Por Ursula Giedion, coordinadora de la Red CRITERIA en el Banco Interamericano de Desarrollo.
A medida que la tecnología de la salud avanza, cambian también las formas en que estas tecnologías se evalúan y se aplican al ámbito público para asegurar la efectividad. La Evaluación de Tecnologías Sanitarias (ETS), en particular, es un proceso sistemático y técnicamente robusto que examina una tecnología sanitaria (a menudo nueva) desde distintas perspectivas. Utilizando la evidencia disponible y equilibrando luego los distintos resultados, positivos y negativos, la ETS elabora una recomendación de política pública. Su principal propósito es orientar políticas públicas de salud a nivel nacional, regional o local. Las decisiones que se toman para el efecto pueden guardar relación con la adquisición, el financiamiento o el uso adecuado de tecnologías sanitarias y también con la desinversión en tecnologías obsoletas o inefectivas.
Dada la importancia de las ETS y su enfoque científico, se podría esperar que las recomendaciones de las diferentes agencias de ETS que atienden a poblaciones similares en contextos razonablemente comparables produzcan decisiones semejantes. Pero este no es el caso, como ilustró el Dr. Panos Kanavos de la London School of Economics (LSE) en un reciente seminario web (webinar) realizado por CRITERIA*, una red de definición de prioridades que apoya el Banco Interamericano de Desarrollo. De hecho, una de sus diapositivas (véase abajo), muestra diferencias significativas en las recomendaciones de medicamentos proporcionadas por agencias de ETS en distintas jurisdicciones.
*National Institute for Health and Care Excellence: **Scottish Medicines Consortium; ***Dental and Pharmaceutical Benefits Agency; ****Haute Autorité de Santé.
Fuente: LSE 2016, diapositiva presentada en el seminario web por el Dr. Kanavos, recuperada de www.redcriteria.org y traducida para este artículo. Disponible en el Breve 18.
Los medicamentos que aparecen en anaranjado son aquellos para los cuales se recibieron recomendaciones diferentes entre países, incluso vecinos (p.ej. Inglaterra, Escocia, Suecia y Francia). Tómese el ejemplo del Gefitinib. Fue listado sin condiciones en Escocia, en Suecia no fue aceptado y se consideró que su beneficio era mucho menor en Francia. Estas diferencias pueden observarse para todo tipo de medicamentos (oncológicos, huérfanos y también algunos neurológicos).
¿A qué se debe esto?
La diferencia parece guardar relación principalmente con las distintas interpretaciones de una misma evidencia. Esto muestra que la toma de decisiones basada en evidencia tiene que ver con la evidencia tanto como con el juicio y la valoración que se hacen de ella. Los valores sociales intervienen para i) juzgar la evidencia en base a los límites de la propia evidencia científica (existe incertidumbre, los estudios pueden tener fallas, hay problemas de transferibilidad, la información es a menudo incompleta y de calidad variable, etc.) y ii) para incorporar preferencias y valores que difícilmente constituyen medidas tales como imparcialidad, autonomía del paciente, severidad de la enfermedad, entre otras. Esto a su vez especifica la importancia de procesos explícitos y deliberativos mediante los cuales la evidencia disponible es sistemáticamente valorada para proponer una decisión. Es durante el proceso de deliberación cuando se evalúan los valores sociales que es necesario considerar al tomar decisiones sobre cobertura.
En otras palabras, como consecuencia, un formulador de políticas en Costa Rica, Colombia o Brasil puede aprovechar la evidencia producida en cualquier otro lugar luego de haber evaluado sus posibilidades de generalización pero tendrá, todavía, que pasar por sus propios procesos deliberativos explícitos y transparentes para llegar a una decisión. Como resultado y una vez incorporados sus propios valores sociales y deliberaciones, sus decisiones bien podrían resultar ser diferentes. ¿Ergo? Pensar en cómo implementar procesos deliberativos justos, transparentes y participativos es tan importante como la evidencia misma. Hay mucho por decir en su favor en materia de principios. Pero, ¡ojo!: tenemos evidencia limitada sobre la efectividad de esos procesos deliberativos y cómo armarlos. Al final, ésta será la pregunta definitiva.