La disciplina que se emplea al entrenar para correr, genera una necesaria influencia en la manera que se enfenta la vida cotidiana.
El maratón es el mayor de los objetivos para quienes corren, pero también el mayor de los desafíos. Quienes quieren lograr los 42.195 kilómetros deben tener una gran fuerza de voluntad, una clara motivación por lograr la meta, mucha perseverancia y la capacidad de no claudicar pese a los esfuerzos requeridos.
Esas son precisamente las mismas características que se exigen para ascender en la vida profesional. ¿Pero existe una relación entre ambos? ¿A los corredores les resulta más fácil hacer carrera en su profesión?
Hay quienes sostienen que sí, que quienes manifiestan todas esas características en el deporte suelen llevarlas también en el trabajo.
Desde ya, no es que por hacer un deporte de resistencia mejoren las perspectivas laborales, pero sí puede establecerse cierta conexión entre el éxito laboral y la resistencia, la perseverancia y la capacidad de no perder de vista la meta pese a los obstáculos que plantea una carrera de más de dos horas.
Esto no implica necesariamente que al entrenar se vayan a desarrollar esas aptitudes. También puede ser que las personas que tienen ese tipo de carácter tiendan a practicar estos deportes de mayor resistencia.
Ejemplos hay muchísimos, tanto de gente que corre maratones y que no le interesa ascender en el ámbito laboral como de gerentes que no se pierden un maratón. Quienes ocupan altos cargos incluso pueden llegar a disfrutar las cargas físicas, que les permiten poner a prueba sus fuerzas.
Buena práctica
No es la primera vez que alguien sugiere un vínculo entre ambas carreras. En Frankfurt se ofrece, en un maratón anual, una escala separada para personal ejecutivo. En la última edición, de los 11 mil 800 participantes del maratón, 240 se apuntaron a la “carrera ejecutiva”.
El ganador de ese último maratón fue Oliver Kunz, de Alemania. Kunz está convencido de que existe una relación entre este deporte y el desarrollo profesional. Su lema es: “Correr implica llevarte hasta tu límite, y las personas que nunca llegan a su límite nunca sabrán de qué son capaces”.
De hecho, en varios países, incluyendo Guatemala, hay empresas que invitan a sus colaboradores a participar en carreras y van motivados a entrenar lo cual beneficia a todo nivel, pues el colaborador mejora su resistencia física, está más relajado y como tal, repercute en su productividad.
Lo cierto es que el maratón no es para cualquiera. Es necesario estar dispuesto a atarse durante meses los cordones y salir a entrenar. Es decir, no sólo hay que ser ambicioso, tener disciplina y esmerarse, sino también saber cómo lidiar con los intentos fallidos.
Puede que no se llegue a la meta, que no se cumpla con el rendimiento que uno esperaba tener el día del maratón o que incluso haya que soportar alguna herida. Si bien ese no es el “éxito” que suele catapultarse y celebrarse en las fotos de la línea de llegada, es un mérito no menor que el de llegar a la meta.
Pero no hay por qué forzarse con la mira puesta en un maratón. Moverse hace bien, pero no tiene por qué ser en un maratón.
Beneficios
- Correr estimula la circulación sanguínea, lo cual repercute en que haya mejor oxigenación celular.
- Practicar actividad física ayuda a eliminar los líquidos que el organismo retiene y eso también ayuda a mejorar la concentración.
- Al correr se fortalecen los huesos y por si fuera poco, mientras se practica esta actividad, el cuerpo genera endorfinas, lo cual provoca una sensación de bienestar que contribuye a liberar el estrés y tratar algunos problemas emocionales.