Modernas edificaciones y majestuosos parques identifican a la ciudad más grande del sur de Brasil.
El viento corre suave por las calles de la Capital del Orden. A un costado, un edificio giratorio se levanta en medio de un conjunto de rascacielos que gozan de una majestuosa panorámica: plazas adornadas con flores exóticas y amplios bosques que se pierden en el horizonte.
Insignia del desarrollo económico e industrial de Brasil, Curitiba se ha convertido en un ejemplo mundial de planificación urbana. La capital del estado de Paraná sorprende a sus visitantes por su combinación de edificios antiguos perfectamente conservados y grandes complejos modernos.
Su sistema de transporte público cuenta con una red integrada de autobuses que recorren los principales ejes y más de 73 kilómetros de vías. Una de las paradas más importantes tiene lugar en el centro histórico.
Ubicado en medio del barrio São Francisco, este paraje sorprende gracias a un conjunto de coloridas casas coloniales que cobran vida ante la presencia del Solar do Rosario y la Casa Vermelha, una joya arquitectónica construida en 1891.
Aunque no tiene mar, Curitiba es dueña de más de 30 parques, plazas y jardines con una infinita variedad de flora y fauna. Debido a esta riqueza natural y a un efectivo plan de desarrollo urbano, la capital se posiciona como la ciudad más sostenible de Latinoamérica y la única que registra por habitante un área verde aproximada a los 50 metros cuadrados.
Uno de sus grandes íconos es el Jardín Botánico, un complejo de 25 hectáreas inaugurado en 1991, que alberga un impresionante invernadero de tres cúpulas, un río y un gran bosque de plantas nativas.
Además de ofrecer un increíble entorno natural, Curitiba es uno de los destinos de negocios más importantes de Brasil. Con más de 26 centros comerciales, 200 hoteles y 6.000 bares, la ciudad se posiciona como una de las capitales más atractivas de la región.