Estudios recientes precisan que una persona optimista y con sentido de bienestar tiene más probabilidad y tendencia a verse comprometida en conductas sanas.
En medio de las complejidades de la vida moderna, varios estudios médicos han ido confirmando ciertas ideas que la gente ya asociaba: por ejemplo, que estados psicológicos negativos, como el estrés, la depresión, la ira, la ansiedad y la hostilidad, incrementan el riesgo de sufrir trastornos del corazón.
Pero estudios complementarios recientes concluyen con una idea más evidente en torno a esto: a grados de optimismo, igual grados de protección de la salud.
A base de centenares de estudios, publicaciones aparecidas en el "Psychological Bulletin", medio oficial de la Asociación Psicológica Estadounidense, indican que ver la vida positivamente ayuda a reducir los factores de riesgo cardiovasculares, como la hipertensión y el alto colesterol.
Así, la ecuación parece simple. Se subraya que el optimismo y el bienestar psicológico tienen un impacto evidente en el control de riesgo de eventos como infartos y enfermedades cerebrovasculares.
El hallazgo no deja de ser importante si se considera que en Estados Unidos –según cifras de la Asociación Estadounidense del Corazón (AHA)- más de 2.200 personas mueren a causa de una enfermedad cardiovascular cada día, esto es una muerte cada 39 segundos.
Los expertos han analizado en los últimos años factores como el grado de optimismo de un individuo, su satisfacción con la vida y su felicidad. Las personas que mostraban mayor bienestar psicológico exhibían, a su vez, 50% menos riesgo de enfermedades del corazón y circulatorias, independientemente de la edad, estado socioeconómico, tabaquismo o peso corporal.
“La ausencia de lo negativo no es lo mismo que la presencia de lo positivo", ah dicho en la prensa la doctora Julia Boehm. "Por ejemplo, los individuos más optimistas tienen aproximadamente 50% menos riesgo de experimentar un evento cardiovascular inicial comparado con sus pares", dice.
La dinámica es que individuos con un mayor sentido de bienestar se ven comprometidos en conductas más sanas como hacer ejercicio, comer una dieta saludable y dormir bien. Pero también dicho bienestar se vincula directamente con mejores funciones biológicas, como menores niveles de presión arterial, indicadores más sanos de grasa en el sangre y un peso corporal normal.
Si bien los estudios sugieren un evidente vínculo saludable con la actitud de ver el vaso medio lleno en vez de verlo medio vacío, siempre se han cuidado mucho de señalar que el optimismo sea una especie de "amortiguador" contra los trastornos de la salud.
La experta Boehm, de hecho, comenta en los medios que “resulta muy difícil medir objetivamente el estado de bienestar de una persona. Y otros factores de riesgo, como el colesterol y la diabetes, son indicativos más importantes cuando se trata de reducir el riesgo de enfermedades cardiovasculares”.
El lado positivo es que una persona optimista y con sentido de bienestar tiene más probabilidad y tendencia a verse comprometida en conductas sanas. Eso sería la principal conclusión científica del estudio.
Hace unos año, la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Harvard llevó adelante investigaciones en esta perspectiva. SU conclusión fue que "el bienestar psicológico es una parte importante de un estilo de vida sano, igual que mantenerse activo y comer de manera saludable".
Y fue un poc más allá, señalando la necesidad de que los profesionales de la salud "tengan un enfoque holístico en la asistencia sanitaria, considerando y tomando en cuenta el estado de la salud mental de una persona y analizando el impacto que ese factor provoque en su salud física".
Según los investigadores si otros estudios confirman que los niveles altos de satisfacción, optimismo y felicidad tienen un impacto en la salud cardiovascular, esto deberá tomarse en cuenta en el establecimiento de estrategias de prevención y tratamiento.
La profesora Laura Kubzansky, una de las investigadoras de la universidad estadounidense, sostuvo que los estudios direccionan una perspectiva más clara: "para mejorar la salud cardiovascular, por ejemplo, más que simplemente mitigar los déficits psicológicos hay que fortalecer y potenciar las fortalezas psicológicas".