Algunas mujeres son capaces de trabajar hasta que están listas para dar a luz. Otras necesitan una reducción en sus horas o dejar de trabajar antes de la fecha prevista de parto.
Existen muchas especulaciones acerca de este tema. Lo cierto es que, hoy en día, las mujeres formamos parte (y muy importante) de la fuerza de trabajo mundial. De esto se desprenden numerosos derechos y obligaciones. Sabemos que a muchas mujeres, les llega un momento en que lo laboral pasa a segundo plano: el embarazo y posterior nacimiento de un hijo.
La mayoría de las mujeres que están embarazadas pueden continuar trabajando durante su embarazo. Algunas mujeres son capaces de trabajar hasta que están listas para dar a luz. Otras pueden necesitar una reducción en sus horas o dejar de trabajar antes de la fecha prevista de parto.
Acá, te vamos a brindar algunos consejos para que puedas transitar esta etapa tranquila, y con seguridad en el trabajo.
Primero, lo primero: comunicarlo fehacientemente - por escrito a tu empleador, señalando en la nota la fecha probable de parto y la existencia del certificado médico a disposición. Es bueno que te quedes con una copia. Estas especificaciones -como así también el régimen de licencias por maternidad- están reglamentadas por la Ley de Contrato de Trabajo en Argentina (número 20.744). De acuerdo con esta ley, la licencia por maternidad es de 90 días: 45 antes del parto y 45, después. Pero en la práctica, un gran número de embarazadas prefiere seguir trabajando hasta entrado el octavo mes, para que queden más días disponibles después del nacimiento. Esto se arregla con el empleador y es algo totalmente legal. Además de la mencionada ley, existen legislaciones especiales y convenios colectivos que fijan plazos más extendidos.
Lugar y condiciones generales de trabajo. Si puedes trabajar o no depende de: tu salud, la salud del bebé y del tipo de trabajo que realizas. Hay algunos factores que podrían afectar tu capacidad para trabajar con normalidad:
1. Levantar objetos pesados.
2. Exposición a peligros en el trabajo, como venenos o toxinas.
3. Y el más común y que todas conocemos, ESTRÉS.
En los primeros dos casos, puedes y probablemente debas (por medio de prescripción médica), solicitar a tu empleador una reubicación dentro de la empresa o bien una disminución de la carga horaria, dependiendo de tu trabajo.
En el tercer caso, la encargada de resolverlo vas a ser tú. Demasiado estrés puede causarte problemas de salud a ti y a tu bebé. Algunos consejos para manejarlo: habla sobre tus preocupaciones con alguien de confianza, consulta con tu proveedor de atención médica para recibir cuidado prenatal regular, sigue una dieta saludable y mantenete activa, duerme las horas correctas y pide ayuda cuando la necesites.
El embarazo no es una enfermedad, y mientras no suceda nada anormal, no hay por qué preocuparse, merece la pena ser vivido y disfrutado. Más del 80% de los embarazos transcurren con normalidad. Así que ¡anímate y disfruta esta etapa!
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