Según Finnovista, en 2016 existían en México 158 startups fintech, el número más grande de cualquier nación latinoamericana.
Existen muchas ventajas de la era de las telecomunicaciones y la información, pero hay una en particular que ha beneficiado a la sociedad y empresas: la rapidez con la que se difunden y establecen en la vida cotidiana. Ejemplo de ello son las tecnologías financieras, o fintech por su acrónimo anglosajón.
De acuerdo con la aceleradora global Finnovista, en 2016 existían en México 158 startups en el sector, el número más grande de cualquier nación latinoamericana. Esta situación genera una pregunta muy específica a ser considerada: ¿Qué depara el futuro a las fintech del país?
Con base en datos presentados por My Press Zone, el potencial de México como el "líder indiscutible" como proveedor de servicios financieros en la región Latinoamérica es palpable y evidente, pues tiene las empresas, un amplio mercado, y una gran cercanía con los grandes exponentes internacionales de Estados Unidos y Europa.
Estos mismos factores también podrían habilitar que el país alcance los estándares globales y compita en las "grandes ligas". Sin embargo, para ello es necesario atender puntos clave en donde aún se tienen vulnerabilidades y oportunidades de crecimiento.
Las acciones que se vayan a realizar en este aspecto deben ser tomadas cuanto antes, pues el tiempo para tomar decisiones "adelantadas" o de "precaución" ya no es el correcto.
Pretender que las tecnologías financieras son el futuro en el país o en el mundo es una conclusión atrasada, incluso errónea. Las fintech han tenido ya cinco décadas para consolidarse como parte de la economía global; y si México pretende volverse verdaderamente competitivo frente al resto del mundo, se necesitan tomar acciones determinadas y concisas.
Inserción de México en el mundo
Para que México entre al mercado fintech internacional, debe emprender medidas inmediatas para explotar sus áreas de oportunidad.
Existen tres tópicos con los cuales deben lidiarse de forma urgente: la confianza de los consumidores en adquirir servicios fintech, el crecimiento de la competencia dentro del sector, y la creación de un marco legislativo claro.
De todos estos "pendientes", indudablemente el más urgente es el último: una ley robusta puede servir como punto de partida para, al menos en teoría, comenzar a construir las condiciones necesarias y fomentar el desarrollo de otros puntos a abordar. En este aspecto, las expectativas son mayormente positivas.
A pesar de que los objetivos temporales son aún muy difusos, la gran mayoría de los representantes del sector privado tienen la seguridad que la regulación fintech es ya inminente; no sólo por la disposición que han tenido las instituciones de gobierno, sino porque el ejemplo alentador de otras naciones hace aún más clara la necesidad de instaurar esta regulación.
Además, existe un alentador mucho más real: las empresas que proveen o usan fintech no se quedarán estáticas. Si la administración pública no se empareja, pueden salirse de control.
Las discusiones entre todos los actores involucrados con el mercado se han desarrollado de forma estable y positiva, y el beneficio del público no se ha dejado de lado en ningún momento.
En el transcurso de 2018, idealmente en los primeros meses del año, se tendría que tener ya una legislación robusta en pie; y con este antecedente los actores podrán dejar de preocuparse por las circunstancias regulatorias y enfocarse en convertir a México en ese "líder indiscutible" que, por el momento, sólo existe como un potencial.
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