Aunque muchos la toman en vez del azúcar refinada, sus beneficios no parecen ser muchos en comparación.
No es un secreto que uno de los grandes problemas de salud en la actualidad es que una parte importante de la población consume demasiada azúcar a diario. Y es que casi todos los alimentos la contienen, comenzando por las bebidas y productos procesados.
Por lo mismo es que a la hora de tomar té o café, algunas personas reemplazan el azúcar por la miel para endulzar, pensando que así será más saludable. Pero en realidad la diferencia no es mucha.
Manuel Moñino, dietista-nutricionista de la Academia Española de Nutrición y Dietética, explica al periódico hispano El País que “al igual que el azúcar de mesa, la miel se considera un tipo de azúcar libre”.
Si la de mesa tiene 99,9% en azúcares, la miel sólo está un poco más abajo, con 83%. Ambos “pueden aumentar las probabilidades de padecer obesidad y sobrepeso, hipertensión e incrementar el riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares, como la enfermedad coronaria”, razones por las cuales es recomendable limitar su consumo, detalla.
Además, el especialista recalca que aún no se ha comprobado científicamente que la miel tenga beneficios para nuestro organismo.
“Desde la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria EFSA se han evaluado 8 propiedades que se suelen relacionar con la miel —la ayuda a las defensas, la mejora de la salud digestiva, la capacidad antioxidante…— y ninguna de ellas ha pasado las exigencias científicas que determinen una relación causal entre el consumo de miel y esas propiedades”, sostiene.
Pero sí reconoce que la miel tiene otros componentes que eventualmente podrían ser catalogados como beneficios para la salud, entre ellos “ácidos orgánicos, sustancias fitoquímicas y enzimas que podrían tener algún efecto aún por demostrar”.