Enamorarse es un proceso neurológico que empieza en el cerebro, en el que intervienen la genética y el aprendizaje.
Desde el instante en que conocemos a alguien y no podemos despegarle los ojos de encima, hasta que amamos a esa persona 'para siempre', hay tantos sucesos fisicos y mentales en nuestro cuerpo, que hasta hoy la ciencia no ha podido atar todos los cabos del proceso del amor.
Las reglas no son fijas, explica la psicóloga clínica Mila Chaue al sitio web de El País. Lo que sí se sabe, es que es un proceso neurológico que empieza en el cerebro, en el que interviene la genética, el aprendizaje durante la infancia en casa y en la sociedad, que marca nuestros patrones y nuestra experiencia sentimental previa.
Muchos estudios realizados a parejas coinciden en que hay tres etapas bien marcadas en el amor: el deseo, el enamoramiento y la conexión profunda.
El deseo
Aunque no lo creas, según los estudios nos fijamos de forma inconciente en las forma corporales, buscando un cuerpo sano para procrear con él. También es importe la simetría de ese cuerpo, pues es señal de buena salud, y porque somos, sobretodo, seres visuales.
Las feromonas, que nos hacen percibir sistemas inmunes diferentes al nuestro, nos ayudan a la hora de elegir una posible pareja. Si encontramos un olor similar al nuestro, lo rechazamos.
Estos patrones están cambiando a medida que la cultura cambia, pero es un comportamiento natural en todas las sociedades.
Cuando ya sabes si alguien nos gusta, proceso que dura 3 a 4 segundos, sentimos deseo. Empezamos a liberar hormonas sexuales. El estrógeno genera deseo de cercanía física en las mujeres, y la testosterona -en ambos casos-, nos vuelve más seductores y abiertos.
El enamoramiento
Es una etapa a la que los investigadores, como Jim Pfaus explica en NG, comparan con 'estar drogado'. Las dopaminas -que se comportan de manera similar a cuando se consume estupefacientes- se disparan por todo nuestro cuerpo, poniéndonos eufóricos; y baja la serotonina, lo que hace que nos desvelemos, no tengamos hambre (o comamos mucho) y cambie nuestro genio.
Se nos sube la adrenalina, el corazón late más rápido, hay 'mariposas en el estómago', y pasan tantas cosas que parecen incontrolables. Pero muchos de esos procesos de estabilizan, cuando pasamos al siguiente paso del amor.
La conexión
La vasopresina y oxitocina son en parte responsables de que nos sintamos conectados con otra persona, tambièn interviene el núcleo accumbens. Los besos, el sexo y otras demostraciones de amor mantienen a estas hormonas en aumento, lo que da una sensación de calma y apego emocional, que también se siente en las relaciones con la familia o entre madre e hijo.