Se trata de una práctica maravillosa que cuenta de forma puntual y certera el cómo una marca ha formado parte de la historia de una o varias personas.
A la hora de vender, los negocios y empresas buscan elevar sus cifras por medio de diferentes herramientas de trabajo, gracias a las cuales, consiguen llegar a nuevos nichos, y de esta manera, comienzan a desarrollar productos y servicios de acuerdo a sus necesidades. Esa era más o menos la estrategia de ventas de la mayoría. Pero de pronto entró una nueva modalidad para anunciarse de manera sutil y memorable: el storytelling.
No es que sea algo nuevo, es algo que siempre ha existido y que en nuestro acontecer diario nos hace enamorarnos de las marcas; por ese vínculo entre el corazón, la mente y los instintos. Precisamente, son esas historias dignas de contarse, en donde el producto o servicio que se vende forma parte de la historia más conmovedora o interesante que podemos escuchar en los medios digitales.
De esta manera nace el storytelling; esa práctica maravillosa que cuenta de forma puntual y certera el cómo una marca ha formado parte de la historia de una o varias personas. No sólo eso, las historias humanizan el producto o servicio y crean vínculos de tal forma que uno asocia las marcas por las experiencias que han marcado su vida.
Por ejemplo, el storytelling de un empresario famoso tendría que ser algo así:
“Un joven lleno de sueños estudia la universidad, a la par que arregla aparatos electrónicos. Es ahí cuando se da cuenta del valor de la confianza cuando sus clientes le permiten entrar a sus casas, llevarse la televisión, el microondas, y demás aparatos al garaje de su casa; el chico los repara y después de un par de días, los devuelve a sus dueños.
Años después, siendo ya un profesionista, se da cuenta de ciertas metodologías que hacen falta en los negocios para ser exitosos; así, los analiza y dice a las marcas las posibilidades reales que tienen para desarrollarse o profesionalizarse por medio de metodologías probadas. Un día, le toca ayudar a un negocio pequeño a estandarizar sus prácticas para no tener pérdidas y al otro día, desarrollar un complejo mapeo de procesos en donde les indica a los directivos de un famoso corporativo cómo deben desarrollar su estrategia de crecimiento. Gracias a estos conocimientos, su fama y popularidad crecen por medio de las recomendaciones de boca en boca, hasta que arregla todas las empresas de su ciudad, incluso de su estado, y su siguiente paso es siempre más retador que el otro.
Todo esto se combinaría una serie de marcas patrocinadoras del joven, las cuales siempre le han acompañado a la hora de tomar elecciones, cuando hace ejercicio, al viajar por cierta aerolínea… ese es el universo del storytelling.
¿Cómo crear una historia digna de contarse? La mayoría de las historias cuentan con:
- Un tema central: amor/odio; éxito/fracaso; oportunidad/miedo, etc.
- Una historia donde empatizamos como seres humanos: el primer día de clases, la pérdida de algo que amábamos de niños, el diente que perdimos, etc.
- Un gancho que puede ser un refrán u otro cuento que la gente reconozca.
- Personajes claramente definidos: héroes, villanos, escuderos, guías, etc.
- Detalles pequeños que pasan alrededor.
Para que una historia sea real, es necesario crear experiencias que de verdad comuniquen el objetivo de la campaña, sorprendiendo a la audiencia. Si todos encontramos ese instructivo para armarnos como personas ideológicamente capaces de modificar nuestro entorno, tendremos mucho que contar y mucho que vender, porque al final, somos seres humanos. Por eso, Eduardo Galeano nos describía con esa exactitud cuando afirmaba que “Los científicos dicen que estamos hechos de átomos, pero a mí un pajarito me contó que estamos hechos de historias”.
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