Si usted decide visitar Perú y su capital no está en sus planes, piénselo de nuevo.
Con una enorme cantidad de importantes hallazgos arqueológicos, una extensa historia colonial y una celebrada tradición gastronómica, Perú es uno de los destinos turísticos más populares de la región. Sin embargo, su capital, frente a otros focos como Machu Pichu y Cuzco, suele apenas ser un punto de paso, según afirman operadores turísticos locales.
Sin embargo, Lima tiene varios atractivos para ofrecer, y se adapta incluso a los viajeros que opten por pasar solo unos días en la capital.
Para aquellos que deseen conocerla en tres días o menos, aquí se ofrecen dos paseos dentro y en las afueras de la ciudad que recorren su historia precolombina, su legado colonial y sus infaltables delicias.
El centro histórico
Atravesar el tráfico limeño no es fácil. Las calles se atascan con facilidad y los bocinazos son desde hace años la banda sonora callejera por excelencia. Pero en comparación con otros países de la región, el transporte público resulta barato: 1 sol (US$0,29) cuesta el boleto de omnibus, mientras que el servicio Metropolitano –una vía expresa inaugurada en el 2010 que atraviesa la ciudad de norte a sur– tiene un costo de 2,5 soles (US$0,72).
Utilizando el Metropolitano se llega al centro, descendiendo en la Estación Central. Y desde este punto en adelante, la ciudad ofrece una enorme variedad de estilos aquitectónicos modernos que conviven con los edificios coloniales.
Allí reciben al transeúnte el Palacio de Justicia, de origen neoclásico, el Edificio Rímac, con un estilo francés y el Centro Cívico, un complejo que ejemplifica al brutalismo, una corriente arquitectónica del 1950 caracterizada por los volúmenes geométricos y la utilización del concreto o el hormigón. Este estilo hizo irrupción en Perú a partir de la década de 1970 y puede encontrarse en varios puntos de Lima.
Ya en el centro histórico, entre las casas y edificios, se puede jugar al bingo arquitectónico y ganar enseguida. Se encuentran influencias italianas, españolas y moriscas; estilos coloniales, neo góticos y el barroco andino; diseños art déco y art nouveau.
En parte, esta variedad de estilos en tan pocas cuadras de diferencia se debe a una simple razón: Lima ha sufrido grandes terremotos, lo cual ha derrumbado y obligado a reconstruir muchas de las edificaciones.
A pesar de que la niebla muchas veces cubra la ciudad, en el suelo el color predomina, no solo gracias a la rica vegetación casi selvática, sino que también por la enorme cantidad de edificios en tonos de ocre, terracota y celeste, colores que se asocian con el período colonial.
En este sentido, la Plaza de Armas (o Plaza Mayor) concentra varios de los edificios coloniales: la Catedral de Lima y el Palacio arzobispal, el Club de la Unión y la Municipalidad Metropolitana, ambos de color amarillo brillante, con hermosos Balcones de Cajón, caracterizados por su madera oscura y su gran ornamentación.
Asimismo, allí se encuentra el Gran Hotel Bolívar, otrora lugar de encuentro de la aristocracia y de estrellas de Hollywood y hoy parada ineludible para degustar un pisco sour.
Pachacamac
A una hora del centro (contando el pesado tráfico) se encuentra Pachacamac, un santuario arqueológico y museo, y el más grande de los 50 hallazgos que se encuentran solo en Lima. Asimismo, fue el primer centro ceremonial en ser destruido y saqueado por los españoles.
Durante 1.200 años, Pachacamac fue el santuario y oráculo más importante de su zona, el lugar de peregrinación y ofrenda al dios Pachacamac utlizado por las diferentes culturas indígenas de la zona, como los lima, ichma e incas. Este está ubicado en la altura del valle de Lurín y con vista privilegiada hacia la costa.
El complejo consiste en varios edificios, entre los cuales se destaca el Templo Pintado, que todavía cuenta con restos de sus decoraciones en rojo y amarillo, y el Templo del Sol, ubicado en la cima más alta, donde se estima se realizaban ofrendas y sacrificios humanos al Sol.
Este sitio está acompañado por el Museo Pachacamac, que acaba de inaugurar un nuevo y moderno edificio.
Está dedicado a contar la fascinante historia del santuario, y exhibe muchos de los hallazgos realizados en la zona, desde tapices coloridos y prendas intactas, a ofrendas de todo tipo (conchas, joyas, vasijas).
Para recorrer este santuario se pueden realizar visitas normales con un costo de 10 soles (US$2,9), guiadas por 20 soles y un paseo especial por la Ruta de los Peregrinos, donde se invita a grupos de menos de 15 personas a ponerse en los pies de los devotos y realizar el mismo camino que supieron hacer durante cientos de años. Este sin dudas se recomienda tomar acompañado de un guía.
Las exploraciones arqueológicas comenzaron en 1896, sin embargo, hasta el día de hoy los expertos continúan develando nuevos espacios y artefactos.
Por su dinámico crecimiento y su enorme legado histórico este sin dudas se trata de un paseo que ilustra de una manera diferente la rica historia precolombina del país.
Cinco comidas a probar
Tanto en el día como la noche, el centro comercial Larcomar y los distritos de Miraflores y Barranco cuentan con buenos restaurantes. Para el bolsillo uruguayo, la comida peruana es bastante accesible.
Anticuchos de corazón. Se trata de un plato típico de Perú que no es para los sensibles: es una brochete de tiernos trozos de corazón de res adobado con la tradicional salsa de anticucho (a base de ají panca, cebolla pimienta y comino). Esta salsa también es utilizada para aderezar filetes.
Causa. Este plato de origen precolombino aparece en una gran variedad de formas y presentaciones. Se compone de una pasta hecha con papa amarilla y rellena con lo que sea: pollo, pescado, langostino, verduras. Si se prueba junto con la salsa huancaína es aún mejor.
Conchitas a la parmesana. Como su nombre indica, se trata de conchas de abanico gratinadas, aderezadas con salsa inglesa y servidas con limas para exprimir a gusto. Un plato simple pero delicioso.
Ceviche. El plato peruano por excelencia es el infaltable de la lista. En este sentido, además de probar el ceviche de pescado se puede innovar e incoporar más frutos del mar como pulpos, calamar, conchas y langostinos.
Postres. El suspiro a la limeña es un clásico para la sobremesa, a base de manjar blanco y merengue al oporto. El helado de lúcuma –fruta originaria del país– es otro de los recomendados, y puede encontrarse en puestos callejeros.