Investigadores han comparado en ratas el efecto individual de cada uno de ellos, obtenidos por separado a partir de microalgas, con la combinación presente de forma natural en el aceite de pescado.
Investigadores del grupo Química de biomoléculas y procesos alimentarios de la Universidad de Almería y distintos centros de investigación portugueses han confirmado que la acción conjunta de dos tipos de ácidos grasos omega 3 son los responsables directos de sus múltiples beneficios para la salud. Los expertos han comparado en ratas el efecto individual de cada uno de ellos, obtenidos por separado a partir de dos especies de microalgas. Los resultados confirman que su capacidad preventiva ante ciertas enfermedades se debe a la acción conjunta de ambos.
En concreto, a estos compuestos se les atribuye distintas aportaciones beneficiosas sobre el organismo, especialmente en niños, gestantes y ancianos, ya que previenen el deterioro neuronal y promocionan un adecuado desarrollo del organismo. También protegen el sistema circulatorio, el endocrino y el límbico, responsable de los estados de ánimo.
Según los expertos, las dietas basadas en grasas saturadas, como las que se encuentran en carnes rojas, embutidos y productos lácteos, pueden aumentar los niveles de colesterol en sangre y producir enfermedades cardiovasculares. Al mismo tiempo, reducen la producción de dopamina, un neurotransmisor presente en los procesos de aprendizaje y memoria y en los estados emocionales. En un estudio, publicado en la revista Nutrition & Metabolism , los investigadores demuestran que una alimentación enriquecida con aceite de pescado es la que mejor previene estos problemas por combinar distintos tipos de ácidos grasos poliinsaturados, conocidos como omega 3.
Concretamente, los compuestos evaluados han sido EPA y DHA, considerados como esenciales, porque el organismo los necesita para funcionar correctamente y no es capaz de producirlos por sí mismo en cantidades adecuadas. Los ensayos realizados han incluido una comparativa en ratas con distinto tipo de alimentación. “El grupo al que se suministró grasas saturadas manifestó más problemas de desarrollo y respuesta que los demás. Pero lo más significativo es que ha quedado demostrado que el beneficio real no está en la acción individual de cada ácido graso por separado, sino en su combinación, presentes de manera natural en el pescado”, indica José Luis Guil de la Universidad de Almería, coautor del artículo.
Según los expertos, las dietas basadas en grasas saturadas, como las que se encuentran en carnes rojas, embutidos y productos lácteos, pueden aumentar los niveles de colesterol en sangre y producir enfermedades cardiovasculares.
Pescado para subir los ánimos
La motivación de las investigaciones estaba dirigida al estudio de alternativas eficaces en la obtención de ácidos omega 3, muy demandados actualmente por las industrias alimentaria, farmacéutica y cosmética por sus múltiples beneficios para la salud. La sobreexplotación de peces, ricos en este tipo de grasa, ha hecho que las microalgas se consideren una posible fuente alternativa para la obtención de este compuesto. “De ahí que sea necesario encontrar aquéllas que pudieran resultar un sustituto eficaz y que aporte los mismos beneficios que los ya conocidos en el pescado”, añade el investigador.
Los trabajos pretendían comprobar el efecto beneficioso que el ácido eicosapentaenoico (EPA) y el ácido docosahexaenoico (DHA), dos tipos de omega 3, tienen sobre el organismo de forma independiente. Por un lado, un grupo de ratas se alimentó con grasas saturadas, otro con pienso enriquecido sólo con EPA procedente del alga Nannochloropsis, un tercero con DHA, obtenido del alga Schizochytrium y un último con ambos, combinados naturalmente en el aceite de hígado de bacalao.
Tras diez semanas con esta alimentación, los expertos realizaron el llamado Swimming Test, que consiste en la observación de las respuestas que ofrecen los animales al someterlos a una prueba de comportamiento en el agua. Mientras que las ratas alimentadas con grasas saturadas cesaban antes en su esfuerzo por nadar, las que se habían nutrido de pescado se mantenían a flote mucho más tiempo y con un patrón de conducta característico. Además, su capacidad de aprendizaje y de memoria estaba más desarrollada.
En el examen histológico posterior, en el que se analizaron los órganos y tejidos a nivel estructural y funcional, los investigadores confirmaron que las concentraciones de dopamina, endorfina y serotonina en estos últimos animales era mayor. Estos compuestos son producidos en el organismo, actúan como neurotransmisores y son responsables de los estados de ánimo, lo que confirma la mayor motivación en el test observada en el grupo de ratas que recibieron un suplemento de aceite de pescado. Sin embargo, las que resistían menos tiempo presentaban unos niveles de estos compuestos similares a los afectados por depresión severa.
Al mismo tiempo, los marcadores de funcionalidad cardiovascular de las ratas que consumieron aceite de pescado fue superior a las de los grupos alimentados con microalgas, y tenían una diferencia significativa con las que siguieron una dieta rica en grasas saturadas, lo que también determina el beneficio del aceite de pescado sobre las algas.
Los expertos continúan sus investigaciones en microalgas, para determinar el balance adecuado de los ácidos grasos estudiados.Se pretende encontrar especies idóneas que contengan EPA y DHA en cantidades bien equilibradas, de modo que puedan convertirse en una alternativa eficaz al aceite de pescado.
Las investigaciones se han desarrollado dentro del proyecto ‘Structured lipids: novel dietary strategies for improving human health’ financiado por el Ministerio de Economía, Industria y Competitividad y la Fundación para la Ciencia y Tecnología de Portugal.