Las condenas teológicas hacia la risa parecen haber tenido poco efecto entre los creyentes, sostienen los científicos.
Agencia SINC | Con motivo del Día de los Santos Inocentes, a más de uno le han gastado una broma, pero siempre es bueno saber a quién se la haces porque no todos tenemos el mismo sentido del humor. Investigadores de la Universidad de Long Island (Estados Unidos) han publicado un estudio en la revista Humor en el que han observado las reacciones de personas cristianas practicantes y ateas ante diferentes bromas a través de una encuesta pública en una plataforma online.
Su objetivo era determinar si estos dos grupos tienen reacciones diferentes significativas ante varios estilos de humor. Los participantes tenían que calificar 18 bromas en distintos niveles que iban de ‘no es gracioso en absoluto’ a ‘muy divertido’.
“Los resultados muestran que no existe casi ninguna correlación entre la presencia o ausencia de la fe cristiana y el grado de apreciación del humor”, explican Bernard Schweizer y Karl-Heinz Ottn, investigadores de la Universidad de Long Island.
Todas las demás categorías de bromas las juzgaron de forma similar. “Las únicas excepciones notables son que los cristianos practicantes tienden a reaccionar menos favorablemente que los ateos a los tipos de humor más blasfemos y despectivos, mientras que a los ateos les divierten algo menos las bromas religiosas ligeras en comparación con los cristianos practicantes”, puntualizan.
El aspecto principal para señalar si algo era cómico o no fue inherente a la calidad de las bromas de forma individual, en lugar de calificarlo según la presencia o ausencia de temas sobre la fe cristiana. “Este hallazgo contradice las afirmaciones a priori sobre la supuesta correlación negativa entre el sentido del humor y la religiosidad”, aseguran los autores del trabajo.
Para los científicos, “la larga historia de las condenas teológicas hacia la risa parece haber tenido poco efecto en el mundo contemporáneo de los cristianos”. No obstante, existe una diferencia: el humor muy irreverente tiende a ser menos apreciado por los cristianos que por los ateos.
Ante un humor religioso ‘limpio’ ocurre lo contrario, les hace más gracia a los cristianos, pero la diferencia no es muy pronunciada. “Los ateos tampoco mostraron más entusiasmo hacia el humor antirreligioso”, concluyen.