En todo el mundo están surgiendo propuestas innovadoras que buscan de alguna manera, evitar o tratar el contagio de la pandemia.
El planeta ha centrado su atención en el COVID-19; las industrias, profesiones y gobiernos, entre otros, buscan alternativas para frenar su expansión, encontrar tratamientos eficaces y cuidar de los pacientes. Este contexto ha puesto de relieve la frágil capacidad de reacción de la mayoría de naciones en el mundo.
Al respecto, Jordi Blasi, diseñador industrial y director de la Maestría en Diseño de Producto de la Escuela Superior de Diseño de Barcelona ESDESIGN, explicó que “esta es una crisis sobrevenida que hace estragos en la población y que ha evidenciado las carencias de un modelo social, económico e industrial, que se ha visto obligado a hacer una llamada a la solidaridad para la fabricación doméstica de material sanitario para combatir el virus. Una llamada a la que están respondiendo nuevos modelos de gestión y organización para el diseño de soluciones de emergencia”.
Blasi indicó que el primer panorama que se presentó -como ejemplo- fue la falta de máscaras o tapabocas destinados al cuidado del personal sanitario. En ese orden de ideas se han encontrado aliados en propuestas de diseños según la materia prima y el proceso de fabricación disponible en cada situación. Es así como distintas iniciativas de diseños ‘open source’ se están compartiendo entre la comunidad maker para que todo aquel que disponga de una impresora 3D la ponga a trabajar.
Desde el sector textil se han propuesto alternativas para elaborar batas y mascarillas y, como en Barcelona, el Sindicato Popular de Vendedores Ambulantes ha convertido su tienda en un taller de costura para proveer a los hospitales. Por ejemplo, en Perú, estudiantes de la Escuela Profesional de Ingeniería Ambiental de la Universidad Andina del Cusco, de la mano de sus docentes, elaboraron una máquina desinfectante a base de eucalipto, cuyos efectos servirían para evitar el contagio del coronavirus.
La crisis está llevando al límite muchos centros los centros de salud. El colapso de las Unidades de Cuidados Intensivos (UCI) y la falta de respiradores para asistir a los pacientes se está convirtiendo en uno de los mayores problemas. En esa medida, a partir de las máscaras para practicar ‘snorkel’, ingenieros y diseñadores están proponiendo soluciones temporales que, aunque sin las necesarias homologaciones, podrían servir en casos de emergencia, como alternativa provisional.
Una de las primeras iniciativas nació en Lombardía de la mano del doctor Renato Favero, del hospital de Gardone Valtrompia, y los estudiantes de ingeniería Filippo Schianchi y Nicolò Bortone. Un proyecto consistente en la fabricación por impresión 3D de una válvula que se adapta a la máscara de ‘snorkel’ y que, mediante el suministro de oxígeno a presión, hincha los pulmones del paciente. Estas máscaras han inspirado otros modelos.
El confinamiento y paralización de gran parte de la industria ha llevado a la orientación de cadenas de producción de empresas de diversos sectores. Transformaciones que -tal vez- dejará el COVID-19 en las industrias. Allí vale la pena resaltar el caso de la empresa catalana Puig que, siguiendo el modelo anunciado hace unos días por el grupo LVMH, ha ofrecido al Gobierno sus líneas de producción para la fabricación de soluciones hidroalcohólicas e higienizantes.
En cuanto a materiales, según un estudio publicado por The New England Journal of Medicine, el coronavirus permanece activo durante menos horas en superficies porosas como el papel o el cartón, entre 3 y 24 horas, mientras que, en otras superficies como el vidrio, plástico o acero inoxidable (menos porosas) podría permanecer hasta las 72 horas.
El sector de la salud debería ser parte de las prioridades para crear e innovar por parte de la industria del diseño, durante las últimas semanas se han visto muchos ejercicios en los que el diseño ha planteado respuestas de emergencia para el sector de la salud. Un sector que se ha visto totalmente colapsado, en gran medida, por la falta de inversiones que ahora serán necesarias si se desea que algunas de estas primeras respuestas de emergencia lleguen a articularse en forma de productos bien diseñados.
La crisis también ha servido para descubrir que algunas soluciones que habían funcionado relativamente bien hasta ahora, por ejemplo, la interacción de muchos mecanismos a través de las manos, deberá replantearse en forma de nuevas soluciones que se adapten a una realidad post-Covid-19. El diseño, como la naturaleza, evoluciona para adaptarse al entorno y muchos productos ‘mutarán’ para encontrar soluciones más adecuadas a las nuevas necesidades que surjan.
Para concluir, Blasi expresó que se han dado respuestas de emergencia para la crisis, pero que obliga -en un futuro próximo- a plantear nuevos modelos sanitarios, económicos y sociales. Diferentes modelos como el que se planteó Barcelona en el año de 1860 con el plan Cerdà: un plan urbano que nació para dar respuesta a los problemas de hacinamiento de la antigua ciudad de entre murallas, que obligaba hasta entonces a confinar en cuarentenas a la población, para poder hacer frente a las epidemias que periódicamente acechaban la ciudad.