El sistema, que busca agilizar la construcción de nuevos hospitales y centros de salud, es criticado por la falta de transparencia en sus costos y su falta de agilidad para atender situaciones excepcionales.
Cluster Salud. Las concesiones, o asociaciones público-privadas, cada vez son más utilizadas en Chile. Considerando la falta de presupuesto del sector público, se han mostrado como una opción viable para la creación de nuevos centros de salud, entregando la responsabilidad de la construcción a empresas privadas que también obtienen el derecho de administrar las instalaciones por periodos de tiempo estipulados cerrados. Pero las cifras alrededor de esto no son tan contundentes y el sistema recibe múltiples críticas por sus gastos y la forma en que se administran los hospitales.
En el seminario de “Infraestructura hospitalaria: desafíos y alternativas de desarrollo”, organizado por la Cámara Chilena de la Construcción (CChC) y el Colegio Médico, realizado en mayo, se presentaron los resultados de un estudio que buscaba establecer la opinión del público sobre dos hospitales concesionados de la región de Santiago: El Hospital Eloísa Díaz de La Florida y El Carmen de Maipú.
En el estudio, realizado por Cadem, 82% de los encuestados evaluó positivamente la infraestructura de los recintos, 79% el acondicionamiento y 58% el servicio entregado. Las buenas evaluaciones se extienden a que 61% de los usuarios dijo estar satisfecho con los hospitales, 71% volvería al mismo lugar y 61% lo recomendaría a un amigo o familiar. A pesar de las opiniones positivas del hospital, 46% de los usuarios estaba en desacuerdo de que el hospital fuera concesionado.
Para Vivian Modak, vicepresidenta del Comité de Concesiones de la CChC, existe un gran desconocimiento. “A la gente no le gusta porque no le gusta”, asegura. Lo cierto es que la concesión se ha vinculado con un proceso de privatización de la salud, pero Modak dice que no es así: “Los contratos son a plazo fijo, no es que si el concesionario quiere pueda alargar o acortar, porque no le gusta el negocio, están claros los plazos asociados al proceso. El contrato incluye mantener y operar los servicios no clínicos”, explica. En la ocasión, agregó que la gestión del servicio de salud sigue estando siempre en manos del Estado.
Para Matías Goyenechea, Presidente de Fundación Creando Salud, el sistema de concesiones presenta algunos problemas. Por un lado, destaca la burocracia que se le suma a la administración del hospital, donde tareas domésticas como cambiar un enchufe, y otras vitales necesitan múltiples aprobaciones: “Hay una rigidez para el propio director del hospital para disponer de sus espacios”. Asegura que los hospitales concesionados no tienen la libertad de reaccionar de manera ágil frente a emergencias, como terremotos, porque no se pueden convertir camas de un área a otra libremente. Este tipo de modificaciones se deben pedir con tiempo de anticipación: “No todas las contingencias de salud pueden preverse con un año de antemano, ahí hay una rigidez en el sistema”.
En costos, Goyenechea asegura que hay un gran problema en determinar cuánto cuesta realmente la concesión al Estado. El sector privado y el público calculan de manera diferente el gasto, por lo que, según el Estado, la concesión es más cara.
En cifras concretas, la OCDE plantea que debería haber 5,04 camas hospitalarias por cada mil habitantes, pero en Chile hay 2,18, incluyendo el sector de clínicas privadas en el conteo. Entre 1999 y 2015, Chile perdió 5.604 camas, de acuerdo al Departamento de Estadísticas e Información de Salud. Concesión o no concesión, las carencias en infraestructura son una realidad innegable en el sector salud del país.