La OMS expuso los riesgos asociados a niveles de ruido a los que nos exponemos a diario en la sociedad moderna.
El ruido asociado a las turbinas eólicas, los conciertos y el tráfico de vehículos, aviones y trenes son potenciales fuentes de daños para la salud mental y física de las personas, según un reciente informe de la Organización Mundial de la Salud (OMS).
El reporte de la OMS brinda nueva evidencia sobre la relación de la exposición a fuentes de ruido y fue elaborado por dos grupos independientes de especialistas en ruido ambiental. Tras realizar varias revisiones exhaustivas de literatura académica, calificaron como “crítica” la relación entre el ruido y el desarrollo de padecimientos cardiovasculares, problemas de sueño y discapacidades cognitiva y auditiva, especialmente en niños.
Concluye, por ejemplo, que una exposición al tráfico vehicular con decibeles de 59,3 aumenta un 5% el riesgo de arterioesclerosis.
También estima que el ruido puede propiciar hasta un mes de retraso en la capacidad de lectura y comprensión en niños mientras que una exposición al ruido más allá de 80 decibeles durante 40 años de trabajo, con semanas laborales de 40 horas, puede derivar en discapacidad auditiva permanente.
Además, los especialistas concluyen como riesgo “importante” la relación del ruido con la calidad de vida, la salud mental y el desarrollo de enfermedades metabólicas como la obesidad o la diabetes tipo 2.
Aunque la organización advierte que mucha de la evidencia es aplicable a otras regiones de África, Asia y América Latina, el reporte se enfoca en Europa debido, en buena medida, a que no existen suficientes datos sobre los potenciales daños a la salud de la población latinoamericana a causa del ruido.
“Europa nos lleva la delantera por mucho. No solo son conscientes de que el ruido es un verdadero problema de salud pública sino que tienen regulaciones muy claras sobre los decibeles que pueden afectar a su población”, corrobora a SciDev.Net Fausto Rodríguez, coordinador del Laboratorio de Análisis y Diseño Acústico de la Universidad Autónoma Metropolitana en México.
“En América Latina, solo Chile está tan avanzado como Europa en términos de análisis acústico. Al resto de la región, especialmente a México y Centroamérica, nos falta bastante”, afirma Rodríguez.
La OMS también incluye datos sobre la exposición a la música como una causa de pérdida de audición en jóvenes: más de cuatro horas por semana o más de cinco años de uso de auriculares personales así como más de cuatro visitas mensuales a una discoteca pueden aumentar los riesgos de hipoacusia (disminución de la audición).
Recientemente, especialistas de la Universidad de Guadalajara (UdG) reportaron que en los últimos 10 años ha habido un aumento de jóvenes con hipoacusia debido, en buena medida, al uso excesivo de auriculares (entre 50 y 98 decibeles) y su recurrencia a bares y discotecas con niveles que pueden rebasar los 100 decibeles, comparable con el ruido de fábricas y aeropuertos.
De acuerdo con Martha Orozco Medina, investigadora de la UdG, “se tiene que conceder al generador de ruido la corresponsabilidad para que asuma esa parte del monitoreo de regular sus emisiones de ruido, y proteger tanto la salud de sus trabajadores como la de los vecinos y clientes”.
Con el nuevo reporte, la OMS también busca contribuir a que los gobiernos fortalezcan sus regulaciones con el fin de reducir la exposición de su población a estas fuentes de contaminación sonora.
Plantea, por ejemplo, reducir los niveles de ruido producidos por el tráfico vehicular por debajo de 53 decibeles de día y 45 decibeles de noche. En Europa, más de 100 millones de personas están expuestas a niveles por arriba de los 55 decibeles de día mientras que 72 millones están expuestas a más de 50 decibles de noche, en ambos casos por tráfico vehicular, según la Agencia Europea de Medio Ambiente (EEA). En nuestra región, no se tienen datos al respecto.
La OMS exhorta a los responsables de políticas que implementen medidas como mejorar la elección de neumáticos y las superficies de los caminos; restringir el flujo de camiones; disminuir el flujo de tráfico; aumentar la construcción de caminos subterráneos; aislar las zonas de construcción y generar más espacios tranquilos y libres de ruido en las ciudades.