La Fundación trabaja con niños y jóvenes que han sido víctimas de la guerra, desplazados, maltratados física y verbalmente, que viven en condición de pobreza y abandono.
Con una planta de 125 maestros, cerca de 6.000 estudiantes activos y tres sedes educativas en el país (Barranquilla, Cartagena y Quibdó), el Colegio Fundación Pies Descalzos lidera la lista de las mejores escuelas públicas de Colombia, las que están innovando el sector y buscando nuevas metodologías de aprendizaje.
La Fundación trabaja con niños y jóvenes que han sido víctimas de la guerra, desplazados, maltratados física y verbalmente, que viven en condición de pobreza y abandono, y tienen un desarraigo por su territorio. Desde 1997, cuando fue creada por la cantante Shakira, la ONG ha tenido como objetivos promover la educación pública de calidad para menores que se encuentran en situación de vulnerabilidad, mejorar la nutrición de los niños, promocionar el crecimiento personal y desarrollo sostenible, así como construir infraestructura de primer nivel.
¿Cómo lo hace? Sus líderes dicen que no se trata de implementar un modelo educativo, sino un modelo de intervención donde se entiende que la escuela es el foco de la comunidad, el eje y motor de sus habitantes. Son centros de desarrollo y conocimiento que se construyen durante la interacción con el otro, cuando se generan debates sobre problemas reales que necesitan soluciones reales. Con esa premisa parte todo un experimento que ya se extiende por tres departamentos del país.
“Lo más importante es ayudar a formar buenos seres humanos, ciudadanos que sepan resolver problemas de la cotidianidad y construir en comunidad”, dice la directora de Pies Descalzos, Patricia Sierra. “Hay que partir de que la escuela es mucho más que una simple infraestructura, ahí se está innovando, se están enseñando habilidades sociales necesarias para Colombia y el mundo”.
Según datos recopilados por la Fundación Alberto Merani, la sede de Barranquilla es el mejor colegio público de Colombia, de acuerdo con los resultados de las Pruebas Saber 11 durante los últimos cinco años. Desde 2009 viene trabajando con niños y jóvenes en el corregimiento Eduardo Santos-La Playa, un sector históricamente conocido por recibir población en situación de desplazamiento, proveniente de departamentos vecinos como Magdalena, Sucre y Bolívar.
“Estamos en esa apuesta de que los maestros entiendan que no son quienes imparten el conocimiento, sino quienes acompañan el proceso. Son guías y no tienen que depender del tablero, pero romper paradigmas siempre será difícil”, comenta Sierra.
Para ella, el sector de la educación en el país tiene varias falencias: se insiste en trabajar con metodologías obsoletas que no responden a las necesidades de esta sociedad global y del contexto histórico que experimenta el país, no hay vocación por ser buenos educadores, los maestros no son bien remunerados o tampoco están bien preparados, no hay interés por apostarles a nuevas metodologías, hay intereses políticos que obstruyen procesos importantes, sobre todo en las regiones, abandono estatal y un sinfín de piedras en el camino.
Pero a pesar de todos esos obstáculos, Sierra dice que ha habido cambios significativos en los estudiantes de Pies Descalzos, por lo que quieren seguir apostándole a este modelo, que ubica al alumno como un sujeto activo dentro del salón de clases, capaz de cuestionarse, generar proyectos, buscar soluciones y comprender el contexto en el que viven: hay menos casos de violencia, drogadicción y embarazo adolescente, hay pocos niños que desertan de la escuela, entre el 68 y 80 % de los graduados logran continuar con su formación académica profesional, son jóvenes que se sienten pertenecientes a una comunidad, por lo que siguen apoyando iniciativas locales, son propositivos y buenos líderes, comenta la directora.
“No estamos hablando de niños que van a la escuela simplemente, sino de ciudadanos con derechos y deberes que tienen responsabilidades en esta sociedad. Por eso también intentamos ofrecerles jornadas alternas que tengan que ver con el deporte, la cultura y la formación en derechos humanos, porque no queremos que acepten propuestas indebidas en sus barrios”, comenta Sierra.
La escuela que menos avances ha tenido hasta el momento es la de Chocó, que desde 2005 ha intentado fortalecer la riqueza étnica, cultural y natural de comunidades afros e indígenas que viven allí.
“Para nosotros es frustrante no haber podido incidir fuertemente en el departamento, pues en este momento somos los mejores dentro de los peores colegios que se encuentran allí”, dice Sierra. “No todas las pedagogías funcionan de la misma manera y el problema con Chocó es que ahí se exacerban todos los problemas del país”, remata.
La apuesta por seguir fortaleciendo modelos como el de Pies Descalzos debería continuar, sobre todo cuando el Gobierno quiere que Colombia sea el país más educado de Latinoamérica.