presidente de la International Coach Federation (ICF) México, el desconocimiento del proceso, la carencia de entidades certificadoras y la confusión con otro tipo de métodos de asesoría son los motivos por los que una compañía puede “caer en las garras” de un impostor.
Descubrir al impostor
Contratar los servicios de un coach no es para cualquier compañía, la inversión puede significar un lujo para las pequeñas y medianas empresas (pymes). Y es que las sesiones de una hora oscilan entre los 200 y 300 dólares. Hay gente que puede llegar a cobrar hasta 25,000 o 40,000 pesos por el mismo tiempo de asesoría, aquí “una alerta para los que contratan los servicios, puesto que los pseudo coaches sólo buscan negocio”, comenta Humberto Corona.
El acompañamiento a una empresa típicamente va de ocho a 12 sesiones, en contraste con las 20 o 25 reuniones que establecen los difamadores, remarca el presidente de la ICF México.
Identificar a un coach falso no es sencillo pero tampoco imposible, Antonio Ornelas, CEO de la Academia Interamericana de Coaching (AIAC) en México, expone que “desde el primer acercamiento los empresarios se dan cuenta si es falso o no, sin embargo, hay que interrogar al individuo acerca de sus estudios profesionales y el tiempo que dedicó a su formación como coach”.
“Un coach real no se capacitó en un curso de 16 horas”, enfatiza Oscar Robles Gil, representante de la Asociación Mexicana de Profesionales de Coaching (AMC). Por lo menos, cada seis meses debe actualizarse en cursos con carga de 150 horas.
Humberto Corona dice que la experiencia con otras compañías es importante, por lo que debe contar con un portafolio de al menos 10 organizaciones asesoradas y que éstas avalen el trabajo realizado, sólo así podemos estar seguros de que cumple con las competencias y habilidades para ofrecer sus servicios.
Finalmente, los expertos coinciden en que las consecuencias de contratar un pseudo coaching no sólo se traducen en pérdidas monetarias o de tiempo, sino que también afectan las actividades de la organización: “aumentan los conflictos entre colaboradores, la insatisfacción laboral y el índice de rotación de personal; se empiezan a tomar decisiones a la ligera”, detalla Oscar Robles. Se vuelve complicado fiarse de un proceso que al inicio prometía eliminar las carencias de la empresa y que concluye sin cambios trascendentales.
Hay que recordar que el coaching es un proceso de acompañamiento y es muy importante la empatía entre el profesional y el cliente, por lo que si en la primera sesión no logras tener un click ni te sientes atraído por el método del coach, es mejor que cambies de profesional.
Coach real vs coach falso
Real:
- Cuestiona sobre la problemática de la empresa.
- Persigue resultados, no problemas.
- Mantiene confidencialidad de las complicaciones del cliente.
- Guía en el proceso de transformación.
- Trabaja de 8 a 12 sesiones en promedio.
Falso:
- Dice qué hacer y da consejos.
- No resuelve debilidades, se enfoca en fortalezas.
- Comenta experiencia de compañías anteriores.
- Se convierte en protagonista y busca cambiar la empresa.
- Trabaja en más de 20 sesiones en promedio.
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