Pedagogos insisten en alternar clases presenciales y remotas apenas termine el pico de la pandemia.
Niños con problemas para dormir, frustrados, irritados y aburridos. Esas son algunas conductas reportadas por las familias en Colombia tras convivir con sus hijos durante 134 días, desde que los colegios cerraron como medida de contención contra el COVID-19. Tales síntomas reflejan el impacto del confinamiento en los menores que no solo asistían a sus colegios a aprender, sino a jugar con sus amigos, recibir apoyo social y emocional por parte de sus profesores y, en algunos casos, alimentos balanceados. La pregunta es: ¿estará siendo mejor el remedio que la enfermedad?
La situación empeora al sumar otras consecuencias como un esperado pico de deserción escolar para 2021 y la pérdida de aprendizaje que están sufriendo los menores. Los estudiantes más pobres, por ejemplo, perderán el 49 % de los conocimientos adquiridos no solo este año sino en los anteriores según una estimación hecha por el Banco Mundial para Colombia. Esas preocupaciones potencian la necesidad abrir cuanto antes las instituciones educativas porque “continuar manteniendo las escuelas cerradas dejará marcas indelebles en toda una generación”, advirtieron la semana pasada 1.500 pediatras y educadores del Real Colegio de Pediatría y Salud Infantil de Reino Unido. Pero, ¿cuán riesgoso sería volver a tener clases de manera presencial?
La evidencia científica ha aportado algunas pistas sobre los riesgos de volver a clases de manera presencial. Sin embargo, no hay consenso frente a qué tanto y de qué manera afecta el COVID-19 a las niñas y los niños. Por eso, un grupo de expertos de la Universidad de los Andes revisaron una decena de estudios para ver si la hipótesis de que esta población se contagia menos con el virus SARS-CoV2 y que no representa un riesgo de transmisión para sus allegados está sustentada en la realidad. Al menos en Italia, España y China la baja tasa de infección de los niños durante el pico de la epidemia dio pistas. Solo el 2 % del total de casos diagnosticados en estos países correspondía a menores.Le puede interesar
Los miembros de este grupo, llamado Chequeo COVID-Colombia, encontraron una respuesta similar en tres grandes investigaciones hechas en Italia, Holanda y China. Según estas, “la diferencia entre la probabilidad de contagio de un niño y un adulto oscila entre 0,25 y 0,5, lo que por sí solo llamaría a la cautela en el momento de decidir reabrir los colegios”, sostienen en un análisis en línea. (Puede leer: En Medellín, más de 8.000 estudiantes están en riesgo de deserción escolar)
Para Darío Maldonado, uno de los revisores y director de investigaciones de la Escuela de Gobierno de los Andes, “el cierre de colegios no tiene nada que ver con proteger a los niños, sino a otros: adultos mayores o personas con comorbilidades. Hay que abrir los colegios lo más pronto posible por el costo que están pagando los niños. Si bien habrá más movimientos, lo que significa contagio, se debe buscar el momento en que el sistema de salud no esté congestionado”. La reapertura, de hecho, es más factible y urgente para los más pequeños, quienes desarrollan su identidad en los primeros años escolares.
Un nuevo estudio en Corea del Sur lo sustentó tras estudiar a 5.706 personas contagiadas en el período en que cerraron las escuelas. Sus hallazgos apuntan a que los niños menores de 10 años analizados transmitieron a los demás el virus con mucha menos frecuencia que los adultos, pero el riesgo no es cero. Mientras que, de acuerdo con el rastreo, aquellos con edades entre los 10 y 19 años pueden transmitir el virus al menos tan bien como lo hacen los adultos. Así lo explicaron sus autores para The New York Times.
Considerando los distintos riesgos para los menores, el Ministerio de Educación propuso el modelo de alternancia para abrir de nuevo las instituciones de educación en agosto. La propuesta, copiada de la reapertura hecha por España, Francia, Alemania e Italia, fue acogida solamente por 34 de las 96 secretarías de Educación del país, teniendo en cuenta que no todos los colegios cumplen con las normas de bioseguridad exigidas. El resto de entidades territoriales continuarán el aprendizaje remoto, que “no es efectivo para la mayoría de los niños de primaria y niños con necesidades especiales”, según un informe publicado por las Academias Nacionales de Ciencia, Ingeniería y Medicina de EE. UU.
Para tomar una posición en el debate, el Instituto para la Investigación Educativa y el Desarrollo Pedagógico (IDEP) realizó un análisis sobre la alternancia. Liderado por su director Alexánder Rubio, un grupo de docentes consultaron a varios actores del sistema educativo sobre el regreso a las instituciones educativas encontrando que mientras a los estudiantes les preocupaban los salones reducidos que no garantizan el distanciamiento social, las madres temen por la poca conciencia para acatar normas de bioseguridad. Esto último motivo tendría que ser vigilado especialmente en los más pequeños.
Como conclusión, los docentes del IDEP afirman la alternancia como un modelo ideal para garantizar la educación y la salud, pero su consejo es que la reapertura se lleve a cabo “luego de registrado el pico epidemiológico, situación que aún no sucede en el país, recordando que las proyecciones técnicas muestran la llegada a la cima de la curva en el segundo semestre de 2020”, precisaron los autores del análisis publicado ayer. Con esa consideración, la pregunta de cuándo volverán los niños a sus colegios parece incontestable para muchos. Mientras aparece una respuesta, la experiencia de la alternancia que asumirán instituciones en municipios no covid y otros colegios privados servirá de guía al menos para el próximo año.
Tecnología hecha para la presencialidad
Mientras la ciencia avanza en estudiar más a fondo el comportamiento del virus SARS-CoV2, la tecnología no se queda atrás con invenciones para sortear la nueva normalidad. En esa búsqueda, algunas de empresas de innovación se han concentrado en crear herramientas con el fin de hacer de las aulas espacios libres de COVID. De eso se trató un concurso a nivel internacional impulsado por la Fundación Prosegur, Google, el Grupo Educativo La Salle, entre otros colaboradores, que reunió 85 candidaturas de 20 nacionalidades.
De las invenciones presentadas, cinco proyectos fueron finalistas. Entre ellos estuvo una empresa de robótica que propone lámparas manejadas de manera remota para detectar las partículas del virus SARS-CoV2 a partir de radiación ultravioleta. El objetivo de éstas sería reportar las superficies y entornos por desinfectar a lo largo de la jornada escolar. Otra idea sugerida, esta vez para colegios sin servicio médico, era un equipo para que los profesores puedan auscultar a sus alumnos a través del celular, para luego ser remitidos a consulta médica.
La tercera propuesta se trató de un sensor que sirve para contabilizar cuántas personas hay en cada aula ocupando su pupitre. Este seguimiento en escuelas y universidades permitiría llevar un seguimiento de contactos y reducir riesgos de transmisión según sus creadores. Una herramienta similar quedó también como finalista, pensada como una aplicación del celular que conserva un rastreo histórico como prevención del contagio.
Mientras que la propuesta ganadora, perteneciente a la empresa Soocial Distance, se trató de una tecnología en pulseras con chip que vibra cuando se está a menos de un metro y medio de distancia de otros. Esta herramienta que funciona por Bluetooth será puesta a prueba el próximo mes en España a través de pruebas piloto en las que se buscará que el accesorio sea visto como un juego. La pulsera es un geolocalizador que guarda un historial de contactos de los niños.