Si alguien tiene una buena idea que ayude al equipo, a la empresa o al país, “hay que seguirle la onda”, afirma Erika López Lara. También dice que para que funcione un proyecto hay que reclutar colaboradores afines a tu causa, escuchar sus aportaciones y motivarlos.
Esta joven poblana sabe cómo liderar un equipo de trabajo. Con apenas 23 años, ya emprendió un proyecto, ya tuvo resultados adversos, ya aprendió de sus errores y ya comienza a ir para arriba una vez más.
La manera de expresarse Erika López Lara es propia de su de edad. Los consejos que da para sumar y retener talento son propias de un emprendedora que ya pasó por un proceso que muchos ni han iniciado.
Erika López es ingeniera en nanotecnología y ciencias químicas y cuenta con cinco estancias de investigación en cinco diferentes instituciones educativas del mundo: en el Massachusetts Institute of Technology investigation (MIT), en las universidades de Harvard, de Estocolmo, de California- Berkeley, así como el Tec de Monterrey.
Hace cinco años, cuando tenía 18, fundó la asociación civil Weeds (Worldwide Education in Environmental Development and Sustainability). “Soy una apasionada del mejoramiento ambiental, quiero ayudar a que los problemas que enfrentamos no nos afecten ni a nosotros ni a otras especies”, explica en entrevista telefónica con Factor Capital Humano.
Quedarse sin equipo
Cuando tenía 17 años y cursaba la preparatoria en la ciudad de Puebla organizó un congreso internacional de desarrollo sustentable y educación ambiental. “Quería concientizar a las personas desde sus diferentes áreas, ya sea que estudiaran o abordaran las leyes, arquitectura, lo que sea. Pero que desde ahí ayudaran a mejorar el medio ambiente”.
Después de esa experiencia, en la que aprendió a encabezar un proyecto y atraer personas que le ayudaran a ejecutarlo, decidió crear una asociación civil: Weeds. El objetivo, cuenta con su voz de niña, era crear programas de mayor impacto en la reducción de la contaminación.
La dividió en tres áreas: concientización ambiental, investigación y emprendimiento. La idea de esta última era para que los desarrollos científicos pudieran salir al mercado. Pero al poco tiempo se quedó sin equipo. Las cosas comenzaron a marchar mal.
Sin perder de vista la meta
Había puesto tanto empeño en Weeds, que no sabía en qué había fallado. Ya no vivía con su familia en Puebla, sino sola en Monterrey, en el Tec. Estudiaba y trabajaba para poder costear los gastos que implica operar una asociación, tenía muchas ideas sobre educación ambiental, pero, al parecer, no era suficiente.
Continuó estudiando y se enfocó en su gran pasión: mejorar el medio ambiente. En el Tec buscó a los mejores profesores en la materia, luego aplicó para una estancia de verano en el MIT y fue seleccionada. Después siguieron estancias en Harvard y en la Universidad de Estocolmo, donde se formó para crear materiales no contaminantes.
“Lo que me ayudó fue siempre tener claro que lo quería era un cambio”, apunta del otro lado de la línea. A pesar de que las cosas no marchaban como quería en su asociación, la idea no se le iba de la cabeza. Hasta que se dio cuenta cuál había sido la razón del fracaso.
Eureka: rodéate de personal que siga tu causa
“Me di cuenta que es muy importante rodearte de gente comprometida con la misma meta que la tuya”, concluye. Las personas que había reclutado para conformar su asociación eran sus amigos, pero no necesariamente colaboradores que compartieran su entusiasmo por encontrar soluciones a la contaminación.
A quienes integró como parte de su equipo “no les interesaba el proyecto”. Le ayudaban, sí, pero como un favor por la amistad que les unía con ella. “Nunca iba a funcionar, daban el tiempo que les sobraba porque no era una causa suya, sino mía”. En cambio, ahora tiene un pequeño equipo de 10 personas, pero enfocadas en un mismo camino.
La prueba está en que a pesar de que Erika se encuentra en Estados Unidos, en la Universidad de California en Berkeley, donde estudia emprendimiento, la asociación ha vuelto a funcionar. “Es gracias a que tienen los mismo objetivos de promover el desarrollo sustentable”.
Consejos para liderar un equipo
En su estancia en la facultad de Berkeley, iniciada apenas en agosto pasado, ha aprendido además la importancia de “escuchar a todo el equipo. Oír sus ideas y hacer de ellas una sola”. Antes, admite, “sentía que las mías eran las que iban a funcionar”
Erika López aprendió que debe tomar en cuenta a todos, empoderarlos, y delegarles funciones. Es vital para cualquier empresa que las personas “se sientan parte del equipo y no que están trabajando para ti”.
Mantenerlos motivados no es fácil, pero como líder debe procurarlo, apunta. Reconocer su trabajo y esfuerzo ante los demás “es una manera de lograrlo”. Erika López considera que quienes encabezan un proyecto tienen que intentar mantenerse creativos y contagiar eso a los colaboradores.
Ahora Weeds también recibe voluntarios. Para seleccionarlos no se basa en la experiencia o los conocimientos que tengan, “sino en sus ganas de cambiar el entorno”. Evalúa “la pasión que tengan por el tema ambiental. Lo notas en cómo te insisten por ser parte, en que te escriben para confirmar la entrevista. Los escojo por su interés”.
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