No sólo el paso del tiempo es el culpable de que algunos lugares del mundo se hayan convertido en auténticos parajes carentes de alma, sino que, en el último siglo, algunas catástrofes naturales, y otras provocadas por el ser humano, han provocado también que algunas ciudades se hayan convertido en centros turísticos donde las únicas pisadas de sus calles son las que imprimen los turistas.
Pasear por la ciudad minera de Sewell, en el corazón de los Andes, es regresar a comienzos del siglo XX, en concreto a 1905, cuando un decreto del ministerio chileno de Hacienda autorizó la instalación de la empresa norteamericana Braden Copper Company como encargada de explotar este yacimiento, que recibía el nombre de El Teniente y que permanecía abandonado desde fines del siglo XIX.
Así, Braden Copper emprendió toda una serie de mejoras que incluían carreteras, vías de tren, comercios, escuelas, servicio médico y casas para los casados y solteros, que formaron distintos barrios, rodeados de clubes sociales y actividades recreativas de cine y deporte. La también conocida como "Ciudad de las escaleras", que en 1915 cambió su nombre de "El Teniente" por "Sewell", en memoria de Barton Sewell, un alto ejecutivo de la empresa minera, gozó también de instituciones que velaban por el orden social, como el Departamento de Bienestar Social, que además vigilaba el respeto a la Ley Seca, que imperaba en estos años.
Sin salir de Chile, pero desplazándonos hacia el desierto de Atacama, podemos encontrar otro centro turístico lleno de nostalgia. En esta ocasión, no es una mina, sino las oficinas salitreras de Santiago Humberstone y Santa Laura, declaradas patrimonio mundial de la humanidad por la Unesco en 2005. Aunque paralizaron su actividad productiva hace cincuenta años, estas dos salitreras, que en su momento de auge tuvieron alrededor de 200 oficinas operando, fueron los exponentes de la denominada como "época de oro del salitre" a principios del s.XX y llegaron a tener más de 500 habitantes en Humberstone y alrededor de 800 en Santa Laura. Su iglesia, su mercado, el hotel y el teatro, aún en pie, conforman uno de los mayores reclamos turísticos del desierto más árido del mundo.
La localidad argentina de Epecuén es conocida en la actualidad como el pueblo que "emergió de las aguas", ya que se trata de un núcleo urbano que quedó inundado hace 28 años tras sufrir el paso de una sudestada, fenómeno meteorológico común en el Río de la Plata, que perforó el terraplén que protegía al pueblo de un lago. En la actualidad, a modo de capricho del destino, y tras el descenso del nivel del agua que deja ver las construcciones, se ha convertido en un lugar de referencia para turistas aventureros, que ven encanto en la desolación que desprende Epecuén.
Un lugar que en su origen fue concebido como refugio turístico para ancianos que buscaban los beneficios de la salina del lago para sus huesos. A reposar y pasar sus vacaciones acudían también los clientes del conocido Hotel del Salto, junto a las cataratas colombianas de Tequendama. A comienzos del siglo XX, hospedó a célebres representantes de la vida capitalina de Colombia, pero también funcionó como una terminal de ferrocarril. Eso sí, tras su abandono, este edificio, situado a 157 metros de altura sobre un abismo, fue el elegido por muchas personas para acabar con su vida. Un hecho que le ha convertido en un centro de peregrinación para el estudio de fenómenos paranormales y sobrenaturales.
En Ucrania se encuentra la que posiblemente es la ciudad abandonada más espectacular, a la par que sobrecogedora, del mundo: Pripyat. Asombrosa a la par que cruel, esta urbe sufrió uno de los mayores desastres de la humanidad cuando el 26 de abril de 1986 se produjo el mayor accidente nuclear de la historia, el de la central nuclear de Chernóbil, situada a pocos kilómetros. En tan sólo tres horas, el ejército ruso desalojó la ciudad, así que cualquier resquicio de vida desapareció en poco tiempo. Por eso, pasear por sus calles es un ejercicio de memoria, de respeto y de luto por aquellos que perdieron sus vidas por esta catástrofe. En nuestro días, son muchas las personas que vuelven a esta urbe, así que se ha convertido en una zona muy visitada y convertida en un centro turístico en alza.
También desolada está la ciudad italiana de Craco, pero no por motivos como los de Pripyat, sino por el capricho de la tierra a causa de los terremotos. En esta localidad italiana el tiempo no ha pasado. Pese a que muchas de sus casas están en estado ruinoso, aún quedan en pie muchas de las edificaciones que sobrevivieron al terremoto de 1963, el cual provocó que muchos de sus habitantes se trasladaran a otras localidades más seguras. Y decimos muchos, porque no fueron todos los que huyeron, ya que fue en 1975 cuando se marchó el último vecino. En la actualidad, este pueblo que nació aproximadamente en el siglo VIII a.C., no sólo es punto de peregrinación para muchos turistas, sino que también ha sido el escenario elegido para rodar películas como "James Bond: Quantum of Solace" (2008) o una escena de "La Pasión de Cristo" (2004), de Mel Gibson.
Razones políticas fueron las que en agosto de 1974 hicieron que la joya turística de Chipre, Famagusta, quedara abandonada, tras la entrada de las tropas turcas en el norte del país. Famosa en todo el mundo por sus playas de aguas critalinas, esa zona costera fue el lugar preferido para pasar sus vacaciones por actores como Elisabeth Taylor o Brigitte Bardot, pero la ocupación turca hizo que todos los chipriotas y sus turistas extranjeros salieran a la carrera de sus viviendas, dejando el lugar si llevarse ni siquiera sus pertenencias más preciadas. Pero Famagusta no es una ciudad turística pese a su abandono, sino que el conflicto que mantiene a Chipre dividida en dos hace que el barrio de Varosha, perteneciente a Famagusta y bajo control de los turcos, no pueda ser pisado por nadie. En la actualidad, entre las medidas que negocian líderes de las comunidades griega y turca de Chipre, figuraría la devolución a los grecochipriotas de este barrio de Varosha, en el que los hoteles permanecen vacíos.
La estación ferroviaria internacional de Canfranc (Huesca, España) fue un nido de espías tanto al servicio de las fuerzas aliadas como de los países invadidos por el ejército nazi, entre ellos Francia, y por su paso fronterizo se traficó con wolframio. Esta carga histórica ha convertido a la estación en un punto de referencia turística histórica, ya que se trata de un escenario por el que discurrió la historia de Europa durante la II Guerra Mundial y que, pese a que ahora cuenta con guías turísticas organizadas, durante muchos años estuvo abandonada. De España a Camboya, en concreto a Angkor Wat, la obra maestra de la arquitectura camboyana que desde 1992 es patrimonio de la humanidad y fue el centro del Imperio Jemer entre el siglo IX y el XV . Se calcula que entre sus muros pudieron habitar 20.000 personas. Su aspecto de abandono se debe al crecimiento vegetal sobre los muros y tejados del complejo, lo que imprime magia y misterio. El 14 de diciembre de 1992 fue declarado por la Unesco patrimonio de la humanidad, aunque años antes estuvo descuidado y olvidado ante los ojos de muchos turistas que lo tenían como visita obligatoria.