La psicóloga y académica de psicología de la U. San Sebastián, Fernanda Orrego, explica las claves para hacerlo.
La vuelta a la rutina en el trabajo o en el colegio a veces cuesta más de lo que quisiéramos. El dejar atrás el relajo, las horas de desaparecimiento o la despreocupación de nuestras obligaciones, hace que retomar las responsabilidades se vuelva un acto más que dificultoso.
En este escenario, los niños y jóvenes son quizás quienes más rápido deban adaptarse a ello, dado que su rutina en las escuelas y liceos es más estructurada, con horarios definidos para clases, recreos, almuerzo y actividades extra programáticas.
¿Cómo hacer frente, entonces, la vuelta al colegio más amigable? ¿Cómo hacer que el dormirse tarde, dejar la televisión y los video juegos de lado no sea todo un desafío para los padres? Según la psicóloga y académica de psicología de la U. San Sebastián, Fernanda Orrego lo importante poder hacer “un cambio gradual, de modo de que el regreso a una rutina suceda de manera natural y progresiva”.
Para llevar adelante este proceso, “es necesario que por lo menos una semana antes de iniciar las clases comencemos a homologar los horarios de alimentación, de modo de que tengamos mayor facilidad para dormirnos temprano y volvamos a tener hambre en los horarios en que tendremos oportunidad de comer”.
Orrego añade que en ocasiones durante las vacaciones se generan hábitos poco saludables, “como si eso fuera sinónimo de entretención y libertad (dormirse tarde, comer a deshoras, entre otras). Una pregunta válida sería por qué creemos que en las vacaciones debemos desajustar tanto nuestros horarios y hábitos. Si mantuviéramos un estilo de vida saludable, estas adaptaciones entre vacaciones y colegio no serían tan dramáticas”.
Respecto a retomar la rutina, la psicóloga añade que “nuevamente sería interesante preguntarnos por qué nuestros niños muestran poco interés en hacerse cargo de sus responsabilidades escolares y desean estar siempre en vacaciones. Tal vez puede ser que los adultos estemos enviando a nuestros niños el mensaje de que las cosas que aprenden en el colegio son fomes, difíciles o inútiles. Si bien es entendible que el esfuerzo de aprender pueda generar cansancio, sostener este esfuerzo y retomar el segundo semestre tiene mayor sentido en la medida en que seamos capacidades de valorar y transmitir la importancia de éste y el disfrute de aprender”.
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