Andrea Larach, psicóloga y directora ejecutiva de la consultora Human Search, entrega consejos para saber lidiar con esta experiencia.
¿Agotó todas las posibilidades de emplearse en la ciudad donde vive? ¿Está decidido a buscar trabajo en otra región? ¿Lo llamaron de una empresa para ofrecerle un cargo con residencia en el extranjero? ¿Su compañía le ofreció trasladarlo a otra zona del país y con otras responsabilidades? ¿Le preocupa cómo será el proceso de adaptación de su familia al nuevo lugar donde vivirá? Bueno, si usted está enfrentando alguna de estas situaciones preste atención a los siguientes párrafos.
Y es que la relocalización profesional es un proceso complicado que puede desencadenarse, por un lado, cuando una persona, al no lograr reinsertarse laboralmente dentro de la ciudad donde reside, empieza a considerar y valorar otros destinos donde existen mayores oportunidades de trabajo y, por otro, cuando un empleado recibe de su empleador una atractiva oferta para radicarse en otra región o país.
En el primer caso, el individuo toma la decisión de buscar empleo más allá de su entorno, ya sea dentro o fuera de su país. Lo anterior tendrá éxito en la medida que el trabajador esté completamente dispuesto a dejar su hábitat, si es que llega al final del proceso de selección y se queda con el puesto que estaba vacante.
El segundo caso se da porque los cambios en el mercado laboral traen consigo una permanente reestructuración y reordenamiento de las organizaciones. En este contexto, es frecuente encontrar compañías que se unen o se fusionan y otras que son adquiridas o compradas.
Así lo explica Andrea Larach, psicóloga y directora ejecutiva de la consultora Human Search, quien señala que la actual globalización del mercado laboral y la flexibilidad que se exige a los trabajadores, va acompañada de la movilidad, no sólo geográfica sino que, también funcional. En este sentido, afirma que un proceso de relocalización, en cualquiera de sus casos, es complicado y genera estrés no sólo en el empleado sino que, también, en su entorno.
“Esto puede generar en los trabajadores sentimientos de incertidumbre respecto al futuro y a los cambios a nivel familiar, pudiendo eventualmente producir ciertas crisis, debido a lo que implica dejar lo conocido y la estabilidad a la que están acostumbrados”, destaca la ejecutiva.
Qué se debe hacer
Desde el punto de vista de las personas, la directora ejecutiva de Human Search manifiesta que el trabajador y su familia debieran percibir la situación de relocalización en forma positiva, como una oportunidad de desarrollo y crecimiento profesional y personal, lo que incidirá de buena manera en el grupo familiar.
“En este sentido, los esfuerzos y energías deben enfocarse en aprovechar de vivir de mejor manera las nuevas experiencias, tomándolas como una oportunidad para aprender, conocer nuevas realidades, estilos de vida y costumbres, transformándolas así en vivencias enriquecedoras, que además contribuirán a una mayor unión familiar”.
Desde la vereda de las compañías, la empresaria sostiene que es muy importante que toda organización cuente con políticas de Responsabilidad Social Empresarial (RSE), que permitan generar una instancia de contención, apoyo y transparencia en la comunicación sobre las implicancias, oportunidades y objetivos del proceso de relocalización, entre otros.
“Además, se debe brindar a los trabajadores la oportunidad de analizar todas las opciones para la planificación de su vida profesional, familiar y social. Esto permitirá a los colaboradores, por un lado, sentir una mayor autoconfianza, de manera de lograr una transición más tranquila, sin mayor ansiedad, y, por otro, generar cierto nivel de control sobre el futuro, reduciendo así la ansiedad y estrés que pueda producir el cambio que se está experimentando”.
Como resultado de ello, Andrea Larach indica que se incrementará el compromiso, entusiasmo y motivación de los empleados, incidiendo positivamente en su desempeño en la empresa.
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