El pequeño aparato está hecho de sustancias que no afectan al cuerpo y podrá ser útil para medicamentos, dispositivos médicos y alimentos.
En la ETH de Zurich en Suiza, los investigadores han desarrollado diminutos sensores biodegradables que pueden medir la temperatura de las cosas en las que están incrustados. La tecnología está diseñada principalmente para ayudar a monitorear la inocuidad de los alimentos, pero también será útil para hacer un seguimiento de los medicamentos sensibles a la temperatura y dispositivos médicos.
El objetivo principal del proyecto de investigación era evitar el uso de metales preciosos tóxicos que se utilizan normalmente en tales dispositivos. En cambio, los investigadores usaron hilos muy delgados de una mezcla de magnesio, dióxido de silicio y nitruro para la conductividad eléctrica, todos encapsulados dentro de un polímero que está hecho de patata y almidón de maíz. El polímero es esencialmente un alimento, mientras que el magnesio que debe estar recibiendo como parte de una dieta equilibrada. El dióxido de silicio y el nitruro son biocompatibles y se disuelven en agua.
Los nuevos sensores son más delgados que un cabello humano y tienen sólo unos pocos milímetros de longitud. Son flexibles y pueden permanecer unidos o incrustados dentro de las cosas durante semanas a la vez. Los prototipos hasta ahora desarrollados se disuelven completamente en aproximadamente 67 días, mientras que están en el interior de una solución salina al 1%. Estos parámetros se pueden ajustar cambiando el espesor del polímero.
En la actualidad, los sensores están controlados y alimentados por un pequeño chip externo, conectado a él utilizando hilos basados en zinc biodegradables. El chip tiene un transmisor Bluetooth, la señal desde la cual un smartphone u otro dispositivo puede recibir las lecturas de para verificar la temperatura y la historia del artículo.