Cómo lograr un propósito sin morir en el intento
Miércoles, Enero 11, 2017 - 09:29
El comienzo de una etapa implica retos a nivel personal, profesional, en pareja, en familia, e incluso grupales.
El inicio del año o el simple comienzo de una etapa siempre implica retos a nivel personal, profesional, en pareja, en familia, e incluso grupales. Todos instintivamente vemos siempre la oportunidad de replantearnos algunos propósitos. Sin embargo, se ha comprobado que aproximadamente 90% de estos no se cumple al final del ciclo.
Esto puede representar una gran frustración, por lo que la doctora Adriana Ortiz, psicoanalista de fundación APTA, nos platica cómo podemos enfrentar y plantear propósitos reales y alcanzables.
Debemos entender que “un propósito es la intención o el ánimo de parte de una persona para hacer o dejar de hacer algo. Muchos lo pueden ver como un objetivo o una meta y generalmente se dan al final del año porque esto implica una reflexión a veces profunda y en otras ocasiones superficial, lo que también puede afectar en el resultado”.
Uno de los grandes problemas, explicó, es que pensamos que todo ocurre por arte de magia y privilegiamos la inmediatez, es decir, basta con que se desee algo para que se cumpla. Si bien es cierto que pensarlo es el primer paso, esto no es suficiente.
Otro punto es el autosabotaje, mucha gente incluso tiene miedo a los resultados finales, pues eso conlleva nuevos retos a los que no están dispuestos a enfrentar, por ejemplo, tener un mejor trabajo y con ello la oportunidad de casarse o tener hijos.
Además, existe la ley del todo o nada, un pensamiento muy rígido que no permite un punto medio, y si fallamos, creemos que ya no lo podemos lograr, “esto genera un efecto avalancha donde con algo que salga mal, echamos a perder el plan completo”.
En este sentido la doctora nos presenta una lista de puntos clave para que se puedan alcanzar los propósitos de un año o una etapa que comienza.
-Un propósito realista: por ejemplo, algo tan sencillo como ir al gimnasio. Si se pretende acudir todos los días de la semana y por varias horas al día, esto se convierte en un propósito difícil de alcanzar. Para una persona normal, comenzar con dos o tres veces a la semana, una hora de ejercicio, sí sería un propósito real.
-Que sea muy claro: es decir, que se pueda observar con una conducta o acción inmediata, como ejemplo: arreglar nuestro cuarto, ser más amable, saludar a la gente.
-Plantearse tiempos reales: aquí hay que diferenciar que hay objetivos que se pueden lograr a corto plazo, como estudiar, pero hay otros que requieren tiempo, como ahorrar o bajar de peso; esto ayudará a ser más tolerantes a la frustración.
-El propósito lo eliges tú: reflexionar si son intenciones propias o nos estamos dejando llevar por lo que la demás gente quiere de nosotros es importante. Uno debe estar convencido del cambio; si no, hay pocas probabilidades de éxito, por ejemplo, dejar de fumar.
-El que mucho abarca poco aprieta: hay que establecer prioridades, se pueden querer muchas cosas a la vez, pero debemos ir paso a paso.
Cuando uno ya ha planteado sus propósitos debe continuar con un plan de acción, que es lo que nos va a llevar a poder conseguirlos. La doctora Ortiz hizo hincapié en la importancia de acercarse a los especialistas, “debemos entender que hay cosas que no están sólo en nuestras manos y que google no tiene todas las respuestas”, así, si queremos bajar de peso, acudir a un nutriólogo; hacer ejercicio, ir con un entrenador.
Al final de todo, se debe hacer una evaluación, “éste es el punto que generalmente no se hace y que nos sirve para reconocer los avances o las modificaciones”, dijo.
La especialista aseguró que la niñez es clave para inculcar el valor de los propósitos, “estos son hábitos y todos deben ser adecuados a su edad y practicados con el ejemplo de los padres”. Si no se inculca desde pequeños, en la adolescencia se convierte en un problema. En este sentido la doctora Adriana recomienda preguntarles a los niños, “muchas veces los adultos creemos saber lo que el niño necesita sin cuestionar qué les gustaría en realidad, por ello, podemos proponerles diferentes actividades”.
Una vez que se llega a un acuerdo, en caso de que fallen, esto no debe ser motivo de represión, “debemos alentar y explicar que todos cometemos errores, pero podemos volver a intentarlo”, agregó. “Esto, con el paso del tiempo, les ayudará a que sean mucho más fuertes psicológicamente y se trabaja la autoestima”.