La relevancia de los grandes pensadores del management se asume como indiscutible y los ponentes recorren en el mundo en plan de evangelizadores. Sin embargo, ¿cuánto influyen realmente en el terreno del emprendimiento?
Hace semanas se dieron a conocer las posiciones del ránking de Thinkers50 para el año 2011, uno de los indicadores más respetados si se trata de mapear los más influyentes gurús del momento en temas económicos y del management, cuyas ideas y propuestas académicas recorren el mundo y se enseñan y discuten en los programas de administración y negocios de todas partes. Los autores o expertos ranqueados se suponen influyentes en novedosas maneras de administrar las organizaciones con mayor eficiencia. Por eso buena parte de ellos recorren el mundo de invitación en invitación para exponer en conferencias las bases de sus argumentos. Eventos que suelen fijar altas tarifas de acceso.
Sin embargo, para quienes recorren las ciudades de una región como América Latina, salta a la vista que la mayor parte de los emprendimientos nacen en el espacio local, impulsados por pequeños negociantes, productores de bienes o servicios, que apuestan a su idea y prueban suerte, muchas veces sin tener de inicio nociones académicas del gran management.
AméricaEconomía quiso indagar entre emprendedores y académicos hasta qué punto son tan influyentes las grandes teorías, y cuáles pueden ser las bases de un conocimiento esencial que ayude al emprendedor a administrar su proyecto con efectividad.
Conocimiento actualizado, pero sobre bases estables
Entre las más renombradas nociones que ha recogido un ránking como el de Thinkers50 están, por ejemplo, las “five forces” de Michael Porter, el “management by objectives” de Peter Drucker o más recientemente “disruptive innovation” de Clayton Christensen.
Pero, a la hora de valorar el impacto que pueden tener estas nociones en el terreno de la práctica, Albert Fernández, profesor de IESE y director de FINAVE, comenta que en cuanto al management “sí hay una formación básica que se necesita para gestionar exitosamente las organizaciones, pero en un gran porcentaje, es la misma ahora que hace 20 años. Otra cosa es el contenido de los emprendimientos, todo lo que gira alrededor del producto o servicio que presta una empresa y cuánto puede cambiar ese mercado o ese rubro, que pueda exigir del manager una actualización constante de sus conocimientos”.
Por su parte, Eduardo Reyes, gerente de incubación e innovación de IMEET en Chile y profesor de eclass, no resta importancia al aporte de los grandes pensadores, pero sí refuerza también la importancia de los conocimientos de base. “Uno construye sobre pilares y cimientos. Es estimable el aporte de los gurús que aportan un conocimiento nuevo pero, ¿se puede pasar a derivar o integrar sin saber las cuatro operaciones matemáticas básicas? Apreciar mejor estas teorías depende de contar con un fundamento. En el caso de los emprendedores, aunque en la práctica me atrevería a decir que pocos han leído sobre estos autores, porque su aprendizaje se ha cultivado a partir de su experiencia, sí creo que a veces su desconocimiento les conduce a errores inocentes, pero costosos”.
Jorge A. Rodríguez, fundador y CEO de Continuum, agencia de desarrollo de software, con una carrera ya como emprendedor, dice que en sus inicios en este universo del emprendimiento y las startups, no tenía conocimientos de administración como tal, “todo lo he aprendido en el camino, de forma empírica e instintiva”. Con todo, Rodríguez concede gran valor a lo que le aportó su carrera, como la base para usar métodos científicos en la medición o creación de motores de crecimiento, y la capacidad de nutrirse permanentemente de nuevos conocimientos, “hoy con todas las herramientas disponibles no sólo es fácil sino imprescindible practicar la 'disruptive innovation', pues con la velocidad del mundo del IT es muy fácil quedarse atrás. Es necesario innovar constantemente. Mi empresa va como por la versión 3.0, luego de la cantidad de veces que hemos tenido que reinventarnos y cambiar nuestros stacks tecnológicos y modelos de negocios, mientras mantenemos la visión inicial”.
No obstante, sí parece notarse que algunas teorías han sido más influyentes que otras, al menos si de emprendimiento se trata. Fernández, por ejemplo, comenta que al revisar planes de negocio de sus alumnos, sí ha encontrado referencias a Océano azul de W. Chan Kim y Reneé Mauborgne -puesto 2 del ránking-, las cinco fuerzas competitivas de Michael Porter -puesto 5-, y los mapas estratégicos de Kaplan y Norton -puesto 14.
Por otro lado, Reyes sugiere la lectura del libro Generación de Modelos de Negocios, de Alex Osterwalder, además de La clave del éxito e Inteligencia intuitiva, ambos de Malcolm Gladwell. Asimismo, Rodríguez resalta algunos títulos que le han resultado esenciales en su crecimiento como emprendedor y CEO, y son Getting Real y Rework, de Jason Fried, The Four Step to the Epiphany y The Startup owner's manual, de Steven Blank, y por último Lean Startup, de Eric Ries.
Educación superior, ¿imprescindible?
Ha dado mucho que hablar la idea de Peter Thiel, fundador de Paypal, para nombrar sólo la más reconocida de sus empresas. Este defiende la postura de saltarse la universidad y comenzar cuanto antes con el emprendimiento y para ello incluso ha creado una fundación que premia con US$ 100 mil a novedosas y prometedoras ideas de emprendedores potenciales que decidan no entrar a la universidad primero.
Sin embargo, cuando se les pregunta no a los profesores y expertos académicos, sino a los emprendedores, resulta que una amplia cantidad entre ellos no desdeña el valor de lo que aprenden en el aula universitaria. Por ejemplo, Iván Vallejo, el destacado motañista ecuatoriano que devino emprendedor con su marca de ropa Sinox, recordaba que ser graduado de ingeniería le ayudó mucho en los momentos iniciales de su proyecto, cuando elaboraba las presentaciones a los inversionistas, tuvo que concebir los presupuestos o exponía el valor y aporte de sus ideas y el atractivo que podrían tener en el mercado.
Rodríguez, en su caso, rescata “lo que se aprende en la escuela, lo más importante es la continuidad y el hábito del aprendizaje constante, pero también la facilidad de crear redes de contacto, algo nada trivial, porque significa la oportunidad de asociarse o armar equipos con amigos de colegio”.
Juan Felipe Gómez, graduado de MBA en la IE Business School y fundador de los restaurantes colombianos La Perla y Tibetai, suma argumentos a la importancia del paso por la educación superior, “la idea de mi emprendimiento comenzó en la escuela, y más tarde al graduarme nos reunimos con un grupo de amigos y juntamos capital semilla para comprometernos con este proyecto. Buscamos socios que aportaran al negocio con un capital de conocimiento, cada uno con una especialidad distinta que nos ayudara en la administración, entre nosotros tenemos personas enfocadas a la logística, otro a las finanzas, y también alguien que se especializó en consultoría estratégica y análisis de mercado. Sin estudios no creo que debería uno lanzarse”.
Una razón más para considerar muy en serio la inversión universitaria, son las oportunidades que muchas crean para facilitar la interacción entre emprendedores e inversionistas. Los Venture Lab Day de la IE Business School son un ejemplo, como también las TecFair que auspicia la IESE, entre muchas otras instancias semejantes.
Al respecto, Fernández sostiene que “para llevar bien una empresa se precisan de dos tipos de conocimiento. Uno es el del servicio o producto que se ofrece, y el otro, el de management o la gestión. Es cierto que hay emprendedores que han tenido éxito sin pasar por la universidad o los estudios superiores, pero hay muchos otros ejemplos de aquellos que sí lo han hecho”.
Mientras, Reyes llama la atención hacia un elemento que levanta la crítica al ambiente universitario. “Aunque las universidades promueven mucho más la idea de lanzarse con un emprendimiento, todavía son pocas las iniciativas que estimulan la experimentación y más aún, la tolerancia al fallo como medio de aprendizaje. Y capitalizar del error en el emprendimiento es esencial”.