Socio de Tax & Legal de Kreston MCA repasa los principales aspectos a tener en cuenta con el fin de evitar que una firma de este tipo divida a una familia.
Según la Universidad del Desarrollo, un 78% de las compañías chilenas corresponden a empresas familiares y de las pymes, casi un 50%. Por otra parte, se estima que aproximadamente un 80% de las empresas familiares no traspasa la tercera generación, ya sea por dificultades en el desarrollo del negocio o en el traspaso del patrimonio.
Por ello y considerando que muchos emprendimientos familiares perduran como pequeñas y medianas empresas, el socio de Tax & Legal de Kreston MCA, Juan Marín, repasa los principales aspectos a tener en cuenta con el fin de evitar que una firma de este tipo divida –e incluso, separe definitivamente- a una familia.
Si bien la empresa familiar es un importante medio de vinculación social y laboral, además de un generador de dinero e impuesto, un exitoso emprendimiento puede no traspasar a la segunda o tercera generación, aun cuando se haya visto fortalecido por el esfuerzo directo o indirecto de la familia, “debido a que en el núcleo familiar no siempre se entiende que la participación puede darse en niveles directivos, gerenciales, o técnicos”, afirma el ejecutivo, ejemplificando que el error más común es que “el progenitor exitoso y talentoso no traspasa o enseña a sus hijos el significado del esfuerzo y dedicación, por lo que la segunda generación está desmotivada y desconcentrada”.
Planificación efectiva
Marín explica que “el traspaso patrimonial del padre que ha fortalecido el patrimonio familiar puede verse diezmado por el impuesto de herencia, cuando espera hasta el último minuto para transferir la propiedad empresarial”. Por ello, “una buena asesoría, tanto legal, corporativa como tributaria, es altamente aconsejable para suavizar los efectos de un cambio de mando y patrimonio”, argumenta.
Agrega que para una óptima planificación “es indispensable entender cuáles son las motivaciones e intereses personales de los miembros de la familia, para llevar dichos intereses al interior de la empresa; luego, identificar las potencialidades de cada uno para integrarlos en la firma y trazar junto con los padres el destino del patrimonio familiar”. Generalmente, los hijos participan o se integran en la empresa; sin embargo, “no se debe dejar de lado a las hijas, quienes tienen potencialidades, habilidades blandas e inteligencia emocional que no pueden faltar en una empresa exitosa”, enfatiza, sosteniendo que “una vez desarrollado lo anterior se pueden diseñar los mecanismos legales para implementar dichos cambios, resguardando que no tengan impacto tributario”, precisa.
Desventajas y desafíos
En relación a empresas no familiares, el socio de Kreston MCA comenta que las desventajas del negocio se relacionan con que, “dado que estos emprendimientos comienzan desde cero, su periodo como pymes se alarga bastante, por lo que el acceso al financiamiento y a asesores de buen nivel los sitúa en una posición desfavorable”. Por otro lado, “el hecho que la empresa sea familiar impide -en principio- que ingresen capitales no familiares al negocio, lo que también atenta contra el crecimiento y el desarrollo de nuevas ideas o experiencias”, especifica.
A su juicio, para fomentar que en Chile estas empresas perduren, está pendiente “el acceso a información y apoyo acerca de beneficios estatales, fomento y aporte de capitales de riesgo que no sean expropiatorios para el emprendedor; desarrollo de grupos intermedios que permitan identificar potenciales comunes; una mayor holgura en materia tributaria, incentivos tributarios que estén estrictamente relacionados con inversión en sus empresas; tecnología; desarrollo de procedimientos productivos; investigación y desarrollo, entre otros aspectos”.
En ese sentido, plantea que “sería altamente beneficioso pensar en una tasa corporativa de 20% -o menos-, como en otros países, donde de alguna manera se iguala la tasa corporativa a la tasa de global complementario que puede llegar a tener el dueño de la empresa, por su participación en la misma”.
Para el caso de las pymes que están evaluando la sucesión, el ejecutivo enfatiza en que éstas deben tener en cuenta la planificación ordenada, sencilla y aceptada por el grupo, ya que puede marcar la diferencia para hacer perdurar la empresa en la familia y, principalmente, que no sea en el último minuto, puesto que “los hijos o nietos que se desentienden de la empresa o que la empobrecen (vendiendo su participación a otros miembros de la familia), dificultan su crecimiento y ponen en riesgo su continuidad”, concluye.