Además de la futura extensión y evolución de las modalidades de teletrabajo o trabajo flexible y colaborativo, un punto importante es que la órbita del empleador se extiende para acoger otras modalidades de contrato fuera del tradicional empleado fijo, según la entidad.
Por Cristina Simón, profesora y directora del Máster IE BUSINESS SCHOOL- BROWN. El Foro Económico Mundial acaba de publicar el informe “El futuro de los trabajos 2016: Empleo, habilidades y estrategia de la fuerza de trabajo para la cuarta revolución industrial”. Tal como refleja el título y propone el fundador del Foro de Davos, Klaus Schwab, estamos entrando en una nueva revolución industrial (la cuarta, tras las originadas por la máquina de vapor, la electricidad y la computerización).
Los motores de cambio en esta ocasión son la inteligencia artificial y la hiperconectividad, y como podemos imaginar el impacto previsto en el ámbito laboral es extenso y profundo, aunque se manifestará de forma diferente en las distintas regiones del mundo. Por otra parte, a esta revolución tecnológica debemos sumar importantes cambios sociales que están produciéndose de forma paralela. Así, por ejemplo, el surgimiento de las clases medias en varios países asiáticos es ya una realidad, con las implicaciones que conlleva a efectos de mercado laboral. Muchos de los países occidentales, por su parte, han de enfrentarse al envejecimiento de la población y a su sostenimiento, lo que se traduce en el crecimiento de determinados segmentos de trabajadores de servicios asistenciales y sanitarios.
El informe señala que la tendencia más generalizada es el cambio en las formas de trabajo como resultado de las nuevas funcionalidades que ofrece la tecnología. Además de la futura extensión y evolución de las modalidades de teletrabajo o trabajo flexible y colaborativo, un punto importante es que la órbita del empleador se extiende para acoger otras modalidades de contrato fuera del tradicional empleado fijo, a tiempo completo y con presencia regular en la oficina. La extraordinaria capacidad de la tecnología para crear relaciones virtuales y “líquidas” (que se conforman o disuelven en la medida en que se comparte un interés común) y los nuevos desarrollos móviles y en la nube se traducen en el auge de contratos con expertos individuales o grupos “ad hoc”, o bien en la creación de nuevas alianzas entre organizaciones para el desarrollo de proyectos concretos. Obviamente, la velocidad de adopción dependerá de las condiciones regulatorias y de negocios de cada sociedad, pero la globalización ha puesto en marcha este mecanismo con fuerza y en la medida en que representen un “win-win”(ganar-ganar) veremos cada vez más ejemplos de estos nuevos modelos de empleo.
Profesiones, ¿cuáles sí, cuáles no?
En este contexto, y siguiendo siempre los datos del informe, se espera un dramático descenso de los puestos de trabajo, específicamente en el segmento de administrativos y de oficina, y un crecimiento (aunque mucho menor) de profesiones basadas en informática, matemáticas e ingenierías. Se espera asimismo un crecimiento amplio en lo que se refiere a funciones de negocio, sobre todo financiera y de operaciones, si bien es cierto que los estilos de gestión deben cambiar sustancialmente para acomodarse a todas estas nuevas condiciones del entorno.
Finalmente, aunque también se pierde mucho empleo entre las familias de puestos referentes a manufactura e industria el informe envía un mensaje optimista en el sentido este segmento de trabajo está llamado a reeducarse y complementar a la tecnología más que dejarse engullir por ella.
En resumen, los cambios son profundos y muchos de ellos están ya empezando a sentirse palpablemente en las empresas. Dicen que los principios de siglo siempre son convulsos. Dado que vivimos también un cambio de milenio, creo que debemos incorporar como un nuevo mantra vital la popular frase de Tom Peters: “Si en los tiempos actuales no se siente usted confuso… es que no está prestando suficiente atención”.
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