A quienes buscan un empleo se les recomienda prepararse recurriendo a sus redes de contacto con un discurso coherente que denote confianza y seguridad, y exponiendo la oportunidad que representaría para su eventual empleador.
En Latinoamérica, ocho de cada 10 empleos se concretan a través de las redes de contacto, cuenta el escritor, coach, y asesor de ejecutivos y deportistas Jorge F. Méndez. Así, quien rastrea medios laborales tendrá que invitar a tomar un café a sus amigos cercanos, a aquellos que no ve desde hace tiempo e, incluso, a simples conocidos.
Además, Méndez afirma que se consiguen más puestos a través de la red social LinkedIn que mediante los currículos impresos. Es más, algunas corporaciones piden una presentación audiovisual.
En caso de manejar el inglés, el experto sugiere enviar el currículo en ese idioma y en español, aunque no lo soliciten; expresarse siempre en primera persona al describir la ocupación anterior y, como finalmente todo lo decide el cara a cara, aconseja acudir a la cita, al menos, cinco minutos antes.
Al hablar, propone sentirse como si se conversara con un conocido, aunque sin tutearlo ni dar cabida a que el interlocutor pueda interpretar que uno se ubica a su mismo nivel, pero tampoco actuar como si estuviera un escalón por debajo. Advierte no apoyar nada sobre el escritorio del entrevistador, como celulares, carpetas, cartera, porque ese territorio pertenece al otro. “Si me siento enfrente, debo intentar emular la postura de mi entrevistador (rapport corporal) y le llegará el mensaje de que hay empatía”, detalla.
Al joven que persigue su primer empleo, insta a destacar la ventaja de su falta de experiencia, “porque como nunca ha hecho eso para lo que se lo quiere contratar, puede hacerlo como el jefe que lo contrate le enseñe”.
El 95 % de la gente pronuncia discursos parecidos en reuniones de este tipo; por eso, el secreto consiste en plantear algo diferente, pero que se corresponda con la realidad. Asimismo, acota que al abordar la aspiración salarial, usualmente se analiza: “¿Con cuánto me arreglo?”, pero la consulta se refiere a cuánto se desea percibir, a lo que la respuesta correcta sería: “El sueldo del gerente general”. Es decir, el monto más alto posible en esa empresa, especificando claramente ser consciente de que, para ello, antes necesitará hacer una carrera en esta. “Con eso estoy diciendo que quiero quedarme por mucho tiempo y tengo ambición”, agrega.
“Suelo asesorar a aspirantes, generalmente ejecutivos, pero también a mandos medios, y uno de sus fallos es que van a pedir una oportunidad. Sin embargo, hay que entender que yo también soy una oportunidad para la organización”. Esta es una forma distinta de desenvolverse durante una entrevista laboral, señala.
En cuanto a la época para obtener un puesto, alienta a no excusarse de que en diciembre la gente anda muy apurada, en enero los ejecutivos no están y en febrero los jefes recién llegan, porque de este modo se perderían tres valiosos meses. “Tengo que armar un plan para encontrar trabajo y después me fijo en qué fecha del calendario estoy. Hay meses en los que algunos se van, pero otros vuelven, y hay que saber quiénes están y quiénes no”, dice.
Para los altos ejecutivos, después de marzo es más fácil aplicar para un cargo, pues hasta entonces existe un revuelo a nivel gerencial a raíz del cobro de bonos –percibidos en marzo– de lo generado durante el año previo. “Los ejecutivos organizan sus salidas o cambios de empresa para después de marzo. Es difícil que alguno se marche antes, porque se pierde el bono. Entonces, hay un cambio importante entre marzo y abril”, comenta.
Los demás casos dependen de la oferta y la demanda. Es decir, las actividades zafrales se rigen conforme a los ciclos de sectores y rubros varios, como los relacionados con la soja o la industria textil, por ejemplo, que en ciertas temporadas incorporan personal.
Curiosidad
El uruguayo Jorge F. Méndez recuerda una escena del filme En busca de la felicidad, sobre la vida del exitoso empresario Chris Gardner, en la cual él esperaba permanentemente al jefe de Recursos Humanos para hablarle de su currículo y los puntos débiles del mismo, por si lo consideraba. “Eso le llamó la atención al gerente y generó su curiosidad, por lo que terminó contratándolo”, reflexiona.
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