El creciente costo de la vida es uno de los motivos de la "generación Y" para evitar reproducirse.
“¿Por qué no quieres tener hijos, si es tan bonito?”. Esa pregunta la he escuchado cientos de veces, no sólo de parte de mi familia, también de un montón de conocidos, que argumentando mi vida personal y laboral, a mis treinta años, no logran entender mi rechazo total a la idea de tener un hijo al menos en este momento de mi vida.
¿Soy millennial? Mi edad así lo dice y, aunque no nos guste, pertenecer a una generación es un asunto de mercado, no una elección.
Sí, utilizo redes sociales, algunas veces me descubro revisando mi teléfono en la noche; tengo algunos hábitos de consumo cuestionables, pero mi decisión es resultado de una reflexión profunda sobre mi entorno, no un acto de egoísmo.
Mis razones son:
1. Falta de trabajos bien remunerados
Lo sé, tener un hijo no sólo se trata de gastar en alguien más. Es una responsabilidad que durante al menos 18 años nos afectará de uno u otro modo. Es costoso: doctores, pañales, ropa, educación, entretenimiento y todo aquello que se presente sobre el camino.
No pienso traer al mundo a un niño con alguna carencia, no lo merece. El estudio del Banco Mundial: “Higher Education in Latin America and the Caribbean” reveló que en México, esta década, un profesionista gana en promedio 34% menos, que en 2000.
Es decir: las empresas cada vez consideran pagar menos a sus trabajadores, y por supuesto, la competencia es cada vez mayor. Tengo que “luchar” por un empleo mal pagado y solventar las necesidades de mi hijo con ello.
2. No existe una relación grata entre mi sueldo y mis necesidades
Durante años los medios se han esmerado en señalar los terribles hábitos de compra de los millennials: compran de forma compulsiva, gastan en alimentos y ropa costosa; los dispositivos electrónicos drenan sus recursos.
¿Necesito vestir de marca y tener un celular nuevo?, en realidad no. Pero estos no son los únicos gastos que aumentan. La gentrificación en las colonias céntricas está produciendo que las rentas en lugares cercanos a mi trabajo sean impagables para la gran mayoría.
La comida –y no me refiero a restaurantes de moda-, es cada vez más cara, y nos enfrentamos a una sociedad que critica al que se sale a tiempo de su trabajo. Es un terrible vicio del mexicano, que pretende confundir la responsabilidad con el hecho de que tengo una vida después de mis labores.
Entonces, tengo menos tiempo para planear mis finanzas o ahorrar al elegir los productos más baratos, no me pagan lo suficiente, y encima mis trayectos al trabajo se ven afectados por la cantidad de gente que labora en la ciudad.
No necesito una cerveza al llegar a casa, pero creo que la merezco.
3. El retiro será una pesadilla
Los que hayan comenzado a cotizar después de 1997 -al menos en México- sólo tendrán el dinero de su afore para el retiro. Por lo general, sólo se acumula el 6,5 por ciento de nuestro sueldo, y supuestamente, tendremos que vivir con ello, al retirarnos.
Es obvio que somos una generación que vivirá un retiro complicado y terrible. Quizá en veinte, treinta años, veamos a adultos mayores con empleos de medio tiempo (seremos nosotros), para complementar nuestro insuficiente retiro.
Al tener un hijo, sólo puedo pensar que le voy a heredar esta realidad laboral, o una incluso peor.
4. El mundo es cada vez menos “habitable”
Las noticias científicas parecen en su mayoría reportes apocalípticos que nos hablan de falta de recursos, más contaminación, un crecimiento entre las diferencias sociales, y un montón de conflictos que nos tocan de forma directa o indirecta.
¿Quiero traer a una persona a que viva en un mundo, que por más que lo intento, no puedo arreglar?, no. Y claro, me da miedo tener un hijo, pero no por egoísta.
Es aterrador porque me doy cuenta de todo lo que me rodea, y lo que implica ser adulto en la actualidad. Un mundo en que lo dejaría cuando yo ya no pueda estar más.
Francamente, creo que tener un hijo en la actualidad es un acto irresponsable.