Con el crecimiento de la industria artesanal, también los catadores toman cada vez más protagonismo en la escena cervecera.
Cuando llega el fin de semana, muchos jóvenes eligen reunirse con sus amigos en alguna cervecería para disfrutar de una conversación con pintas de cervezas artesanales de por medio. En los últimos años, la industria cervecera creció enormemente en Uruguay, dando lugar a la apertura negocios dedicados a esta bebida o a la venta de comida y cervezas artesanales como acompañamiento.
Ningún barrio se salva de esta movida. Parque Rodó y Cordón, como zonas recurrentes de la noche, son los que más se vieron invadidos por lugares como Mala Fama, Varsovia, Oso Pardo, Hey Chopp, Ramón, entre otras cervecerías, pero estas se reparten por toda la ciudad. Tierra de Osos, Montevideo Beer Company, Chopería Mastra, La Chopería y Mr Growler entre Pocitos y Punta Carretas; The Shannon, Cerveza Patagonia y Cervecería Matriz en Ciudad Vieja. Varias de ellas tienen años de existencia, pero su popularidad aumentó con el auge del gusto por las artesanales.
Sin embargo, ¿qué tanto saben los uruguayos sobre cerveza? Algunos eligen la variedad rubia, otros, la roja, y los que les gusta más lo amargo prefieren la Ipa o incluso la doble Ipa. Existen diferentes tipos y la elección queda a criterio del consumidor. Pero, ¿cómo saber si la cerveza es buena o mala? O aquellos amantes de la cerveza, ¿nunca pensaron en cómo ser un buen catador?
Toda la experiencia
Diego “Van de Saar” Castro, catador de cerveza argentino, explicó a El Observador que la calidad de una cerveza se evalúa a través de tres cosas: la vista, el olfato y el tacto. A la hora de hacer su trabajo, lo primero que observa es si hay algún desvío en el proceso o si existe una posible contaminación. Luego, evalúa si se ajusta o no al estilo de la bebida. Por ejemplo, si cumple todas las condiciones para ser Ipa, Rubia o Roja.
Y, por último, analiza aspectos intangibles. Con esto se refiere a lo que permite que se disfrute más la cerveza. “Uno tiene que evaluar el cuerpo técnico, el ajuste de estilo, y el grado de maravillosidad de una cerveza”, agregó.
Por su parte, Humberto Frolich, catador brasilero de cerveza, aconsejó hacer la evaluación a partir de los siguientes cinco puntos: la apariencia, el aroma, el sabor, la sensación en boca y las impresiones generales. “Todo lo que se puede percibir en una cerveza, las características de la malta, el lúpulo y la levadura, todo”, explicó a El Observador.
De igual forma, hizo hincapié en la importancia de prestarle atención al sabor, al retrogusto, a las sensaciones y al cuerpo de la cerveza. “Son las impresiones generales, características intangibles de la cerveza. El placer general de tomarla”, acotó.
La copa uruguaya
Ambos jueces visitaron Uruguay para participar de la tercera edición de la Copa Uruguaya de Cervezas, realizada el 28 y 29 de setiembre en el Hotel Casapueblo de Punta del Este. Es la primera vez que se hizo este evento fuera de Montevideo.
Además de ellos vinieron jueces de Chile, Colombia, México y Estados Unidos. Todos ellos, si bien fueron invitados para catar las cervezas nacionales, también expusieron sus conocimientos.
El evento fue una competencia para premiar las mejores cervezas artesanales de Uruguay, pero también para hacer conferencias dirigidas a cervecerías, cerveceros caseros, amantes de la cerveza, personal de hoteles, restaurantes y bares.
Pablo Pereiro, uno de los organizadores del certamen, dijo que la Copa uruguaya surgió como una necesidad de generar una instancia dedicada a la cerveza. Ya fue realizado en dos ocasiones y notan que el interés crece de forma constante. Este año se presentaron 110 muestras.
El mercado cervecero no solo tuvo un crecimiento a nivel local, sino regional. “Esto ha llevado a que tengamos cada vez más cervecerías, bares cerveceros y restaurantes que ofrecen como alternativas a sus cartas la cerveza artesanal, así como cada vez hay más personas realizando cerveza casera en sus casas”, se indicó en un comunicado previo al evento.
Teniendo en cuenta este contexto, los organizadores notaron la falta de certámenes y competencias. No solamente con el fin de elegir los mejores productos, sino también para que las cervecerías nacionales puedan recibir una devolución precisa de su mercadería, para mejorar y seguir creciendo en calidad. La idea es alimentar de conocimiento al mercado y “confraternizar y fortalecer vínculos entre el mundo cervecero”.
De autodidacta a profesional
Habitualmente es más común escuchar hablar de catadores de vino, pero también los hay de cerveza. En Uruguay no se conoce en profundidad el rubro, uno relativamente reciente que comienza a registrar concursos y evaluaciones. Para convertirse en catador –o mejor dicho, en juez de cerveza– el interesado puede iniciarse de manera autodidáctica. Sin embargo, es necesario contar con la habilitación del programa de Certificación de Jueces de Cerveza BJCP (Beer Judge Certification Program). “Uno tiene que estudiar, por cuenta propia o con cursos, y tiene que rendir exámenes”, indicó Humberto Frolich. Además, es necesario contar con “horas de vuelo”. Es decir, el juez va ganando puntos cada vez que cata en un concurso de cerveza. Cuantos más puntos se adquieren, aumenta su nivel como juez.
Por otro lado, para el brasilero es fundamental ser una persona cervecera. “Es una persona que tiene que entender de toda la parte técnica, para probar la cerveza y dar un feedback correcto”, dijo a El Observador.
Para Diego Castro, además, debe saber también sobre la parte de servicios de bares y sobre la cerveza en sí misma.
El catador argentino explicó que un aspirante a juez es evaluado tanto de forma teórica como en la práctica de cata. Incluso, el examen se puede rendir más de una vez para subir la calificación profesional. La educación vinculada a este tema está creciendo en Sudamérica en la actualidad a la par de la industria. “Hay que aprovechar que se está ampliando para crecer y mejorar a nivel técnico”, agregó.