Un nuevo estudio, llevado a cabo en la Universidad de Alcalá (UAH), la de Drexel de Filadelfia y la Universidad de la Ciudad de Nueva York (ambas en EE UU), ha analizado la disponibilidad y accesibilidad de artículos no saludables alrededor de los centros escolares de Madrid teniendo en cuenta las desigualdades por nivel socioeconómico.
Un 27 % de los niños y niñas y un 19 % de adolescentes en España presentaban en 2017 exceso de peso. Estas cifras resultan preocupantes ya que la obesidad infantil se asocia con enfermedades cardiovasculares, diabetes y cáncer de mama, entre otras patologías, y con mayor riesgo de sobrepeso en la edad adulta.
Un nuevo estudio, llevado a cabo en la Universidad de Alcalá (UAH), la de Drexel de Filadelfia y la Universidad de la Ciudad de Nueva York (ambas en EE UU), ha analizado la disponibilidad y accesibilidad de artículos no saludables alrededor de los centros escolares de Madrid teniendo en cuenta las desigualdades por nivel socioeconómico.
Los resultados muestran que el 95 % de los centros escolares tienen cerca establecimientos que venden productos no saludables (como alimentos altamente procesados o bebidas azucaradas). Dichos locales están, de media, a menos de 100 metros de distancia.
“Hay que resaltar que este es un problema que afecta en mayor medida a las clases sociales con menos recursos”, explica a Sinc Julia Díez Escudero, investigadora de la UAH y autora principal de este trabajo, publicado recientemente en la revista Nutrients.
Así, los colegios de áreas de menor nivel socioeconómico tienen una disponibilidad más alta de comercios que venden productos no saludables (un 67 % mayor en comparación con los de áreas de clase media); y una mayor accesibilidad (menor distancia). El gradiente social en cuanto al número de establecimientos situados en un radio de 400 metros (unos 5 minutos caminando), es claro.
Para los autores, un ambiente generador de obesidad, sobre todo en el medio urbano, facilita el acceso a alimentos no saludables y desincentiva la actividad física. De hecho, el último informe publicado por la comisión para acabar con la obesidad infantil de la Organización Mundial de la Salud (OMS) apoya la existencia de este denominado entorno obesogénico.
“Teniendo en cuenta que la fuerza de voluntad no ha cambiado en los últimos años, y que la prevalencia de obesidad se ha triplicado desde los años 70, algo tiene que haber cambiado en el medio”, indica Manuel Franco, investigador de la UAH y científico principal del estudio.
Fomentar entornos más saludables
Desde 2005, la Estrategia para la Nutrición, Actividad Física y Prevención de la Obesidad del Ministerio de Sanidad (estrategia NAOS) propone regular la calidad nutricional de los artículos que se venden en las máquinas expendedoras de los centros escolares. Sin embargo, estas medidas no se cumplen.
Es más, en 2011 se aprobó la Ley sobre seguridad alimentaria y nutrición (Ley 17/2011) que prohíbe vender productos con alto contenido en ácidos grasos, sal, o azúcares dentro de los centros escolares. Pero, ¿qué sucede alrededor de estos? Para la población infantil y adolescente, la facilidad para adquirir productos no saludables es un factor clave de su alimentación.
Para hacer frente a esto, a partir de este año en Londres los locales de comida rápida estarán obligados a cumplir unos estándares mínimos de calidad nutricional; y no podrán abrir a menos de 400 metros de un centro escolar.
“Además, se ha prohibido la publicidad y marketing de comida no saludable en toda la red de transporte público”, añade Díez Escudero. “Este tipo de medidas permiten desnormalizar la ubicuidad de la comida no saludable, tal y como se ha hecho con el tabaco”.
La mayoría de las estrategias implementadas en España se enfocan desde una perspectiva que responsabiliza a los individuos por lo que comen, y en muchas ocasiones, estigmatiza a las personas con obesidad.
“No debemos confiar en la autorregulación voluntaria de la industria y no podemos culpar a nadie de un problema grave con raíces en nuestro entorno. Prevenir la obesidad infantil desde el medio que rodea a los niños es un avance claro en el camino para promover la salud de las próximas generaciones”, concluye Franco.