William Boulding es el actual decano de la Fuqua Business School de Duke University, recientemente confirmado en su puesto para cumplir un período completo. AméricaEconomía conversó con él sobre su visión acerca del impacto social de los negocios, el rol de las escuelas de negocios y ambiciones de Fuqua de insertarse más en el contexto latinoamericano.
Hace unas pocas semanas la presidencia de la Duke University, en Carolina del norte, EE.UU., anunciaba la confirmación de William Boulding como decano de su escuela de negocios Fuqua. Boulding, especializado en Márketing y Management, que venía desempeñándose en el puesto desde el pasado agosto de 2011, comentó de sus opiniones sobre los grandes cambios en el escenario actual de los negocios, y las oportunidades que se abren para hacer de los negocios una maquinaria de transformación social y económica positiva.
Se dice que usted muestra “un poderoso idealismo respecto a lo que pueden hacer las escuelas de negocio por el mundo en que vivimos”. ¿Nos diría cómo lleva ese idealismo a la práctica?
Hay dos observaciones interesantes sobre la relación entre el liderazgo en el mundo de los negocios y el mundo actual. Una se refiere a que se ha experimentado una disminución en el nivel de confianza puesta en los líderes de negocios. Es algo que notan quienes miden formalmente, pero también otros lo comentan de forma anecdótica. Sin embargo, también es verdad que a través de los negocios se puede conectar con cada problema y cada desafío que afecta a la condición humana. Hay líderes de negocios que se dan cuenta de esto. Por ejemplo, el co-CEO de Whole Foods -John Mackey- ha expresado que los negocios pueden ser la maquinaria transformadora de este siglo.
Estoy de acuerdo con esa mirada. A pesar de la desconfianza surgida hacia los líderes de negocios, existe una increíble oportunidad de usar los negocios como maquinaria transformadora. Está claro cómo eso puede llevarse a cabo. Hay varias formas en que los negocios pueden tener un impacto social, maneras de usar esas habilidades para provocar impacto positivo. Mucha gente piensa que el idealismo es algo relacionado sólo con organizaciones sin ánimo de lucro o fundaciones, pero pensar de esta manera la función de los negocios es también una manifestación de idealismo.
Por ejemplo, los negocios son un punto de entrada en la conversación acerca de la salud. Estamos tratando de encontrar formas alrededor del mundo para incrementar y mejorar el cuidado de la salud, su calidad, acceso y costo. Y no se puede comenzar a enfocarse en esos objetivos sin tomar en cuenta a los negocios como parte de la posible solución.
Ocurre lo mismo con el tema del futuro energético. Para debatir sobre fuentes alternativas de energía, necesitamos estar informados sobre los pros y contras de adaptar el sistema a cada una de las opciones. Hace falta una perspectiva de negocios para considerar las implicaciones medioambientales del cambio a una u otra opción energética, tanto como las repercusiones en el crecimiento económico y en el desarrollo. Otro ejemplo es la región del Amazonas, la cual representa los pulmones del mundo. Tenemos que pensar una alternativa de desarrollo sustentable para el Amazonas, asegurarnos de que protegemos los recursos naturales que son importantes para el mundo entero, al tiempo que se estimula el desarrollo económico de la región.
Esos son ejemplos de por qué creo que los negocios pueden ser una fuerza poderosa para el bien del mundo, aunque haya quien piense que eso es idealismo.
¿Diría usted que esas ideas guían el trabajo y espíritu de Fuqua?
Por supuesto. Ese tipo de ideas son gran parte de nuestra cultura, de nuestros valores. Es el tipo de principios por los cuales nos regimos.
Creo que es interesante ver a nuestros graduados, quienes no priorizan sus intereses personales sino que trabajan para poner sus capacidades al servicio de sus organizaciones y comunidades. Creo que es por eso que han sido exitosos en organizaciones cuyo objetivo es usar las posibilidades para mejorar la calidad de vida, ya sea en Apple, Johnson & Johnson, o en los servicios financieros. Todas estas compañías tienen la oportunidad, y por tanto la obligación, de hacer esfuerzos para mejorar la vida. Eso tiene mucho que ver con la cultura de Fuqua.
¿Cuáles son los desafíos actuales que una escuela de negocios global como Fuqua debe enfrentar?
El desafío principal es que nadie tiene que venir a una escuela de negocio como requisito para trabajar en este universo. No hace falta un certificado ni un diploma. Por tanto, tenemos que crear valor en lo que hacemos. Debemos añadir valor para los estudiantes que vienen a Fuqua y para las organizaciones alrededor del mundo que los emplean.
El desafío clave es que necesitamos responder rápido a los cambios que ocurren en el mundo, de modo que permita a nuestros egresados salir y crear valor, generar innovación y desarrollo económico que haga la diferencia en la vida de los demás. Actualmente existen fuerzas poderosas que complican el comportamiento de los líderes de negocios. En parte es por esto que ha habido tanta crítica hacia ellos, porque el mundo en que ellos operan es mucho más complejo, debido a tres mega tendencias que definen el contexto actual.
La primera mega tendencia viene afectando desde hace años, es la globalización. En términos económicos, se tenía la visión hace no muchos años de que todos convergeríamos hacia un mismo tipo de paradigma económico respecto a la conducción de los negocios. Pero ahora sabemos que el mundo no es eso, sino que persisten diferencias culturales en distintos lugares, relacionadas con sistemas institucionales, que afectan la conducción de los negocios o la forma de relacionarse la gente.
Esas diferencias se desprenden del tipo de civilización que se ha ido desarrollando durante años y años. Por tanto, debemos preparar a nuestros estudiantes para que sean capaces de encontrar los puntos en común. En vez de enfocarse en las diferencias, puedan darse cuenta de lo que conecta a la economía global con más efectividad. Si no estamos al tanto, si no nos insertados en esas economías de forma relevante, entonces tendremos problemas y perderemos la oportunidad de establecer una conexión exitosa.
La segunda mega tendencia es la interdependencia, que se relaciona con la globalización. Un ejemplo es lo que mencionaba antes de la región amazónica. Lo que suceda en esta repercute en todo el mundo. Hay otros ejemplos, tales como la crisis de la burbuja inmobiliaria en EE.UU. y sus consecuencias para la crisis financiera global, o el tsunami que afectó a Japón y resultó en la disminución de productos que provenían de ese país, y que de paso influyó también en nuestra manera de considerar la energía nuclear, al tener evidencia de los riesgos a los que podemos estar expuestos. O los problemas en el Medio Oriente, que inciden en los precios del petróleo y el gas. Esto apunta a una interdependencia extraordinaria. Sin embargo, aunque la gente afirma recibirlo con agrado, la realidad es que resulta en una pérdida del control. Cuando se hace notar esta consecuencia, entonces sale a relucir que la gente se opone.
Esto genera más dificultad para los líderes de negocios. A medida que la gente lucha para recuperar el control sobre sus vidas, prioriza sus intereses más individuales, más estrechos, y se convierten en antagonistas, agentes polarizadores y extremistas en sus puntos de vista. Necesitamos líderes que entiendan no sólo las consecuencias negativas de la interdependencia, sino capaces de ver las positivas, que comprendan el grado en que sus compañías, y sus propias vidas, serán influidas por las acciones de una amplia variedad de sus stakeholders. Por tanto, deben estar al tanto del escenario para tomar ventajas de la interdependencia a través de la tercera mega tendencia que es la disrupción.
Mi punto de vista es que vivimos en tiempos que son mucho más disruptivos que nunca. Por un lado es resultado de la globalización, y por otro de la tecnología. Ahora la gente en cualquier parte tiene la habilidad de influir sobre las vidas de otros en cualquier otra región por distante que sea.
Hemos visto un número de ejemplos de disrupción negativa, como lo sucedido en los servicios financieros. Pero también existe la oportunidad para la disrupción positiva, enfocada a desafíos significativos como puede ser la erradicación de la pobreza, la mejora en la educación, la ampliación y desarrollo de opciones energéticas, o reducir nuestra huella en el medioambiente generando un modelo de desarrollo sostenible.
Queremos ser la escuela de negocios que prepare el tipo de líder de negocios listo para desenvolverse en el escenario global, capaz de generar una diferencia positiva encontrando puntos en común con gente de otras culturas y economías diversas, capaces de colaborar y crear de forma efectiva una innovación que mejore la economía global.
¿Cuáles considera que son sus desafíos como decano?
La prioridad fundamental es asegurarme de que compartimos un sentido, una ambición acerca de que tenemos una oportunidad de generar el bien a través de los negocios, y por tanto la obligación de aprovechar esa oportunidad para producir el conocimiento que ayude a los líderes que el mundo necesita. Partiendo de esto, necesitamos ofrecer a los estudiantes la mejor experiencia y conocimiento que puedan brindar los profesores y otros colaboradores del universo corporativo o gubernamental.
Fuqua mantiene alianzas y programas fuera de EE.UU. en lugares como China, India, Rusia, y los Emiratos Árabes Unidos. ¿Cuáles son los beneficios y desafíos de extender el trabajo de la escuela más allá de las fronteras nacionales?
Los beneficios de nuestras actividades globales se resumen en un concepto simple: mientras más insertados estemos en otras economías, más capacidad tendremos para comprenderlas, para poder crear un escenario de aprendizaje. Primero, seremos capaces de conectar con otros lugares, otras localidades que a la larga forman parte de la economía global. Luego podemos compartir esos conocimientos valiosos con nuestros estudiantes, y con líderes industriales, para ayudarlos a comprender el contexto mundial.
El desafío de esto es el de casi toda compañía que decida operar fuera de sus fronteras. Otros lugares tienen estándares distintos, otras maneras de entender la educación. Hay que trabajar duro para encontrar puntos en común entre los estándares. Es algo divertido y excitante, pero es un trabajo arduo.
La diversidad entre los estudiantes se reconoce como un factor crucial para el trabajo de las escuelas de negocio y Fuqua es conocida por esto. ¿En su opinión, qué aportan los estudiantes latinos?
De hecho, la diversidad es crítica para cualquier experiencia educativa. Fuqua y su equipo son conocidos por promover una cultura que pone especial importancia en estimular la diversidad. En parte porque entendemos que la forma en la que se genera hoy el valor. Como nunca antes en la historia, ocurre a través de la colaboración y la co-creación. La diversidad importa porque diferentes perspectivas ayudan a producir innovación y valor. Uno debe estar en un ambiente que valora la diversidad y la noción de colaboración, de otra forma hay es una sumatoria de individuos desconectados.
Creo que la contribución de la comunidad latinoamericana a Fuqua es valiosa. Ellos representan una parte del mundo de gran importancia económica actual y futura. Pero también nos ayudan a crear esos puentes culturales que facilitan la comprensión de las diferencias institucionales. De hecho, entre lo que más valoro de los estudiantes latinoamericanos es que muestran gran orgullo por sus países, y por tanto están muy abiertos a compartir con otros sobre sus experiencias.
¿Existen iniciativas relacionadas con generar alianzas o colaboraciones con entidades latinoamericanas, tanto en el área educativa como en la corporativa?
Queremos mantener la presencia de América Latina en nuestro cuerpo estudiantil. Hemos visto un número creciente de postulaciones que llegan de Brasil, México, Chile y Colombia en ese orden, y últimamente cada vez más de Argentina. Hemos estado trabajando duro para incrementar la diversidad de los estudiantes.
Entre lo que hemos estado haciendo, que considero muy interesante, se encuentra un nuevo programa dentro del MBA. Es el Fuqua Client Consulting Practicum. La idea es poner a nuestros estudiantes sobre el terreno e insertarlos en economías claves del mundo. Pero no hemos encontrado una manera estable de mantener la presencia en América Latina. Hemos impulsado varios proyectos a través de los años, pero creo que el Client Consulting Practicum es un modo de generar una huella.
Estamos particularmente interesados en Brasil. Este año hemos trabajado en cuatro proyectos diferentes en Sao Paulo, de conjunto con corporaciones multinacionales como GE, Monsanto, el Hospital local Sírio-Libanês, y la organización no gubernamental Woman Care Global. Esto me trae de vuelta al punto inicial. Estamos preparando a líderes que desde dentro de organizaciones tradicionales sean capaces de liderar la innovación, el desarrollo económico, la creación de empleo.
Además de Sao Paulo, nos gustaría estar activos en la región del norte brasileño y el Amazonas. Queremos encontrar una forma de insertarnos allá, porque muchos de nuestros estudiantes se interesan por temas de sostenibilidad, desarrollo económico y fuentes de energía alternativa. Pero queremos llegar como huéspedes para aprender. No se trata de llegar a dictar soluciones o pretender que sabemos lo que hay que hacer, sino de querer aprender y devolver tanto como nos sea posible.